miércoles, 26 de enero de 2011

CRISIS NEOLIBERAL Y SUFRIMIENTO HUMANO. ¿VALDRÁ LA VIDA HUMANA PARA AQUELLOS QUE NOS TORTURAN Y MALTRATAN?

Por conducto de nuestro Presidente de ALAL, Luiz Salvador, de Brasil, he recibido este artículo escrito por el Teólogo, escritor, filósofo y por qué no, revolucionario de pueblo y para el pueblo, Leonardo Boff, cuya fuente de referencia se encuentra en la publicación ww.adital.com.br.

Necesito decir algunas palabras previas al texto. En primer orden, hice una traducción del mismo para ofrecerlo a nuestros lectores, porque esta realidad es mundial, no es solamente de Brasil, hay que recordar la situación de TELECOM en Francia, donde en poco tiempo por presiones de la compañía para eliminar trabajadores "sin responsabilidad empresarial alguna", se suicidaron más de 30 personas y 15 lo intentaron infructuosamente. Los factores psicosociales y organizacionales en el ambiente laboral merecen mucho más tiempo de análisis, estudio e investigación, de lo que piensan los empresarios y sus gerentes de Recursos Humanos. El ser humano no puede ser "disponible" las 24 horas a su empleador, no puede seguirse engañándolo con las teorías del "empowerment" o empoderamiento, cual si los empresarios nos transmitieran el poder, nos trasladan las tareas, pero las facultades siguen siendo de ellos, para dominio y presión y mientras más crisis y pobreza, más esclavitud moderna existirá. El miedo nos aguanta y por eso antes de presentarles el artículo excelentemente bien escrito y que recuerda a mi colega y amiga Margarida Barreto que tendrán el honor de escuchar en Cuba en marzo en el panel que organizamos dentro del V Encuentro Internacional de Abogados Laboralistas y del Movimiento Sindical, quiero aprovechar para citar las siguientes palabras pronunciadas por Eduardo Galeano en 2008 cuando se le confirió el título de Primer Ciudadano Ilustre del MERCOSUR: "...parece que estuviéramos acostumbrados a vivir con miedo. Miedo de vivir, miedo de decir, miedo de ser…"

El balance que hago de 2010 va a ser diferente. Enfatizo en un dato que poco se menciona en los análisis: el inmenso sufrimiento humano, la desestructuración subjetiva especialmente de los asalariados debido a la reorganización económico-financiera mundial. Hace mucho tiempo que se operó una “gran transformación” (Polaniy) colocando la economía como un eje articulador de toda la vida social, subordinando la política y anulando la ética. Cuando la economía entra en crisis, como actualmente sucede, se sacrifica todo para salvarla. Se penaliza toda la sociedad, como en Grecia, Irlanda, Portugal, España y en los propios Estados Unidos en nombre del saneamiento de la economía. Lo que constituye un medio se transforma en un fin en sí mismo.

Al estar en situación de crisis, el sistema neoliberal tiende a radicalizar su lógica y a explotar, aún más la fuerza de trabajo. Al contrario, en lugar de cambiar el rumbo, sigue haciendo más de lo mismo, colocando una pesada cruz sobre las espaldas de los trabajadores. No se trata del “acoso moral” relativamente ya estudiado, vale decir, de las humillaciones persistentes y prolongadas de los trabajadores y las trabajadoras para subordinarlos, amedrentarlos y por fin, hacerlos que abandonen el trabajo. El sufrimiento ahora es más generalizado y difuso, afectando más o menos, el conjunto de países centrales. Se trata de una especie de “malestar globalizado” en proceso de erosión humanista.

Este malestar se expresa por la grave depresión colectiva, la destrucción del horizonte de esperanza, la pérdida de alegría de vivir, la voluntad de incluso acudir a la pérdida de la propia vida. A causa de la crisis, las empresas y sus gestores elevan la competitividad hasta un límite extremo, estipulan metas casi inalcanzables, infundiendo en los trabajadores angustias, miedo y no es raro que también le infundan el síndrome del pánico. Y se les cobra todo: una entrega incondicional y la plena disponibilidad, lacerando su subjetividad y destruyendo las relaciones familiares. Se estima que en Brasil cerca de 15 millones de personas sufren este tipo de depresión, ligada a las sobrecargas de trabajo.

La investigadora Margarida Barreto, médica especialista en salud del trabajo, observó que el año pasado, en una investigación a 400 personas, cerca de un cuarto de ellas tuvieron ideas suicidas por causa de la excesiva entrega al trabajo. Continúa ella diciendo que “es preciso ver la tentativa de perder la vida propia como una gran denuncia de las condiciones de trabajo impuestas por el neoliberalismo en las últimas décadas”. Especialmente están afectados los bancarios del sector financiero, altamente especulativo y orientado a la maximización de los lucros. Una investigación del 2009 hecha por el profesor Marcelo Augusto Finazzi Santos, de la Universidad de Brasilia, nos muestra que entre 1996 al 2005, cada 20 días un bancario se suicidaba por causa de las presiones ocurridas por las metas, el exceso de tareas y el miedo al desempleo. Los gestores actúan con insensibilidad frente al sufrimiento de sus funcionarios, creciendo más su sufrimiento.

La OMS estima que cerca de tres mil personas se suicidan diariamente, muchas de ellas por causa de la abusiva presión del trabajo. Y Le Monde Diplomatique de noviembre del 2010 denunció que entre los motivos de las huelgas de octubre en Francia se encontraba también la protesta contra el acelerado ritmo de trabajo impuesto por las fábricas, causando nerviosismo, irritabilidad y ansiedad. Se volvió a oir la frase de 1968 que decía “metro, trabajo, cama”, actualizándola ahora como “metro, trabajo, muerte”, o sea, enfermedades letales o suicidio como efecto de la superexplotación capitalista.

En los análisis hechos de la actual crisis es importante incorporar el océano de sufrimiento impuesto a la población, sobre todo, a los pobres, con el fin de salvar el sistema económico, controlado por pocas fuerzas pero que son extremadamente poderosas, aunque también más inhumanas y sin piedad. Una razón más a tener en cuenta para superarlo históricamente, además de condenarlo moralmente. En esta dirección camina la consciencia ética de la humanidad, bien representada en las realizaciones del Foro Social Mundial.

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