viernes, 29 de octubre de 2010

CONTINUANDO LAS REFLEXIONES SOBRE ÉTICA, MORAL EN SUS RELACIONES CON EL DERECHO. II PARTE.

Definiciones importantes

La propia denominación de «Bioética» es engañosa y llama a confusión, al sugerir que todos los problemas que bajo tal rótulo se acumulan, son siempre «problemas éticos». Las relaciones de la bioética con el derecho de trabajo se ven claramente en el análisis que hace la OMS y la OPS[1] sobre el concepto de bioética y el campo que abarca con la siguiente definición:

“Estudio sistemático de la conducta humana en el campo de las ciencias biológicas y la atención de la salud, en la medida en que esta conducta se examine a la luz de valores y principios morales”.

Lo más importante es que arriba a un entendimiento sobre su campo de acción sin limitarlo solamente a la ética médica por lo que abarca según OMS también:

* Profesiones afines
* Investigaciones biomédicas
* Cuestiones sociales (salud pública, ocupacional, control de la natalidad)
* Cuestiones relacionadas con animales y plantas (ecología, investigación animal)
* Característica espaciotemporal

Por tanto cuando OMS analiza el concepto de Salud como completo estado de bienestar físico, mental y social del ser bio – psicosocial y no solamente la ausencia de enfermedades[2],  incorpora a su comprensión también a la alimentación, vivienda, educación, trabajo y recreación.

La importancia de este enfoque abarcador permite incursionar en temas que ayudan a esclarecer el sentido de los estudios y reflexiones filosóficas que haremos en lo adelante. La salud no solamente es el estado físico del individuo sino también el emocional y social del cual goza para poder asumir intelectualmente el contenido de un trabajo y sus funciones.

El trabajo debe verse en este enfoque en su dimensión global. El trabajo es la capacidad de producir y prestar servicios que son indispensables para asegurar la reproducción de la especie, además genera las condiciones necesarias para el desarrollo de todas las dimensiones de la persona humana y el establecimiento de relaciones sociales. Quien trabaja no es solamente un cuerpo biológico, sino que compromete sus aspectos psíquicos y mentales. Hay una relación irrefutable entre Trabajo y Salud. La salud está en gran medida, determinada por las características y condiciones en que se realiza el trabajo, de la misma manera los resultados que podemos considerar como “exitosos” del trabajo dependen de la salud física y mental de quienes lo realizan.

Por eso la exigencia extralimitada de resultados en el trabajo que provoca estrés y desgaste emocional, las condiciones de inestabilidad de los puestos de trabajo y la crisis socioeconómica actual, inciden en que cada vez el motivo principal de las consultas médicas sea los “problemas de trabajo” y sus consecuencias en la vida de la persona.

La bioética[3] ve al ser humano en su aspecto bio-psicosocial y aquí nos detendremos por su importancia para después continuar abordando el papel del derecho recordando el rol y relaciones entre el Estado y el derecho y que uno de los rasgos distintivos de éste es la creación de normas jurídicas, en el entendido que todas las disposiciones estatales llevan en última instancia una envoltura jurídica y se imponen para su cumplimiento, atendiendo al ejercicio del poder que se afianza por la coerción o poder coactivo de que también dispone el Estado entre las potestades de que está atribuido para hacer factible y materializable dichas normas jurídicas[4].

Otras definiciones de bioética[5] vinculan ésta con el derecho en una simbiosis de biología, ética y derecho como la que señalamos a continuación:

Encyclopedia of Bioethics: "... el estudio sistemático de la conducta humana en el área de las ciencias de la vida y del cuidado de la salud, en cuanto que dicha conducta es examinada a la luz de los valores y principios morales".

La bioética tiene por finalidad el análisis racional de los problemas morales ligados a la biomedicina y de su vinculación con el ámbito del derecho de las ciencias humanas. Dicha finalidad implica la elaboración de lineamientos éticos fundados en los valores de la persona y en los derechos humanos, respetando todas las confesiones religiosas, con una fundamentación racional y metodológica científicamente apropiada. Tales lineamientos éticos tienen también por finalidad la de poder ser aplicados -por la orientación que se le dé- tanto a la conducta personal, como al derecho que hay que formular y a los actuales y futuros códigos deontológicos profesionales[6].

Después de haber analizado estas definiciones y forma de abordar el concepto consideramos que el ser humano como ser biológico debe analizarse a partir del principio dialéctico del desarrollo, que enmarca su nacimiento, crecimiento, desarrollo, decadencia y envejecimiento hasta llegar a la muerte. Este proceso es más o menos prolongado en dependencia de la “calidad de vida”, del conjunto de factores que acompañan a ese ser biológico y que contribuyen a que su esperanza de vida sea más o menos prolongada y viable, que mientras mejor sea la alimentación y la atención a la salud, más productivo será el hombre, mayor será la satisfacción que obtendrá y lo alentará a la utilidad en sus manifestaciones laborales, culturales, etc.

En su aspecto psicológico,  la persona entra en una variable de enfrentamiento entre la conciencia y el ser, cuando éste asume el pensamiento y sabe que la mente se desarrolla y asume un enfoque problémico de la vida, no vinculada solamente a los temas materiales, sino también a los espirituales. Se adentra en la psiquis del pensamiento, en la creación de las teorías, en el estudio de los problemas que le afectan en su desarrollo biológico.

Y en la cúspide encontramos el ser humano como ser social, el cual ha logrado el nivel de desarrollo de que goza gracias a su vida en sociedad, en interacción con otros seres humanos. Entonces, en la lógica del análisis vamos directo al papel del lenguaje y del trabajo en la transformación del mono en hombre. El lenguaje hace que la persona pueda establecer una comunicación más fluida y en códigos más comprensibles y acelerados que anteriormente cuando a base de señas o signos convencionales no orales los seres humanos debían establecer comunicación y relacionarse.

El desarrollo de la humanidad en la cuarta  ola de las Revoluciones, la Revolución de las tecnologías de la información, coadyuva a que el ser social entre en contacto con una inusitada rapidez con todo aquello que lo rodea y pueda compenetrarse de inmediato con los resultados del desarrollo científico y técnico.

En cuanto al papel del trabajo, cuando ese ser todavía plagado de formaciones animales, aprehendió  ideas acerca de que la naturaleza que le daba los frutos podría ser transformada bajo su influjo, dio el salto cualitativo en el desarrollo social, alcanzando su liberación del estrecho marco del mundo animal para convertirse en el rey del reino animal y disponer de un código que le permitiera incluso establecer divisiones entre cazadores, pescadores, agricultores, alfareros como divisiones productivas, hasta las divisiones de roles entre los que realizarían las acciones de buscar el sustento alimentario en la caza de los grandes animales y los que mantendrían el orden social entre los que cuidarían la casa y los animales domésticos.

En el devenir del desarrollo secular de la humanidad, de una formación económico – social hacia otra, llegamos a esta ola actual del conocimiento, de la división de las ciencias, en que la ética acompañada del derecho y del estudio del ser humano como producto sumo y fundamental de la naturaleza y del trabajo han podido fomentar otros elementos que coadyuvan a la identificación del ser humano como un ser bio-psicosocial. Nos referimos a la educación, el trabajo, las manifestaciones culturales, la vivienda, así como la satisfacción de necesidades materiales como vestirse, alimentarse, que contribuyen a la asimilación de un mundo mejor, de un espacio de tiempo más pleno en el que el ser humano logre la superior materialización de sus capacidades físicas y fisiológicas y la satisfacción de sus necesidades materiales y espirituales.

Desde que es un concebido y aún no nacido, la atención médica de que se rodee su madre biológica será suficiente para contribuir a su desarrollo futuro y finalmente disponer de una tasa de mortalidad de nacidos vivos hasta el primer año de vida cada vez inferior, lo que determinaría el mantenimiento del proyecto humano y también está la alimentación como parte integrante fundamental del sustento de una vida sana, en el entorno del balance alimentario que requiere el ser humano para una esperanza de vida superior.

Es importante  dedicar un pensamiento en esta reflexión a la reducción y erradicación de la violencia social, institucional, física y psicológica derivada del consumo de drogas, otras sustancias alucinógenas, alcohólicas, el tabaquismo, las manifestaciones aberrantes de ritos religiosos, las guerras y todo aquello que va comprometiendo el devenir de la humanidad.

Es el primer paso a favor del desarrollo y contra el uso de las manifestaciones de la violencia física y mental que deteriora la vida. El proyecto de “Salud para Todos” se acompaña del de Seguridad Social en su más amplia acepción y cobertura, puesto que hay países donde se define el derecho de seguridad social como el más universal porque norma los derechos del hombre antes de nacer y después de su muerte. Hay un primer aspecto a debatir y definir en cuanto a si la privatización de los servicios de salud y de seguridad social provocan o no deterioro de la calidad de vida y se enfrentan a la bioética como agresores al principio de la dignidad humana, del derecho a la vida, ya que el excluido no es sujeto de estos beneficios exclusivos del que dispone de recursos para obtenerlos. Es imposible continuar la ola de privatizaciones de servicios esenciales como el agua, los alimentos del agro, del saber de las comunidades indígenas, incluso del aire que respiramos.

En la cadena de consecuencias arribamos a la necesidad de no dañar a la persona, a la sociedad en su conjunto, a ayudarle a encontrar su bienestar, porque hay un derecho reconocido a todo ser humano de disponer de una justa distribución de los beneficios y no solo de la dolorosa carga de la deuda externa y demás lastres producto del despilfarro de los recursos naturales nacionales.

Cada día, 100.000 personas fallecen a causa del hambre y una persona se queda ciega cada cuatro minutos por falta de vitamina A. El número de personas que padecen hambre ha crecido en 2002 a 840 millones, frente a los 815 millones en 2001. El objetivo de la comunidad internacional de reducir de aquí a 2015 a la mitad el número de personas que padecen hambruna no se ha podido alcanzar.[7] Continuó diciendo Jean Ziegler que esta situación es absurda porque la FAO ha planteado que el planeta podría alimentar sin problemas a 12.000 millones de seres humanos, y sin embargo sólo somos 6.200 millones y se padece de hambre, con lo cual no hay forma de explicar la masacre que se comete a diario con la humanidad. Sigue diciendo que de las 1.200 millones de personas que viven por debajo del umbral de la pobreza absoluta definida por el Banco Mundial, un 70 por ciento de ellas son campesinos[8].

Es inverosímil lo que cada día leemos en torno al tema de la alimentación, cuando se utiliza como regulación del consumo la destrucción de alimentos antes que entregarlos a las comunidades de aquellos que mueren por hambre. Sin lugar a dudas compartimos estos criterios así como el de todos aquellos que estiman que  las sociedades multinacionales son responsables de esta situación porque el capital privado impide la realización del derecho a la alimentación en el mundo, por lo que cada niño que muere de hambre podemos asegurar que es víctima del orden mundial desigual establecido.

Es nuestro criterio que existe una teoría vinculante de la bioética y el derecho que permite  desentrañar las relaciones e interdependencia entre el ser humano y su autoidentificación social para garantizar que pueda ser tratado en igualdad de condiciones, sin discriminación y con un régimen de oportunidades, tanto en el acceso al empleo, a la educación, a la salud, en fin, a la vida. En esta teoría juega un papel trascendental el plano inicial de desarrollo de tres derechos humanos básicos cuales son,

·         Derecho a la salud
·         Derecho a la alimentación
·         Derecho a la vivienda.

Todos ellos proporcionan el estado de bienestar físico, espiritual y social que la OMS nombra como salud y no meramente la ausencia de enfermedades.

En este análisis concebimos otro plano igualmente importante de los derechos humanos en su estrecha relación con el derecho social, en su unicidad y comunión sin que se desvirtúen los derechos en “de primera, segunda, tercera y hasta cuarta generación” para que los derechos colectivos subjetivos como al medio ambiente, a la sostenibilidad y al desarrollo se analicen en un plano multidisciplinar y no por separado, vistos por la ética, el derecho, la economía y la sociología.

Parte de la reflexión se orienta hacia el concepto todavía en desarrollo conocido como “trabajo decente”. La Organización Internacional del Trabajo lo define aún de forma incipiente[9], a partir de aquellos aspectos que pudieran integrarse al concepto. Al respecto hemos consultado las Memorias del Director General, desde 1999 al 2006,  el programa INFOCUS, los resultados de las Reuniones de la Conferencia Internacional del Trabajo, algunos escritos e investigaciones publicadas en Boletines de la Agencia Especializada CINTERFOR y nos hemos percatado de que se vincula el concepto de “trabajo decente” entre otras, a la Declaración de Principios y Derechos Fundamentales de la OIT, así como se estima que con el logro del trabajo decente se puede integrar el derecho al trabajo y su protección social con el crecimiento de la empresa y el empleo. Por tanto se estima que con la perspectiva del trabajo decente se cumplen los objetivos estratégicos de la OIT que a continuación se mencionan:
·         Promover y cumplir los principios y derechos fundamentales en el trabajo
·         Crear mayores oportunidades para las mujeres y los hombres, con objeto de que dispongan de unos ingresos y de un empleo decoroso.
·         Realzar el alcance y la eficacia de la protección social para todos.
·         Fortalecer el tripartismo y el diálogo social

Como posición personal sólidamente asentada en el análisis de la documentación existente, así como de las condiciones reales en que vive el mundo, sobre todo la región latinoamericana, consideramos que no se resuelve el trabajo decente por el crecimiento de los ingresos y del empleo solamente, que debe haber una protección legal como marco regulatorio que impida el desconocimiento de los derechos de los ciudadanos.

Entonces podríamos asegurar que se logra un trabajo decente si le antecede ante todo la protección social universal integrada por el derecho a la salud, a la alimentación, a la vivienda, al desarrollo, a la educación, al empleo, a la sostenibilidad, al medio ambiente equilibrado, en fin, a la vida, sin exclusión, ni restricciones, que ese trabajo decente, en nuestras acepciones lleva más la noción de trabajo digno protegido por leyes del Estado y no ajeno a su protagonismo regulador para que realmente sea un elemento motivador de resultados en sus destinatarios. Además queda una interrogante por plantear a esta definición en el sentido de que el concepto decente, podría incorporarse a una visión errónea de la realidad y bajo su manto solamente considerar trabajos limpios, agradables, bien remunerados, de nivel profesional o técnico, dejando como su contrario, aquel que se realiza en condiciones de nocturnidad, el trabajo en solitario con poca protección, en lugares sucios y con factores químicos, físicos, psicológicos nocivos a la persona humana. Por tanto, ¿será decente el trabajo en las minas, en cantinas y bares, en lugares muy ruidosos, con pestilencia, vibraciones, gran incidencia de la accidentalidad y enfermedades profesionales?

Por eso aún cumpliendo los objetivos estratégicos que presenta la OIT de la Declaración de Principios y Derechos Fundamentales, el diálogo social, el trabajo protegido y el crecimiento productivo, es casi seguro que no se cumplirá la meta del trabajo decente, porque las consecuencias tienen causas y entre ellas debe haber un nexo causal, de lo contrario el análisis quedaría vacío y sin resultado.

Cuando hablamos de medio ambiente, debemos tener en cuenta aspectos de sustentabilidad, ausencia de contaminantes biológicos, químicos, radiaciones y otros, del equilibrio que debe haber en el ambiente laboral sano sin factores de riesgos psicosociales y organizacionales estrechamente vinculados a la conducta humana. Pero aún no ha llegado la hora de que la humanidad pueda estar libre de todos ellos, algunas veces por la ausencia de financiamiento para el desarrollo, otras por la poca voluntad de crear las condiciones dignas de trabajo y en la mayoría de las veces, porque el ánimo de lucro cierra las puertas al entendimiento de la ética, la moral y los principios. Aquí estamos tratando las tensiones que provocan la competitividad, la reducción de gastos, el ahorro de recursos que en última instancia atenta contra la integridad física y moral del hombre. Cuando el trabajo se realiza en tales condiciones de riesgos, deja de ser un trabajo digno, decente, que satisface necesidades, para convertirse en un elemento de disturbio, provocador de ansiedad, depresión y otros síndromes en el trabajador, hasta llegar como factores psicosociales y organizativos a interpenetrarse tanto que no se sabe cuándo estamos en presencia del estrés y el burnout o la violencia en el trabajo.


[1] Organización Mundial de la Salud y Organización Panamericana de la Salud. Consultado en Internet en sitios de Bioética y derecho
[2] Al respecto, la OIT asume la definición de estado de bienestar con el mismo enfoque que la OMS, pero le agrega, la ausencia de accidentes del trabajo.
[3] Hay disímiles definiciones de bioética y podríamos incorporar al debate las siguientes consultadas en un sitio de Internet de los autores mencionados:
"A la Bioética, como disciplina, le corresponde una unidad pragmática determinada por un conjunto abierto de problemas prácticos nuevos (no sólo éticos, sino morales y políticos: la Bioética arrastra desde su constitución la confusión con la biomoral y, por tanto, con la biopolítica) que giran en torno a la vida orgánica de los hombres y de los animales, y por un conjunto, también abierto, de resoluciones consensuadas por las instituciones competentes, desde los comités asistenciales de los hospitales hasta las comisiones nacionales o internacionales que suscriben algunas de las citadas resoluciones o convenios" Gustavo Bueno (filosofo español). Principios y reglas generales de una bioética materialista.
La bioética como "La conciencia de la ciencias medicas y biológicas, como una practica dinámica, racional, y reguladora de los valores éticos y deontológicos con la característica de ser multidisciplinaria y que tiene como objetivo la preservación de la dignidad humana en sus diversas expresiones". Dr. Gerardo Sela Bayardo.
“La bioética es el cuidado de la vida". Julián Bayardo (8 años) otras opiniones de este autor
[4] Lo “bio” se puede tratar desde la metodología de las ciencias naturales, pero no tanto “lo psico” y menos “lo social”." Ya que es el derecho a la equilibrada autoidentificación bio-psico-social. Es decir, que cada quien tenga acceso a lo que necesite para desarrollar su personalidad durante todo su ciclo vital teniendo en cuenta que cada quien tiene unas coordenadas bio-psico-sociales y que sabe equilibrarse, esto es, sabe qué desea, necesita, qué le sobra, qué le falta para ser quien quiere ser. AUTOIDENTIFICACION SOCIAL: el equilibrio entre nuestra autoidentificación y la identificación que de nosotros haga el entorno social. Equilibrio permanente entre lo que socialmente se nos impone como identidad, lo que se nos permite mostrar de nuestra identidad, lo que aceptamos o rechazamos de esa identidad social y de la nuestra. (María J. Blanco Barea, Coordinadora de la Comunidad Virtual de Violencia Psicológica, enlace externo de OMS)
[5] Esta y demás citas fueron tomadas del trabajo de María de los A. Sánchez sobre Bioética
[6] E. Sgreccia, en Manual de Bioética General. México, 1996
[7] Palabras del sociólogo suizo Jean Ziegler, Relator de la ONU para el Derecho a la Alimentación,  ante una reunión de la FAO
[8] Según Ziegler "La muerte por hambre de cualquier niño no es una fatalidad, es un asesinato” y no se limita a tales afirmaciones sino que continúa librando una batalla contra las multinacionales privadas a las que acusa de mantener el hambre y destruir la naturaleza. Esta toma de posición está consignada en su libro l'Empire de la honte (El imperio de la vergüenza) donde el autor fustiga lo que califica de "mortífero orden mundial " que en su opinión es el promotor deliberado de la hambruna en el mundo.

[9] “Es el que satisface o colma con creces las normas básicas sociales, con lo que se fija un umbral para el trabajo y el empleo [. . .] se basa en realidades, valores y objetivos de una sociedad dada [. . .]” (OIT, 2000)
El trabajo decente es sinónimo de trabajo productivo, en el cual se protegen los derechos, engendra ingresos adecuados y genera una protección social apropiada. Significa también trabajo suficiente para todos.

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