viernes, 29 de octubre de 2010

CULMINAN LAS REFLEXIONES SOBRE ÉTICA, MORAL Y DERECHO. IV PARTE

 Hemos llegado al final de un tema apasionante, no solamente para mi, sino para muchos amigos y amigas, espero sus saberes para seguir desarrollando criterios.

Para fundamentar el análisis aportamos algunas cifras necesarias e ilustrativas de la involución de la humanidad en los últimos 30 años: El desempleo de la Población económicamente activa en 1979 en el mundo era de 44,5 millones de trabajadores marginalizados, siendo en 1998 de 130 millones de personas, con un crecimiento casi triplicado de las personas comprendidas. Aproximadamente 450 millones de personas en el mundo trabajan como asalariados rurales. Entre un 20 y un 30 por ciento de ellas son mujeres y abunda el trabajo infantil. Según la OIT, en 1997 unos 170 mil trabajadores murieron como consecuencia de accidentes laborales en este sector. A su vez, más de 160 millones contraen anualmente enfermedades debido a exposiciones a agrotóxicos.

El contrabando de personas es una industria ilegal que ha crecido de forma constante en los últimos años, y que mueve anualmente la escandalosa cifra de diez mil millones de dólares, de acuerdo a un informe dado a conocer por la Organización Mundial para las Migraciones (OIM). Según datos comprobados por la organización, se calcula en unas 700 mil personas, sobre todo mujeres y menores de edad, las víctimas anuales de este tráfico entre las fronteras de diversos países, porque se ven expuestos a la violencia física y psicológica, sus derechos no son reconocidos por tratarse de “ilegales”, y no pueden –o no saben- defenderse dada su condición.

En pleno siglo XXI, existen más 27 millones de personas que sobreviven en auténticas situaciones de esclavitud. Algunos estudios de la Unión Europea llegan a apuntar la cifra de 200 millones de personas que vive en servidumbre forzada. Hay situaciones de sometimiento en forma de trabajo y de prostitución, la servidumbre por deudas, la incorporación forzosa al ejército para participar en combates y el trabajo infantil que afecta a cerca de trescientos millones de niños, según denuncia incansablemente UNICEF. Los esclavos de hoy pueden ser inmigrantes que trabajan de sol a sol en viveros de agricultura intensiva en Europa, obreros de la construcción a destajo y sin derechos reconocidos, así como tejedores de alfombras o de prendas deportivas en inmundos lugares de Asia para las grandes firmas multinacionales.

Los esclavos de nuestros días, a veces, padecen tratos más brutales en ambientes más estresantes que los de la antigüedad. De acuerdo con la OIT ocho millones de infantes son victimas de explotación sexual en el mundo. En nuestro mundo, más de 670 millones de niños y niñas viven en la pobreza absoluta. Más de 5.000 niños y niñas mueren por beber agua contaminada. Esta cifra será crónica, si no se pone remedio, porque hay 370 millones de niños y niñas privados del acceso a agua con garantías higiénicas.

De los centenares de millones de niños atrozmente pobres, 140 viven en la calle, donde mendigan, trapichean de diversas maneras o se prostituyen; otros 170 millones padecen hambre y 30.000 niños mueren al día por enfermedades que ya no matan en países desarrollados. Más de 3 millones de menores de 15 años han contraído el SIDA y entre 100 y 300 millones trabajan en condiciones precarias, difíciles o insalubres por salarios de miseria. Pero lo que marca la cima de la infamia global del trato a los menores son la existencia de niños soldados en 35 países y el tráfico de menores, con especial abyección cuando es para su uso en la pornografía, la esclavitud y explotación sexual.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) señala que para el año 2002 a nivel mundial trabajaban alrededor de 352 millones de niños. Del total, 246 millones participaban en formas de trabajo infantil que deben erradicarse por ser altamente peligrosas o entrañar explotación; además, 187 millones tienen entre 5 y 14 años de edad. Por otro lado, 180 millones de niños ejercen las peores formas de trabajo infantil, y al menos 8 millones realizan actividades de prostitución o trabajo forzoso, incluidos, en esta última cifra, aquellos que sin ser trabajadores en sentido estricto participan en conflictos armados.[1]

Podemos entonces llegar al próximo paso de esta reflexión sobre los derechos y la ética en las relaciones laborales. El Patrimonio Jurídico en la dimensión social abarcado por el Constitucionalismo Social de la América Latina está integrado por un conjunto de Normas, Acuerdos, Tratados y demás documentos de carácter internacional:

·         Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948)
·         Declaración americana de los Derechos y Deberes del Hombre (1948)
·         Carta Internacional Americana de Garantías Sociales ( 1948)
·         Carta de la Organización de Estados Americanos ( 1948)
·         Declaración relativa a los fines y objetivos de la Organización Internacional del Trabajo  (1944)
·         Constitución de la Organización Internacional del Trabajo (1945)
·         Pacto Internacional de Derechos Económicos Sociales y Culturales (1966)
·         Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos ( 1966)
·         Convención Americana sobre Derechos Humanos ( 1969)
·         Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (1979)
·         Convención sobre los Derechos del Niño (1990)
·         Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer "Convención de Belem Do Para" (1994)
·         Declaración de Principios y Derechos Fundamentales de la OIT (1998)

Nuestro criterio es que no podemos dejar de proteger aduciendo como fundamento que es necesario adoptar nuevos documentos regulatorios; todo está escrito y dicho, solamente hace falta cumplirlos.

A pesar de que el Derecho Internacional genera obligaciones jurídicas para con los estados miembros, es preciso detenerse en el papel del Estado en la regulación de las normas nacionales, ya que el derecho internacional no tiene la misma eficacia que el ordenamiento interno de los países, pues está dentro del derecho soberano de los Estados acogerse o no a sus disposiciones. Por ello es a partir de las legislaciones nacionales, y más concretamente de las Constituciones Nacionales y de las normas que la apliquen, como han de construirse sistemas efectivos

Los Estados están obligados a pronunciarse para dar cumplimiento a los Convenios Internacionales que han suscrito y esforzarse por materializarlos como es el caso de la Declaración de Derechos y Principios Fundamentales de 1998 de la OIT, respecto a la cual no estamos en contra de sus intenciones, sino que consideramos que no son ni con mucho los derechos fundamentales y el enunciado de los principios no corresponde al que estudiamos en los años universitarios e investigamos posteriormente, a saber: carácter protector del derecho, estabilidad en el empleo, ausencia de explotación, no discriminación, libertad de trabajo, irrenunciabilidad de los derechos, equidad en las oportunidades, no discriminación, inembargabilidad de los salarios, universalidad de la cobertura, igual salario por igual trabajo y otros, por sólo citar algunos.

Los Estados aún en la sociedad neoliberal tienen un compromiso ante sus pueblos en el sentido de contribuir a la justicia social, al bienestar colectivo e individual y a un futuro mejor. Esto solamente es posible cuando el Estado recobra su papel protagónico como actor nacional e internacional en temas de regulación y adopción de normas de derecho y no como un elemento flexibilizador, que coadyuve a la penetración de los “nuevos actores internacionales” cuales son las corporaciones, asistidos de sus “tanques pensantes “ que enarbolan teorías modernas sobre el crecimiento del mercado y el empleo, la competitividad empresarial y la consideración del sector informal como una oportunidad de empleo.

Las privatizaciones de sectores tales como la salud, la educación, la seguridad social y de necesidades básicas y esenciales que dificulten el acceso de la población, impedirá el trabajo decente del mañana. ¿Qué sociedad estamos construyendo para las futuras generaciones? Abogamos por el derecho social, por un orden público social por encima del económico y comercial. El comercio no puede dictar las pautas y derroteros a los hombres. Son ellos los que definen el cauce de aquél.

El ser humano como un ser bio-psicosocial para las aspiraciones del trabajo decente, digno y no discriminador, debe verse como un ser psicológicamente apto y equilibrado, socialmente apto, participativo y comunicativo, biológicamente sano, mental y físicamente y libre de tensiones, protegido por el derecho.

Los valores que deben crearse, reproducirse en su autoidentificación, a partir del ser social y la conciencia social, se unen en el plano de la ética, transformándose con el derecho en el ambiente sano y seguro que el trabajador y la trabajadora requieren para su reconocimiento emocional y psicosocial.

Martí decía “Hombres recogerá quien siembre escuelas”. Le adicionamos los siguientes componentes: “Riegue antes el terreno con salud, abónelo con los alimentos y nutrientes necesarios, créele espacios de participación y de identificación, aplíquele amor y cuidados y recogerá hombres y mujeres dignos, sanos, seguros, simplemente la materia necesaria para el desarrollo social”.

Conclusiones preliminares en forma de reflexiones generales.

Para los  millones de niños y adolescentes en todo el mundo, quienes trabajan mucho antes de que sus frágiles huesos y sensitivas almas estén preparados, la infancia es un sueño perdido. Ellos trabajan desde las primeras horas de la mañana hasta después del ocaso. Se les puede ver vendiendo flores y goma de mascar a turistas en las calles de ciudades ruidosas y superpobladas; quemándose bajo el sol en plantaciones gigantescas, sucias, e infectadas de residuos químicos; barriendo los pisos de las mansiones de millonarios inconscientes; doblándose las espaldas en oscuras fábricas de alfombras bajo el látigo de la esclavitud moderna. En un mundo que ha avanzado tanto en los últimos años, es casi impensable que todavía obliguemos a los niños, el sector más vulnerable de la sociedad, a renunciar a su futuro y trabajar por su supervivencia.

Hay que tomar acciones decisivas contra cualquier tipo de explotación laboral infantil en América Latina, donde millones de menores están atrapados en el laberinto del trabajo, en una época de sus vidas en que deberían tener derecho a ser solamente niños.

En el orden de las reflexiones, no es desacertado traer en las conclusiones algunas opiniones generales sobre “trabajo decente” sobre el cual debemos entender un empleo de calidad que respete los derechos de los trabajadores en forma de protección social. Tiene más un contenido ético que técnico, ya que junto al concepto de trabajo productivo incorpora su realización en condiciones de libertad, equidad, seguridad y dignidad humana. Entendiéndose entonces por seguridad en el trabajo la continuidad y estabilidad, pero faltaría una referencia a la salud física y mental como parte integrante del trabajo decente.

La dirección empresarial que crea ansiedad, depresión, acoso, humillación, estrés, burnout  a sus trabajadores, no cumpliría  entonces con el trabajo decente porque garantice continuidad y estabilidad, participación y negociación. De eso se trata muchas veces en los Códigos de Ética. Meros pronunciamientos formales, poco de cumplimiento en la realidad.

Entonces tendríamos que analizar el trabajo decente al nivel colectivo y global y no al individual, lo que atañe a cada hombre y mujer, pudiendo coexistir una entidad que se preocupe por darle continuidad al empleo del trabajador y sin embargo su organización  del trabajo contribuya a un ambiente de nocividad en las relaciones interpersonales. ¿Cabría protección social en estos casos?

¿Cómo alcanzar justicia social en el siglo XXI si no hemos logrado la equidad de oportunidades y trato en el empleo? ¿Podríamos alcanzar la meta de un trabajo decente en el sector informal? ¿Cómo hablar de trabajo decente, si lo primero que hay que lograr es un trabajo?

Los que tienen un empleo sienten la urgencia de mantenerlo a toda costa y a todo costo. Para ellos las pandemias del siglo XXI son insignificancias comparadas con los flagelos neoliberales. El estrés, la ansiedad, la depresión, son males propios de las sociedades desarrolladas, que ya pasaron por la etapa de las necesidades perentorias, para ir ahora a satisfacer otras necesidades crecientes, pero que no constituyen la vital y más urgente, la vida misma.

Por eso nos cuestionamos si serán para América Latina las mismas urgencias que las del mundo europeo desarrollado. Por eso consideramos que no se pueden aplicar iguales raseros y soluciones a realidades diferentes, porque estaríamos creando un monstruo similar a Frankestein, hay que tomar en cuenta siempre la cultura, las costumbres, el nivel de desarrollo económico y social.  Las pandemias del siglo XXI para el mundo subdesarrollado son aún el hambre, la miseria, la exclusión social, la violencia social, la insalubridad, la mortalidad infantil, el analfabetismo y el desempleo.

En cuanto a la Declaración de principios y derechos fundamentales de la OIT, vale recalcar que la Organización va contra sus propios pasos, pues obliga a los Estados al cumplimiento de los Convenios, lo cual es responsabilidad individual de cada uno, en el ejercicio de la libertad de ratificación que comprende la obligación de asumir compromisos, pero al definir que estos Convenios deben cumplirse por abarcar principios y derechos fundamentales, sin atenerse al proceso de la ratificación, se ha creado una suerte de derecho supranacional, de plataforma jurídica por encima de los Estados, que en cualquier momento atentará contra la propia Organización.

Los derechos humanos abarcan tanto la esfera individual como la colectiva pero deben verse en su unicidad y no en su individualidad que los debilita y desvaloriza. Son derechos de primera generación todos, tanto los derechos laborales, como los  civiles y políticos,  el derecho al empleo, a la salud, la educación, la cultura, la seguridad social, la negociación colectiva, la sindicación, al ambiente limpio, a la calidad de vida en su acepción más general y no parcial, a una sociedad sin violencia, al respeto de la integridad física y moral, al desarrollo, a la sustentabilidad, a la más amplia participación , a dominar y proteger los recursos naturales no renovables de que disponen las personas, al ejercicio de derechos inalienables a la propia existencia, a la equidad, la ausencia de explotación , la gobernabilidad democrática, la condonación de la deuda externa y el pago de los intereses, los derechos de las comunidades indígenas y campesinas, que no podemos asumir la teoría de los derechos blandos o los derechos de primera, segunda y tercera generación.

En esta apretada síntesis no entramos a cuestionarnos varias situaciones que no pudieron ser tocadas en el texto de este trabajo o que lo fueron de forma somera, para hacer más rápida la lectura y como un incentivo a una futura reflexión en temas similares. Nos preguntamos al igual que otros autores:

·         ¿Qué papel debe jugar el Estado en la protección jurídica de los ciudadanos?
·         ¿Será el derecho laboral la rama del ordenamiento jurídico que se ocuparía de relacionar salud, trabajo, derecho y bioética?
·         ¿Asumirá la empresa su responsabilidad ante los daños que se ocasionen al trabajador por un trabajo no protegido o por los riesgos derivados del crecimiento incesante de la productividad?
·         ¿Se logrará el trabajo decente sin antes contar con salud, educación, alimentación y empleo?
·         ¿Podrá el empleador en su afán de obtener el máximo rendimiento de su inversión, garantizar que en su plantilla solamente se encuentren trabajadores sanos y saludables?
·         ¿Cómo evitar la discriminación de los trabajadores por motivos de estado de salud, discapacidad parcial u otros elementos relacionados con la salud y el trabajo?
·         Si se equiparan a los fines del trabajo decente, los sectores formal e informal ¿tendrá derecho el trabajador informal a los beneficios del seguro social? 

Resumiendo, se hace una vez más necesario comprometer a los estados con el futuro de sus ciudadanos, estudiar las consecuencias para el hombre de algunas “investigaciones” todavía no comprobadas en su efectividad y viabilidad para los seres humanos, así como no permitir que se ponga en peligro el futuro de la humanidad por la desnutrición, el desamparo, el analfabetismo y demás males que por un enfoque neoliberal dejan de constituir aspectos a regular por los Estados que todavía consideran que son asuntos que deben resolver las partes mediante el diálogo social.

No podremos hablar de promoción del trabajo decente y cumplimiento de los objetivos estratégicos que la OIT ha presentado como su meta inmediata hasta la erradicación de los flagelos que castigan hoy a los seres humanos y nos hacen perder a diario futuros hombres y mujeres de ciencia, de la cultura, del deporte y del trabajo productivo y socialmente necesario.



[1] Más de 20.000 menores realizan en el 2004 Trabajo Infantil Doméstico (TID) en Honduras, según un estudio dado a conocer por la Organización Internacional del Trabajo (OIT). De acuerdo con la OIT, el trabajo infantil doméstico es realizado por los niños (menores de 18 años) en hogares ajenos y consiste en limpiar, cocinar, cuidar de personas o mascotas, realizar mandados, entre otros.

SIGUEN LAS REFLEXIONES SOBRE ÉTICA, MORAL Y DERECHO

Si de ética y derecho se trata, hay que despojar la noción de trabajo decente de todo tipo de discriminación, por los motivos conocidos y otros de nueva incorporación y meramente enunciativos por si alguno deja de considerarse, cuales son la discriminación por género, orientación sexual diferente o diversidad sexual, edad, raza, etnia y color de la piel, religión o creencia religiosa, procedencia social y nacional, que incorpora a los migrantes, y la odiosa xenofobia que se ha desatado en los últimos tiempos, así como a la exclusión social, concluyendo con la discapacidad o el estado de salud, tanto como capacidad física y mental así como en su noción de  enfermedades, ejemplo, el SIDA.

El análisis multidisciplinario implica la visión del ser humano, desde la infancia hasta las edades más avanzadas a través de las grandes organizaciones internacionales muy relacionadas con los derechos humanos cuales son la UNICEF, la OMS, la FAO, la OIT y la UNESCO. Trátese de los flagelos mayores que acosan a la humanidad, el hambre, la miseria, la exclusión social, el analfabetismo, la precariedad en la vida y en el trabajo, las enfermedades y agresiones a la salud.

La educación es el pedestal donde se erige el trabajo decente, si éste no cuenta con un antecedente de conocimientos y aptitudes desarrolladas a partir de las habilidades, destreza, calificación, bien poco se lograría para alcanzar metas lejanas en la humanidad como son la Educación para Todos, la Salud para Todos y un Trabajo Digno que proporcione el desarrollo humano para multiplicar las fuerzas.

La salud mental y la seguridad en el trabajo no forman parte del concepto de trabajo decente ni de la Declaración de OIT sobre principios y  derechos fundamentales, por tanto no es prioridad del mundo subdesarrollado y poco podría decirse del mundo desarrollado, alcanzar la  identificación, prevención y erradicación de todas aquellas manifestaciones en los trabajos que provoquen humillaciones, hostigamiento, discriminación, presiones, violencia etc., ya sea acoso moral o  simplemente violencia laboral en sus formas conocidas como física o psicológica. Para eso habrá más  tiempo y la lucha tendrá que ser larga.
Se reconoce el fenómeno, por algunos, pero la gran mayoría ignora la forma de resolverlo, porque no logra ver la relación entre varias cuestiones cuales son: calidad de vida, trabajo decente, salud mental, valores éticos y morales, derechos humanos.

Los datos que actualmente se consultan de cualquier continente y país, sobre todo de la América Latina, son aterradores, provocan la necesidad de dedicar reflexiones profundas al futuro que estamos construyendo para la sociedad, cuando diariamente estallan 10 Torres Gemelas en cantidad de niños que mueren por hambre extrema, desnutrición, falta de alimentación, estamos hablando de 30 mil niños cada día. La humanidad no podrá evolucionar en el futuro, si seguimos ocasionando un daño irreparable a la salud de las generaciones que nos sucedan, a veces en una magnitud mayor que los grandes depredadores del reino animal.

Estas reflexiones son más profundas cuando se trata del Estado que es quien debe proteger a los ciudadanos y al contrario es quien ocasiona estos hechos de violencia extrema contra las personas, sin abstenerse a su responsabilidad social dada por las propias leyes que ha promulgado o de las cuales se ha hecho signatario en la arena internacional.

Hay suficientes alimentos en el mundo para todos sus habitantes, sin embargo hay una pobreza extrema y miseria profunda en millones de latinoamericanos que no pueden acceder a esos recursos.  Nos sobrecogen las cifras de los miles de niños que deben trabajar en las minas, de los que son explotados sexualmente, los que son conminados a realizar trabajos degradantes, a cambiar los sueños infantiles de estudio y juegos por un trabajo a veces que no es de sustento familiar, sino de explotación, por haber sido secuestrados literalmente de sus territorios de orígenes para ser trasladados en forma de adopción (fraude de ley) a países del primer mundo, donde serán objeto de abusos por parte de pedófilos, aberrados sexuales y otros. Cuando ya estén totalmente expoliados y se les haya extraido el último aliento, ya no servirán e irán a parar a las calles para ser exterminados por paramilitares, y en el mejor de los casos, pasar a engrosar las filas de los esclavos por deudas y por hambre.

Consultando a diversos autores, entre ellos a Fabio Konder, entendemos que “la globalización de la miseria y la corrupción está provocada por la deuda externa desmanteladora de economías y sociedades subdesarrolladas”. Es preciso denunciar que el pago del servicio y de la propia deuda en América Latina constituye uno de los problemas fundamentales que hay que resolver para que pueda hablarse de desarrollo, trabajo decente, sostenibilidad y derecho social. La deuda destruye la calidad de vida porque impide materializar los derechos fundamentales a la salud, la alimentación y la vivienda, que cuando se garantizan, son una vía expedita para alcanzar los derechos a la educación y al trabajo.

Cuando se alcanza un estadio de bienestar en la población, a partir del papel del Estado en la solución de problemas tales como la alfabetización, la salud y la alimentación se puede decir que vamos entrando en la historia de la humanidad con el respeto a la dignidad humana.[1]. Al respecto el preámbulo de la Constitución cubana señala las palabras de José Martí, Héroe Nacional y Apóstol de la Independencia “yo quiero que la ley primera de nuestra República, sea el culto de los cubanos, a la dignidad plena del hombre”.

Pues al fin y al cabo llegamos a la conclusión que la exclusión social, la pobreza, la violencia y la discriminación provocan el desconocimiento y violación de ese principio  de respeto a la dignidad humana.  La ausencia de salud hace que la muerte prevalezca por sobre la vida y no hay genocidio mayor que los índices de mortalidad infantil de 30 por 1000 nacidos vivos o los miles que fallecen por enfermedades curables, por falta de médicos y medicinas. Parte de ese genocidio está en la destrucción de alimentos como medida de equilibrio del comercio y forma de matar por desnutrición en las edades tempranas. No por gusto un patrón de la OMS es el derecho de los niños y niñas a la salud.

Los llamados «derechos humanos» parece que tienen mucho que ver con la ética y con la moral. Entonces entramos en otra disyuntiva: ¿estamos solamente ante derechos o también son deberes humanos? ¿Por qué llamarlos derechos y no deberes?

Los derechos humanos constituyen tema de estudio tanto de la filosofía del derecho como de la teoría del derecho, así como de la ética y la moral, porque no solamente se pueden analizar desde una perspectiva estrictamente jurídica si antes no se han analizado desde los valores éticos y morales que les acompañan, pues comprometen la visión que las personas tienen de hasta dónde el ejercicio de los mismos responde solamente a normas éticas y morales.

“Partimos de la hipótesis general según la cual las normas jurídicas (los derechos, en sentido estricto) presuponen las normas éticas y morales, sólo que las normas jurídicas no se identifican totalmente con las normas morales o éticas. Si a las normas jurídicas les corresponde una función peculiar y no la de una mera redundancia de las normas morales o éticas, sin que tampoco pueda decirse que se mantienen al margen o más acá de la ética o de la moral, es porque las propias normas morales o éticas, en un momento dado de su desarrollo, necesitan ser formuladas como normas jurídicas”[2].

De esta forma podríamos ver una visión de ética desde el mundo empresarial en la actualidad, con el auge que van tomando los Códigos de Ética, en cierto sentido como sustitutos de la regulación legal, aunque ése no sea su contenido ni el origen de su existencia. Proceden de los llamados códigos de conducta profesional de algunos sectores y se han desarrollado en la llamada “visión compartida” de los valores y principios de la empresa, en una suerte de decálogo de conducta en lo interno y lo externo, tomando la empresa como una organización social en la que prevalece el elemento humano, tanto el que se desarrolla hacia el interior, como aquellos que consumen sus productos y servicios, los proveedores, la sociedad y otras partes interesadas.

Revisando diferentes sitios Web del mundo empresarial y de los negocios nos encontramos con la siguiente definición para el código de ética empresarial:
“Es un referente formal e institucional de la conducta personal y profesional que todos los trabajadores de una empresa, independientemente del cargo o función que ocupen, deben tener.  Es la forma de establecer un patrón en el manejo de relaciones internas y con los grupos de interés como clientes, proveedores y contratistas; socios de negocio; el Estado y el gobierno; los accionistas; sus empleados, jubilados y familiares; los entes de control, las comunidades y la sociedad en general”.
En general reconocen como valores éticos los siguientes: la responsabilidad, como obligación moral de esforzarse por alcanzar los objetivos de la empresa; la integridad, cuando nuestra actuación se corresponde con lo que pensamos, teoría y práctica deben ir unidas; el respeto, como el reconocimiento a los valores de los demás en las relaciones interpersonales. Los mismos dan paso a principios importantes que informan las actuaciones como son la veracidad, el cumplimiento de los compromisos, la seguridad y salud en el trabajo, la transparencia en el uso de los recursos, el aprendizaje en equipo, la profesionalidad, la cordialidad, el respeto al entorno, la sostenibilidad y la responsabilidad.  

“La ética de los negocios", como una de las variantes de la ética aplicada, aparece con fuerza en los Estados Unidos. En el mundo europeo se conoce como "ética de la empresa", porque de todos es conocido el enfoque que da el capital  norteamericano a la empresa que la concibe como un negocio de usar y cuando no le conviene lo tira, mientras que el capital europeo tiene un discurso más sensato de invitación  a entender la empresa como un grupo humano, que lleva adelante una tarea valiosa para la sociedad. Ambos tienen los mismos principios e iguales valores informan sus códigos de ética, la diferencia está en el discurso, en las manifestaciones y en la realidad de sus actos. No obstante, ética en palabras es diferente a ética en acciones.
Los códigos de ética están en el mundo empresarial bastante extendidos. Ya es difícil encontrar una transnacional, un gran consorcio en el mundo corporativo, que actúe sin un código de ética, ya que es el documento donde se incorpora su responsabilidad social ante los trabajadores y ante los clientes, proveedores, autoridades de control, el entorno, al comunidad, la sociedad y el estado.

Aunque no es posible extendernos en este tema más allá de una visión general para entender hacia dónde camina el mundo de los negocios, hay 8 teorías para fundamentar la cultura ética empresarial, entre las cuales se destacan la de la Responsabilidad social de las empresas, la del carácter moral del trabajo y la de relación entre ética y acción empresarial, las que tienen en común, modificar la visión de la empresa como un hecho meramente comercial, para introducirle el rostro humano con el respeto en todos los órdenes, como consigna, así como la motivación del colectivo y la comunicación transparente de toda su gestión. 

El Estado, bajo las condiciones actuales de la globalización económica, cumpliendo su papel restringido de controlador por el abandono de su concepción como empresario, no obstante debe también guiarse por la ética en su comportamiento y continuar su labor reguladora de las normas laborales, porque no ha perdido su obligación, dimanante de su pertenencia como miembro a la Organización Internacional del Trabajo, de velar por  el cumplimiento de la letra de los convenios internacionales que ratifica,

Por tanto le corresponde el deber de proteger el ejercicio de los derechos humanos fundamentales que entrañan valores éticos y morales, a través de su función reguladora, primero atrayendo y dando respaldo como parte del ordenamiento jurídico nacional a las declaraciones y convenciones internacionales y en normas jurídicas declarativas de suficiente jerarquía como es la propia Constitución, que garantiza un determinado hacer por parte de los organismos y demás instituciones oficiales que forman parte de la superestructura. Aparecerán entonces como complemento de la ley superior del Estado, los derechos positivos garantizados en otras regulaciones legales, siendo a modo de ejemplo, los relativos a los principios y derechos laborales contenidos en los códigos y estatutos de los trabajadores y no permitir que sean sustituidos por los Códigos de Ética que no tienen efecto legal vinculante.

Cuando alguien, sea un obrero, un estudiante, un economista, un historiador, un filósofo o un jurista, se refiere a los «derechos humanos», está reconociendo necesariamente, aunque con un diferente grado de precisión y de complejidad, que los derechos humanos están respaldados por el derecho (en las leyes nacionales, o en los convenios, pactos y declaraciones de los organismos internacionales que los proclaman) y que también se refieren al hombre como ser humano (con un fundamento histórico, político y social según el grado de desarrollo de la sociedad).

A los seres humanos donde quiera que se encuentren los ampara una Declaración Universal de los Derechos Humanos en su derecho a no ser discriminados. La persona natural posee derechos innatos que los gobernantes no crean pero tampoco pueden suprimir, cuales pudieran ser el derecho a la vida, la libertad y la dignidad. Ella posee un lugar importante en la evolución biológica por ser el hombre y la mujer entre los seres vivientes los únicos que tienen características bio-psicosociales.  Cuando relacionamos a la persona con la bioética comprobamos que la bioética se asienta en principios cuyos valores se entrelazan y complementan con los derechos sociales  que a continuación hemos clasificado de la manera siguiente para una mejor comprensión sin atenernos a la división por generaciones:

1.     De la persona, individualmente concebida: los derechos a la salud, la alimentación, a la prevención y seguridad social, a la dignidad, integridad física y mental, a la educación, la cultura, el descanso, la seguridad de la vida, a la igualdad.
2.     De los grupos de personas, podríamos mencionar, los derechos de asociación y negociación, el derecho de huelga, a estipular convenios colectivos de trabajo, de cogestión y autogestión.
3.     De las personas en la sociedad, vistos como derecho al medio ambiente equilibrado y sostenible, a los medios esenciales de subsistencia y de vida como son el agua, la energía, los alimentos.
4.     Los derechos de la familia, la niñez, la adolescencia y la vejez

Y los principios de la bioética son:

·         El respeto a la vida, como uno de los ejes primarios en torno al cual se ha desarrollado la conciencia ética de la humanidad. Se fundamenta en la idea de que la vida humana debe ser protegida y defendida con extremo cuidado.
·         El respeto a la dignidad humana incluyendo el rechazo a experimentaciones incompatibles con tal condición.
·         El respeto a la libertad que se vincula con otros valores como serían el valor de la "vida", la dignidad humana, la libertad de investigación e, incluso, conlleva el tradicional enfrentamiento entre las libertades individuales y los intereses colectivos.
·         La protección a la salud. Este principio se fundamenta en la idea de que toda persona tiene derecho a un determinado nivel de vida para ella y su familia, así como que se le garanticen la salud, el bienestar, la alimentación, la vivienda, el vestido, los servicios sociales...
·         La participación en el progreso científico.

El respeto a la dignidad humana se extiende de la persona individualmente concebida al grupo, cuando avanzamos en la teoría de los derechos innatos de los pueblos a la autodeterminación, a la existencia, a la democracia, la sustentabilidad, el desarrollo, la biodiversidad, que abarcan a toda la humanidad. Por eso el gasto en armamentos y el despilfarro de recursos es antihumano cuando dejan de cumplirse los servicios sociales básicos.

Los recursos considerados anualmente necesarios para el aseguramiento del acceso universal a los servicios esenciales en todos los países subdesarrollados se estimaron en 40 mil millones de USD para educación fundamental, agua, saneamiento, salud reproductiva para todas las mujeres, salud básica y nutrición. El consumo anual de narcóticos es 10 veces mayor en todo el mundo y los gastos militares alcanzan la cifra de 780 mil millones de USD[3]. El abismo entre ricos y pobres, según Noan Chomsky[4] se mide en términos del desarrollo humano, ya que mientras más de mil millones carecen de acceso a los bienes requeridos por las necesidades básicas del consumo, el 20% más rico de la población mundial efectúa más de los 4/5  de los gastos totales del consumo privado.


[1] La definición de Estado cubano según la Constitución de 24 de febrero de 1976 indica que “el estado cubano es un estado socialista de trabajadores, independiente y soberano, organizado con todos y para el bien de todos en forma de república unitaria y democrática, para el disfrute de la libertad política, la justicia social, el bienestar individual y colectivo y la solidaridad humana.
[2] Ver diccionario filosófico de Pelayo Sierra, en http://www.filosofia.org/ .
[3] Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo. Informe del desarrollo humano, 1998, edición en español. El cálculo del Índice de Desarrollo Humano se realiza a partir de tres variables, seleccionadas a partir de la definición de desarrollo humano. Las variables son: Esperanza de vida, logro educativo (donde están incluidos los componentes alfabetismo y tasa combinada de matrícula) y el ingreso. Para la construcción del Índice, se fijan, para cada una de las variables consideradas, valores mínimos y máximos tomados de los establecidos internacionalmente por el PNUD en el Informe de Desarrollo Humano 1994.
[4] Citado por Fabio Gonder en su trabajo “Los derechos laborales en el siglo XXI: vida o muerte de la civilización mundial, en Alegados No. 45, 2000, México.

CONTINUANDO LAS REFLEXIONES SOBRE ÉTICA, MORAL EN SUS RELACIONES CON EL DERECHO. II PARTE.

Definiciones importantes

La propia denominación de «Bioética» es engañosa y llama a confusión, al sugerir que todos los problemas que bajo tal rótulo se acumulan, son siempre «problemas éticos». Las relaciones de la bioética con el derecho de trabajo se ven claramente en el análisis que hace la OMS y la OPS[1] sobre el concepto de bioética y el campo que abarca con la siguiente definición:

“Estudio sistemático de la conducta humana en el campo de las ciencias biológicas y la atención de la salud, en la medida en que esta conducta se examine a la luz de valores y principios morales”.

Lo más importante es que arriba a un entendimiento sobre su campo de acción sin limitarlo solamente a la ética médica por lo que abarca según OMS también:

* Profesiones afines
* Investigaciones biomédicas
* Cuestiones sociales (salud pública, ocupacional, control de la natalidad)
* Cuestiones relacionadas con animales y plantas (ecología, investigación animal)
* Característica espaciotemporal

Por tanto cuando OMS analiza el concepto de Salud como completo estado de bienestar físico, mental y social del ser bio – psicosocial y no solamente la ausencia de enfermedades[2],  incorpora a su comprensión también a la alimentación, vivienda, educación, trabajo y recreación.

La importancia de este enfoque abarcador permite incursionar en temas que ayudan a esclarecer el sentido de los estudios y reflexiones filosóficas que haremos en lo adelante. La salud no solamente es el estado físico del individuo sino también el emocional y social del cual goza para poder asumir intelectualmente el contenido de un trabajo y sus funciones.

El trabajo debe verse en este enfoque en su dimensión global. El trabajo es la capacidad de producir y prestar servicios que son indispensables para asegurar la reproducción de la especie, además genera las condiciones necesarias para el desarrollo de todas las dimensiones de la persona humana y el establecimiento de relaciones sociales. Quien trabaja no es solamente un cuerpo biológico, sino que compromete sus aspectos psíquicos y mentales. Hay una relación irrefutable entre Trabajo y Salud. La salud está en gran medida, determinada por las características y condiciones en que se realiza el trabajo, de la misma manera los resultados que podemos considerar como “exitosos” del trabajo dependen de la salud física y mental de quienes lo realizan.

Por eso la exigencia extralimitada de resultados en el trabajo que provoca estrés y desgaste emocional, las condiciones de inestabilidad de los puestos de trabajo y la crisis socioeconómica actual, inciden en que cada vez el motivo principal de las consultas médicas sea los “problemas de trabajo” y sus consecuencias en la vida de la persona.

La bioética[3] ve al ser humano en su aspecto bio-psicosocial y aquí nos detendremos por su importancia para después continuar abordando el papel del derecho recordando el rol y relaciones entre el Estado y el derecho y que uno de los rasgos distintivos de éste es la creación de normas jurídicas, en el entendido que todas las disposiciones estatales llevan en última instancia una envoltura jurídica y se imponen para su cumplimiento, atendiendo al ejercicio del poder que se afianza por la coerción o poder coactivo de que también dispone el Estado entre las potestades de que está atribuido para hacer factible y materializable dichas normas jurídicas[4].

Otras definiciones de bioética[5] vinculan ésta con el derecho en una simbiosis de biología, ética y derecho como la que señalamos a continuación:

Encyclopedia of Bioethics: "... el estudio sistemático de la conducta humana en el área de las ciencias de la vida y del cuidado de la salud, en cuanto que dicha conducta es examinada a la luz de los valores y principios morales".

La bioética tiene por finalidad el análisis racional de los problemas morales ligados a la biomedicina y de su vinculación con el ámbito del derecho de las ciencias humanas. Dicha finalidad implica la elaboración de lineamientos éticos fundados en los valores de la persona y en los derechos humanos, respetando todas las confesiones religiosas, con una fundamentación racional y metodológica científicamente apropiada. Tales lineamientos éticos tienen también por finalidad la de poder ser aplicados -por la orientación que se le dé- tanto a la conducta personal, como al derecho que hay que formular y a los actuales y futuros códigos deontológicos profesionales[6].

Después de haber analizado estas definiciones y forma de abordar el concepto consideramos que el ser humano como ser biológico debe analizarse a partir del principio dialéctico del desarrollo, que enmarca su nacimiento, crecimiento, desarrollo, decadencia y envejecimiento hasta llegar a la muerte. Este proceso es más o menos prolongado en dependencia de la “calidad de vida”, del conjunto de factores que acompañan a ese ser biológico y que contribuyen a que su esperanza de vida sea más o menos prolongada y viable, que mientras mejor sea la alimentación y la atención a la salud, más productivo será el hombre, mayor será la satisfacción que obtendrá y lo alentará a la utilidad en sus manifestaciones laborales, culturales, etc.

En su aspecto psicológico,  la persona entra en una variable de enfrentamiento entre la conciencia y el ser, cuando éste asume el pensamiento y sabe que la mente se desarrolla y asume un enfoque problémico de la vida, no vinculada solamente a los temas materiales, sino también a los espirituales. Se adentra en la psiquis del pensamiento, en la creación de las teorías, en el estudio de los problemas que le afectan en su desarrollo biológico.

Y en la cúspide encontramos el ser humano como ser social, el cual ha logrado el nivel de desarrollo de que goza gracias a su vida en sociedad, en interacción con otros seres humanos. Entonces, en la lógica del análisis vamos directo al papel del lenguaje y del trabajo en la transformación del mono en hombre. El lenguaje hace que la persona pueda establecer una comunicación más fluida y en códigos más comprensibles y acelerados que anteriormente cuando a base de señas o signos convencionales no orales los seres humanos debían establecer comunicación y relacionarse.

El desarrollo de la humanidad en la cuarta  ola de las Revoluciones, la Revolución de las tecnologías de la información, coadyuva a que el ser social entre en contacto con una inusitada rapidez con todo aquello que lo rodea y pueda compenetrarse de inmediato con los resultados del desarrollo científico y técnico.

En cuanto al papel del trabajo, cuando ese ser todavía plagado de formaciones animales, aprehendió  ideas acerca de que la naturaleza que le daba los frutos podría ser transformada bajo su influjo, dio el salto cualitativo en el desarrollo social, alcanzando su liberación del estrecho marco del mundo animal para convertirse en el rey del reino animal y disponer de un código que le permitiera incluso establecer divisiones entre cazadores, pescadores, agricultores, alfareros como divisiones productivas, hasta las divisiones de roles entre los que realizarían las acciones de buscar el sustento alimentario en la caza de los grandes animales y los que mantendrían el orden social entre los que cuidarían la casa y los animales domésticos.

En el devenir del desarrollo secular de la humanidad, de una formación económico – social hacia otra, llegamos a esta ola actual del conocimiento, de la división de las ciencias, en que la ética acompañada del derecho y del estudio del ser humano como producto sumo y fundamental de la naturaleza y del trabajo han podido fomentar otros elementos que coadyuvan a la identificación del ser humano como un ser bio-psicosocial. Nos referimos a la educación, el trabajo, las manifestaciones culturales, la vivienda, así como la satisfacción de necesidades materiales como vestirse, alimentarse, que contribuyen a la asimilación de un mundo mejor, de un espacio de tiempo más pleno en el que el ser humano logre la superior materialización de sus capacidades físicas y fisiológicas y la satisfacción de sus necesidades materiales y espirituales.

Desde que es un concebido y aún no nacido, la atención médica de que se rodee su madre biológica será suficiente para contribuir a su desarrollo futuro y finalmente disponer de una tasa de mortalidad de nacidos vivos hasta el primer año de vida cada vez inferior, lo que determinaría el mantenimiento del proyecto humano y también está la alimentación como parte integrante fundamental del sustento de una vida sana, en el entorno del balance alimentario que requiere el ser humano para una esperanza de vida superior.

Es importante  dedicar un pensamiento en esta reflexión a la reducción y erradicación de la violencia social, institucional, física y psicológica derivada del consumo de drogas, otras sustancias alucinógenas, alcohólicas, el tabaquismo, las manifestaciones aberrantes de ritos religiosos, las guerras y todo aquello que va comprometiendo el devenir de la humanidad.

Es el primer paso a favor del desarrollo y contra el uso de las manifestaciones de la violencia física y mental que deteriora la vida. El proyecto de “Salud para Todos” se acompaña del de Seguridad Social en su más amplia acepción y cobertura, puesto que hay países donde se define el derecho de seguridad social como el más universal porque norma los derechos del hombre antes de nacer y después de su muerte. Hay un primer aspecto a debatir y definir en cuanto a si la privatización de los servicios de salud y de seguridad social provocan o no deterioro de la calidad de vida y se enfrentan a la bioética como agresores al principio de la dignidad humana, del derecho a la vida, ya que el excluido no es sujeto de estos beneficios exclusivos del que dispone de recursos para obtenerlos. Es imposible continuar la ola de privatizaciones de servicios esenciales como el agua, los alimentos del agro, del saber de las comunidades indígenas, incluso del aire que respiramos.

En la cadena de consecuencias arribamos a la necesidad de no dañar a la persona, a la sociedad en su conjunto, a ayudarle a encontrar su bienestar, porque hay un derecho reconocido a todo ser humano de disponer de una justa distribución de los beneficios y no solo de la dolorosa carga de la deuda externa y demás lastres producto del despilfarro de los recursos naturales nacionales.

Cada día, 100.000 personas fallecen a causa del hambre y una persona se queda ciega cada cuatro minutos por falta de vitamina A. El número de personas que padecen hambre ha crecido en 2002 a 840 millones, frente a los 815 millones en 2001. El objetivo de la comunidad internacional de reducir de aquí a 2015 a la mitad el número de personas que padecen hambruna no se ha podido alcanzar.[7] Continuó diciendo Jean Ziegler que esta situación es absurda porque la FAO ha planteado que el planeta podría alimentar sin problemas a 12.000 millones de seres humanos, y sin embargo sólo somos 6.200 millones y se padece de hambre, con lo cual no hay forma de explicar la masacre que se comete a diario con la humanidad. Sigue diciendo que de las 1.200 millones de personas que viven por debajo del umbral de la pobreza absoluta definida por el Banco Mundial, un 70 por ciento de ellas son campesinos[8].

Es inverosímil lo que cada día leemos en torno al tema de la alimentación, cuando se utiliza como regulación del consumo la destrucción de alimentos antes que entregarlos a las comunidades de aquellos que mueren por hambre. Sin lugar a dudas compartimos estos criterios así como el de todos aquellos que estiman que  las sociedades multinacionales son responsables de esta situación porque el capital privado impide la realización del derecho a la alimentación en el mundo, por lo que cada niño que muere de hambre podemos asegurar que es víctima del orden mundial desigual establecido.

Es nuestro criterio que existe una teoría vinculante de la bioética y el derecho que permite  desentrañar las relaciones e interdependencia entre el ser humano y su autoidentificación social para garantizar que pueda ser tratado en igualdad de condiciones, sin discriminación y con un régimen de oportunidades, tanto en el acceso al empleo, a la educación, a la salud, en fin, a la vida. En esta teoría juega un papel trascendental el plano inicial de desarrollo de tres derechos humanos básicos cuales son,

·         Derecho a la salud
·         Derecho a la alimentación
·         Derecho a la vivienda.

Todos ellos proporcionan el estado de bienestar físico, espiritual y social que la OMS nombra como salud y no meramente la ausencia de enfermedades.

En este análisis concebimos otro plano igualmente importante de los derechos humanos en su estrecha relación con el derecho social, en su unicidad y comunión sin que se desvirtúen los derechos en “de primera, segunda, tercera y hasta cuarta generación” para que los derechos colectivos subjetivos como al medio ambiente, a la sostenibilidad y al desarrollo se analicen en un plano multidisciplinar y no por separado, vistos por la ética, el derecho, la economía y la sociología.

Parte de la reflexión se orienta hacia el concepto todavía en desarrollo conocido como “trabajo decente”. La Organización Internacional del Trabajo lo define aún de forma incipiente[9], a partir de aquellos aspectos que pudieran integrarse al concepto. Al respecto hemos consultado las Memorias del Director General, desde 1999 al 2006,  el programa INFOCUS, los resultados de las Reuniones de la Conferencia Internacional del Trabajo, algunos escritos e investigaciones publicadas en Boletines de la Agencia Especializada CINTERFOR y nos hemos percatado de que se vincula el concepto de “trabajo decente” entre otras, a la Declaración de Principios y Derechos Fundamentales de la OIT, así como se estima que con el logro del trabajo decente se puede integrar el derecho al trabajo y su protección social con el crecimiento de la empresa y el empleo. Por tanto se estima que con la perspectiva del trabajo decente se cumplen los objetivos estratégicos de la OIT que a continuación se mencionan:
·         Promover y cumplir los principios y derechos fundamentales en el trabajo
·         Crear mayores oportunidades para las mujeres y los hombres, con objeto de que dispongan de unos ingresos y de un empleo decoroso.
·         Realzar el alcance y la eficacia de la protección social para todos.
·         Fortalecer el tripartismo y el diálogo social

Como posición personal sólidamente asentada en el análisis de la documentación existente, así como de las condiciones reales en que vive el mundo, sobre todo la región latinoamericana, consideramos que no se resuelve el trabajo decente por el crecimiento de los ingresos y del empleo solamente, que debe haber una protección legal como marco regulatorio que impida el desconocimiento de los derechos de los ciudadanos.

Entonces podríamos asegurar que se logra un trabajo decente si le antecede ante todo la protección social universal integrada por el derecho a la salud, a la alimentación, a la vivienda, al desarrollo, a la educación, al empleo, a la sostenibilidad, al medio ambiente equilibrado, en fin, a la vida, sin exclusión, ni restricciones, que ese trabajo decente, en nuestras acepciones lleva más la noción de trabajo digno protegido por leyes del Estado y no ajeno a su protagonismo regulador para que realmente sea un elemento motivador de resultados en sus destinatarios. Además queda una interrogante por plantear a esta definición en el sentido de que el concepto decente, podría incorporarse a una visión errónea de la realidad y bajo su manto solamente considerar trabajos limpios, agradables, bien remunerados, de nivel profesional o técnico, dejando como su contrario, aquel que se realiza en condiciones de nocturnidad, el trabajo en solitario con poca protección, en lugares sucios y con factores químicos, físicos, psicológicos nocivos a la persona humana. Por tanto, ¿será decente el trabajo en las minas, en cantinas y bares, en lugares muy ruidosos, con pestilencia, vibraciones, gran incidencia de la accidentalidad y enfermedades profesionales?

Por eso aún cumpliendo los objetivos estratégicos que presenta la OIT de la Declaración de Principios y Derechos Fundamentales, el diálogo social, el trabajo protegido y el crecimiento productivo, es casi seguro que no se cumplirá la meta del trabajo decente, porque las consecuencias tienen causas y entre ellas debe haber un nexo causal, de lo contrario el análisis quedaría vacío y sin resultado.

Cuando hablamos de medio ambiente, debemos tener en cuenta aspectos de sustentabilidad, ausencia de contaminantes biológicos, químicos, radiaciones y otros, del equilibrio que debe haber en el ambiente laboral sano sin factores de riesgos psicosociales y organizacionales estrechamente vinculados a la conducta humana. Pero aún no ha llegado la hora de que la humanidad pueda estar libre de todos ellos, algunas veces por la ausencia de financiamiento para el desarrollo, otras por la poca voluntad de crear las condiciones dignas de trabajo y en la mayoría de las veces, porque el ánimo de lucro cierra las puertas al entendimiento de la ética, la moral y los principios. Aquí estamos tratando las tensiones que provocan la competitividad, la reducción de gastos, el ahorro de recursos que en última instancia atenta contra la integridad física y moral del hombre. Cuando el trabajo se realiza en tales condiciones de riesgos, deja de ser un trabajo digno, decente, que satisface necesidades, para convertirse en un elemento de disturbio, provocador de ansiedad, depresión y otros síndromes en el trabajador, hasta llegar como factores psicosociales y organizativos a interpenetrarse tanto que no se sabe cuándo estamos en presencia del estrés y el burnout o la violencia en el trabajo.


[1] Organización Mundial de la Salud y Organización Panamericana de la Salud. Consultado en Internet en sitios de Bioética y derecho
[2] Al respecto, la OIT asume la definición de estado de bienestar con el mismo enfoque que la OMS, pero le agrega, la ausencia de accidentes del trabajo.
[3] Hay disímiles definiciones de bioética y podríamos incorporar al debate las siguientes consultadas en un sitio de Internet de los autores mencionados:
"A la Bioética, como disciplina, le corresponde una unidad pragmática determinada por un conjunto abierto de problemas prácticos nuevos (no sólo éticos, sino morales y políticos: la Bioética arrastra desde su constitución la confusión con la biomoral y, por tanto, con la biopolítica) que giran en torno a la vida orgánica de los hombres y de los animales, y por un conjunto, también abierto, de resoluciones consensuadas por las instituciones competentes, desde los comités asistenciales de los hospitales hasta las comisiones nacionales o internacionales que suscriben algunas de las citadas resoluciones o convenios" Gustavo Bueno (filosofo español). Principios y reglas generales de una bioética materialista.
La bioética como "La conciencia de la ciencias medicas y biológicas, como una practica dinámica, racional, y reguladora de los valores éticos y deontológicos con la característica de ser multidisciplinaria y que tiene como objetivo la preservación de la dignidad humana en sus diversas expresiones". Dr. Gerardo Sela Bayardo.
“La bioética es el cuidado de la vida". Julián Bayardo (8 años) otras opiniones de este autor
[4] Lo “bio” se puede tratar desde la metodología de las ciencias naturales, pero no tanto “lo psico” y menos “lo social”." Ya que es el derecho a la equilibrada autoidentificación bio-psico-social. Es decir, que cada quien tenga acceso a lo que necesite para desarrollar su personalidad durante todo su ciclo vital teniendo en cuenta que cada quien tiene unas coordenadas bio-psico-sociales y que sabe equilibrarse, esto es, sabe qué desea, necesita, qué le sobra, qué le falta para ser quien quiere ser. AUTOIDENTIFICACION SOCIAL: el equilibrio entre nuestra autoidentificación y la identificación que de nosotros haga el entorno social. Equilibrio permanente entre lo que socialmente se nos impone como identidad, lo que se nos permite mostrar de nuestra identidad, lo que aceptamos o rechazamos de esa identidad social y de la nuestra. (María J. Blanco Barea, Coordinadora de la Comunidad Virtual de Violencia Psicológica, enlace externo de OMS)
[5] Esta y demás citas fueron tomadas del trabajo de María de los A. Sánchez sobre Bioética
[6] E. Sgreccia, en Manual de Bioética General. México, 1996
[7] Palabras del sociólogo suizo Jean Ziegler, Relator de la ONU para el Derecho a la Alimentación,  ante una reunión de la FAO
[8] Según Ziegler "La muerte por hambre de cualquier niño no es una fatalidad, es un asesinato” y no se limita a tales afirmaciones sino que continúa librando una batalla contra las multinacionales privadas a las que acusa de mantener el hambre y destruir la naturaleza. Esta toma de posición está consignada en su libro l'Empire de la honte (El imperio de la vergüenza) donde el autor fustiga lo que califica de "mortífero orden mundial " que en su opinión es el promotor deliberado de la hambruna en el mundo.

[9] “Es el que satisface o colma con creces las normas básicas sociales, con lo que se fija un umbral para el trabajo y el empleo [. . .] se basa en realidades, valores y objetivos de una sociedad dada [. . .]” (OIT, 2000)
El trabajo decente es sinónimo de trabajo productivo, en el cual se protegen los derechos, engendra ingresos adecuados y genera una protección social apropiada. Significa también trabajo suficiente para todos.