jueves, 26 de mayo de 2011

RESULTADOS DEL MOVIMIENTO 15M Y DE DRY

Con permiso del Dr. Antonio Baylos, tomo de su Blog esta información escrita por él mismo y la difundo en mi blog.

El acontecimiento más importante y significativo de este año en nuestro país ha sido sin duda la irrupción, en medio de la campaña electoral municipal y autonómica, del movimiento Democracia Real Ya (DRY), a partir de la exitosa manifestación convocada por las redes sociales y el correo electrónico el 15 de mayo y la posterior acampada en la Puerta del Sol, luego diseminada y extendida por todo el territorio nacional e innumerables ciudades del mundo. Con una gran heterogeneidad de corrientes en su seno, el movimiento se ha estructurado adoptando las formas de debate y de organización tradicionales en lugares alternativos, como en Madrid pueden ser el Patio Maravillas o la Tabacalera. La asamblea como espacio de discusión y debate, la “horizontalidad” y la rotación en la conducción de las decisiones, la especialización material a través de comisiones, son rasgos distintivos de la forma de expresión del “hacer política” del movimiento. Otro elemento caracterizador es la presencia importante de las performances como forma de expresión de la crítica a la realidad política y económica, que se presenta como espejo deformado, (sobre) actuación y reivindicación del esperpento. Junto a ello, la utilización de las redes sociales como forma de convocatoria y de extensión de la protesta, confirma la importancia del empleo de éstas en la construcción y en la administración del conflicto social – como había señalado en su último libro Manuel Castells – y la capacidad de agregación que tienen sobre multitud de jóvenes sin una práctica de adhesión colectiva.
El éxito del movimiento ha sido inesperado. Algunas decisiones del poder público han favorecido este éxito – el desalojo de los primeros acampados, la decisión de la Junta Electoral central de impedir concentraciones y manifestaciones en la “jornada de reflexión” – pero ante todo se ha debido a la capacidad de sintonizar con un amplio estado de opinión crítico y de repulsa a la indiferencia de la política ante las consecuencias dañinas de la crisis en términos de destrucción de empleo, precariedad y desmoronamiento de derechos sociales. Era por tanto inesperada la amplitud del movimiento, pero no por ello se trataba de un acontecimiento menos deseado. Y que se inserta en un ya largo proceso que comienza en mayo del 2010 con la adopción de las medidas neoliberales para afrontar la crisis de la deuda en los mercados que abre un período de conflictividad social intensa contra la reforma laboral promulgada en septiembre de ese año y contra la que el sindicalismo confederal convocó una jornada de huelga general el 29 de septiembre. Una jornada seguida masivamente por los trabajadores industriales y de servicios, con enormes huecos en las administraciones públicas, y que fue parcialmente compartida por los jóvenes, en especial precarios y temporales.
Esa conflictividad intensa que la anunciada reforma de la pensión de jubilación presagiaba con singular dureza, quedó sin embargo truncada al iniciarse una segunda fase en la que los sindicatos UGT y CCOO – a mi juicio correctamente - entendieron necesario llegar a un acuerdo que, concediendo algunas condiciones más restrictivas de acceso a la protección social, preservara el núcleo del sistema de seguridad social e introdujera algunos otros criterios de corrección del mismo en atención a las características de la composición de la población activa y las trayectorias profesionales de los trabajadores y trabajadoras. Además, se dio inicio a una larga negociación bilateral con el empresariado– impidiendo la tentación intervencionista del gobierno – sobre la negociación colectiva, un elemento decisivo en el conjunto de las relaciones laborales, pero muy lejano de lo que “sienten” próximo los precarios y los parados. Es decir, que los “mediadores sociales típicos” en el tiempo de la crisis, los sindicatos, se situaban en el área del compromiso, sin que las propuestas se estaban desarrollando se percibieran en relación directa con el espacio concreto de la precariedad o el desempleo. En ese sentido, las medidas pactadas sobre políticas activas de empleo que se adoptan a partir de febrero de 2011, o el intento de hacer emerger una parte de la economía informal, no han tenido ni eficacia ni, lo que es más importante, visibilidad social, como tampoco han ganado presencia pública las críticas que los propios sindicatos han realizado sobre estas regulaciones.

Eso explica que muchos esfuerzos de la gente común y en particular los más jóvenes, en no aceptar esta situación y en plantearse aunque sea retóricamente la posibilidad de existir socialmente más allá de su consideración como número (abrumador) en el paro o en el subempleo, no encontraran acogida en la actuación de los mediadores sociales más cercanos, pero mucho menos en el discurso cerrado y banal de una política y de una clase política que iba reduciendo cada día un poco más los términos de la argumentación y del programa.

Ese contraste se hace insoportable en el período electoral, con la puesta en escena del circuito mediático e iconográfico en torno a las elecciones municipales y autonómicas. Ese ha sido el detonante que ha permitido que el movimiento 15-M se haya enfrentado a la política entendida como mercancía electoral y bipartidismo, proponiendo una crítica profunda del sistema, el cambio de la ley electoral, y el rechazo antipartidista de un escenario falseado en donde las opciones políticas sobre los asuntos fundamentales de la convivencia y de la cohesión social son indistinguibles. Junto a ese rechazo de la inaccesibilidad de las demandas sociales al sistema político democrático de bipartidismo imperfecto (lo que Capella denomina hermetismo político), el movimiento ha reivindicado en las asambleas y en su programa elementos centrales del estado social: prestaciones sociales, desempleo y protección de los parados, vivienda, sanidad, protección pública de las situaciones de dependencia, unido a una exigencia de regulación del sistema financiero y de un sistema fiscal adecuado. Es decir, frente a lo que podría concebirse como tendencias a la “demonización” de la política entendida como “política oficial”, una afirmación de otro modo de hacer política, en donde las medidas adoptadas no se sometieran a las exigencias desreguladoras de los “mercados” ni a las decisiones anti-sociales de los grandes centros financieros del mundo.
Esa “politicidad alternativa” del movimiento 15-M es la que ha funcionado como elemento de cohesión y cemento de solidaridad y de apoyo de tantas personas de toda edad y condición. Hay en ella sin embargo un punto difícil de gestionar, y es el de cómo se contempla la representación de esos intereses. El carácter asambleario y, más allá de este, la consolidación líquida de un conjunto amplísimo de personas relacionadas en red, es contrario a la forma representativa tradicional, y, en consecuencia, no resuelve el tema de la representación, que es central para abordar la relación del movimiento con los espacios de decisión en el ámbito social y ciudadano. Mantiene por tanto en la indeterminación el problema de los medios y los fines, y la relación que este conjunto de reivindicaciones puede mantener con los instrumentos de mediación social disponibles. En ese sentido, los resultados electorales del 22-M, que han sustituido el modelo bipartidista por una tendencia muy decidida al monopartidismo conservador, han tenido un efecto negativo sobre la valoración social positiva de las reivindicaciones de DRY. Para muchos de sus componentes, reforzar un aglutinante ideológico del grupo sería importante para evitar la inestabilidad del mismo. Pero la propia indeterminación de este aspecto junto con la pluralidad de perspectivas presentes en el mismo, dificulta esta presión hacia la definición ideológica en relación con las opciones políticas y sociales presentes, más allá de una referencia muy genérica – pero también enérgica – a la reivindicación de la política participativa y el desarrollo del Estado social en los aspectos reivindicados.

Es conveniente que el movimiento, como resulta de sus discusiones, se extienda y se implante en otros espacios urbanos, y que consolide en ellos su presencia, aunque posiblemente sin la visibilidad mediática que constituye uno de sus grandes aciertos. Pero es también seguro que éste es ante todo una agregación líquida de voluntades y de esperanzas que encuentra muchas dificultades para subjetivizarse en un modo para-institucional. Es evidente que el sindicalismo confederal está muy interesado en este proceso, al que no sólo mira “con simpatía”, como dice un comunicado de CCOO al respecto, sino que aprecia su impulso positivo en términos de agitación y de estímulo del debate político. Pero el sindicato no puede constituirse en parte principal o adhesiva de este movimiento de protesta. Al contrario, tiene que ser una referencia del mismo, aunque no necesariamente en todos sus aspectos. Algunas de las iniciativas ya en marcha deberían funcionar en ese sentido. La ILP es una acción de base del sindicato que enlaza directamente con la soberanía real de los ciudadanos y opone a la política antisocial de la reforma laboral una forma alternativa de regulación sostenida por otra idea de la política como forma de mediación social y de reforma de los mecanismos de poder privado. La gestión de esta iniciativa podría haberse realizado de forma más colectiva, utilizando didácticamente este instrumento como un “hacer política” y de concebir lo político de modo diferente. La entrega final de las firmas recogidas podrá ser un momento en el que se recupere este sentido alternativo que por el momento no ha sabido desempeñar en la práctica.

En cualquier caso, las reflexiones que han abierto los acampados en Sol y en tantas otras plazas españolas y extranjeras sobre el sistema político y su inaccesibilidad a las demandas sociales, la necesidad de fortalecer los mecanismos de protección social durante la crisis y la ampliación de las instituciones públicas que dan sentido a la condición de ciudadanía y de soberanía de los pueblos, en un horizonte impostergable de consecución gradual de la igualdad real y efectiva, son lo suficientemente importantes como para entender que la resistencia y la protesta ciudadana tienen una entidad decisiva en la orientación de un debate más amplio sobre la acción política y social emancipatoria. Es casi segura la metabolización de ese horizonte de sentido en los medios e instrumentos empleados por otras organizaciones sociales como los sindicatos, que desempeñan un rol muy intenso en la configuración del marco de instituciones y reglas que buscan la cohesión social y la redistribución de los poderes sociales y económicos, y que pueden constituirse en una referencia general en este terreno. A condición de lograr visibilidad social para sus acciones y propuestas y de acentuar su presencia constante en la sociedad por encima de su representación institucional en la misma.

4 comentarios:

  1. Las redveliones tienen un problema a mi juicio... y es que no tienen una conducción clara de la lucha, me son de mucha desconfianza, siempre he tenido la impresión de que hay "alguna mano invisible" detrás de ellas, pero no por eso debo de sumar esfuerzos para impedir que se alcen las voces de gente que al parecer estaba adormecida..... No me atrevo todavía a calificar de buenas o malas, o más apropiadamente de correctas o incorrectas las acciones de estas red-voluciones para mí no está todo dicho detrás de ellas.....
    Pero asumo que a todo lo que contribuya a cambiar este sistema criminal que impera en el mundo por otro más justo..... tiene que darsele el beneficio de la duda.

    Gracias Lydia

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  2. Mira Lydia, te comparto lo que me compartió a mi marido un día de estos...abrazos!!!
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    Mucha de la gente que está en estas protestas son ciudadanos honestos y están ilusionados con un cambio real en su país pero el quién está detrás de la organización del 15-M, la manipulación del descontento de la gente con su actual situación sólo parece que puede llevar a un cambio para que todo siga igual, únicamente si la gente hiciera suyo el movimiento y dejara de lado a quienes lo organizaron en la sombra llevaría a un cambio verdadero. Paso al siguiente artículo y otros enlaces que abordan el tema:
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    Ni “revolución de color” ni “revolución árabe”, “revolución chip-alienada” de españa hacia el mundo
    Por Manuel Freytas
    Como frutilla de la torta de las “revueltas populares” de la CIA en Medio Oriente y África, ahora llega la “revolución de los chip-alienados” de la Internet y los celulares, que se contagia por toda España y amenaza con expandirse como un virus por toda Europa. Y ya se proyecta como una amenaza cierta de contagio por las aéreas subdesarrolladas y emergentes de Asia, África y América Latina. ¿Adónde apunta este nuevo fenómeno?.Lo que los medios y analistas del sistema llaman “primavera española” no es nada más que un juego deportivo de alienados jóvenes de las “redes sociales” (a los que se suma la izquierda sin brújula asimilada al sistema) que promueven “protestas populares” desde la Internet casi como un divertimento con catarsis colectiva.
    Desde su instrumentación casi orgánica en Medio Oriente y en África con las “revueltas populares” promovidas por la CIA y los servicios aliados, la Internet y los celulares fueron la clave de estas movilizaciones cuyos contenidos y objetivos solo los conocen sus instigadores ocultos.
    O sea los beneficiarios encubiertos (servicios de inteligencia y grupos del poder) que los inducen a través de operaciones de acción psicológica principalmente en las “redes sociales”. Y que luego se convierten en masivos a través de la difusión a escala global (en vivo y en directo) por las grandes cadenas mediáticas internacionales.
    Estos movimientos se definen como “apolíticos”. Y en general sus estructuras funcionales no varían en su implementación, salvo sus objetivos que se amoldan de acuerdo a las necesidades locales del país y la sociedad en que se los aplica.
    Así lo que en Egipto y en Medio Oriente se conoció y aplicó como “revueltas populares”, y en Libia como la “revolución libia”, en España se presenta como la “primavera española” o “protesta de los indignados”.
    Así como en Libia se lo aplicó para crear las condiciones de una intervención militar internacional orientada a derrocar a Kadafi y a poner el petróleo libio en manos del consorcio imperial USA-UE, y en Siria se la aplica para desestabilizar al gobierno aliado de Irán, en España su utilización reconoce difusos objetivos políticos electorales donde el gobierno de Zapatero aparece como el principal perjudicado, y el Partido Popular surge como el principal beneficiario en las urnas.
    La estructura movilizadora masiva de las protestas nace de un triple eje convergente e interactivo: Internet (redes sociales), teléfonos celulares (mensajitos de texto) y cadenas mediáticas masivas que los reproducen y los difunden por todo el planeta.

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  3. Las “rebeliones” juveniles nacidas de la Internet no plantean ninguna revolución ni cambio de sistema, sino una “profundización de la democracia”. No plantean un cambio del sistema y del Estado capitalista, sino que plantean una “depuración democrática” en el cual los partidos políticos abran mayores canales de “participación.
    En tiempo y espacio, las “protestas populares” o la “primavera española” son una continuidad “informatizada” superadora de las “revoluciones de color” en los espacios post-soviéticos, o de la “rebeliones budistas” en el sudeste asiático o en el Tibet, destinadas a desestabilizar y/o promover golpes de Estado institucionales contra gobiernos pro-rusos o pro-chinos.
    Es decir que forman parte del tablero geopolítico de la “guerra fría” intercapitalista por los mercados y los recursos estratégicos que tiene como protagonistas principales al eje USA-UE, por un lado, y al eje Rusia-China-Irán por el otro.
    La creciente movilización y protesta en curso de los “indignados” en España, prueba que estas fórmulas pueden ser exportadas y aplicadas con distintas recetas en cualquier parte del planeta capitalista globalizado.
    Y no solamente amenazan con propagarse como un virus por toda Europa, sino que ya constituyen una amenaza potencial y pueden extenderse por las periferias emergentes y subdesarrolladas de Asia, África y América Latina.
    A nivel de herramienta movilizadora actúan con parecidas estrategias y tácticas de acción. Lo que varía son los objetivos y las respuestas de los gobiernos. No es lo mismo la respuesta militar duramente represiva en Libia o en Siria, o el “dejar hacer” que por ahora realiza el gobierno español de Zapatero.
    Obviamente que estos movimientos trabajan y se potencian sobre una realidad y una demanda social básica: El desempleo y los ajustes sociales. Fenómenos que sus lideres organizadores achacan, no a la explotación económica del sistema capitalista, sino a la acción inmoral de los “políticos corruptos”.
    Sobre este eje irradiante y reduccioncita, los organizadores de las protestas de los “indignados” sacan de escena la responsabilidad del poder económico determinante del accionar de los políticos en la gerenciación del Estado capitalista.
    Históricamente, estas herramientas de movilización y protestas masivas como la que está funcionando en España, atacan al “empleado” (los políticos) y preservan los intereses del “patrón” (El Estado y el sistema capitalista), sirviendo funcionalmente como instrumentos de “golpes democráticos-institucionales” por medio de los cuales los grupos del poder local definen su interna electoral y su guerra por el control del gobierno y del mercado interno.

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  4. En realidad, la llamada “protesta de los indignados” en España, es una actualización aggiornada y en otra etapa (con un salto cualitativo informático) del “Cacerolazo” que derrocó institucionalmente a Fernando de la Rúa en Argentina, y de la “rebelión de los jóvenes” que derrocó de la misma manera a Lucio Gutiérrez en Ecuador.
    Ni siquiera puede compararse con el “mayo francés generacional” de la Guerra Fría, sino que repite metodologías operativas orientadas a resolver (regular) luchas internas por el poder entre los grupos económicos que controlan y financian la operatividad del sistema político corrompido por las prácticas de las “coimas”.
    Claramente (y repitiendo el concepto) la protesta de los “indignados” en España no apunta al sistema capitalista (bancos y empresas controladoras del mercado) sino al stablishment político gerencial del Estado capitalista (la corporación política) .
    De esta manera (y como ya sucedió con el “que se vayan todos” en América Latina) se busca sustituir piezas operativas desgastadas (los políticos) por otras piezas renovadas y legitimadas como expresión representativa de la “revolución democrática” emergente de las “protestas populares”.
    Y a la vez sirven como válvula de escape social a las tensiones generadas por la desocupación y los ajustes salvajes de los gobiernos capitalistas.
    De esta manera, se cambia el títere pero no el titiritero. Y el sistema continúa bajo la falsa apariencia de una “purificación democrática”, mientras siguen funcionando los mismos “programas” trasnacionales económicos, políticos y sociales nivelados tanto para los países centrales, periféricos o subdesarrollados.
    Continúa el mismo sistema de explotación capitalista que genera a diario hambruna mundial, masacres militares por la conquista de mercados, ajustes salvajes y desempleo para regular y mantener en pie la rentabilidad capitalista y la concentración de riqueza en pocas manos.
    El movimiento de los “indignados” naciente en España no propone cambiar la realidad estructural concreta de la explotación capitalista (El Estado capitalista y su contenido programático), sino cambiar las formas de la convivencia política y depurar las prácticas corruptas de los políticos (sólo la cara gerencial del Estado capitalista).
    En resumen, ni “revolución socialista”, ni “revolución de color, ni “revolución árabe”: “revolución democrática” implementada por los “chip-alienados” de la Internet y de los celulares que confunden las formas con el contenido.
    Sólo un cambio de maquillaje para que el sistema continúe (sin enemigos reales) desarrollando a nivel local e internacional sus negocios y sus guerras intercapitalistas por la conquista de mercados y de recursos estratégicos.

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