martes, 19 de julio de 2011

EL TÍTULO ES VERÍDICO. YA LLEGÓ EL TURNO DE OTRO PAÍS MEDITERRÁNEO

EL TURNO DE ITALIA

Gustavo Robreño


Nada menos que Italia, considerada hasta ahora como la séptima economía del mundo, acaba de incorporarse a la ya extensa lista de países de la Unión Europea bajo los más duros efectos de la crisis económica y financiera, acompañada por una crisis política y social que no ha hecho más que empezar.

En el caso de Italia, no olvidar que en estos momentos juega uno de los papeles más belicosos en la guerra de agresión contra Libia --suministrador tradicional de petróleo y cliente preferencial de los productos italianos-- arrastrada por la estrategia de la OTAN y Estados Unidos que la hace participar en los bombardeos criminales contra la población civil libia y servir de base a la aviación genocida, que despega desde bases situadas al sur de Italia.

Obviamente, la participación italiana en la agresión múltiple contra Libia está determinada por las ansias de apoderarse por la fuerza del petróleo que antes debían comprarle a este país norafricano, una ex colonia geográficamente cercana al otro lado del Mediterráneo, un petróleo que la economía italiana necesita desesperadamente para funcionar.

El turno de Italia llega en momentos particularmente complicados y alarmantes para la Unión Europea, que contempla entre impotente y asustada muchas de las advertencias que algunos economistas sensatos formularon desde hace no pocos años, alertándolos sobre el camino del neoliberalismo desenfrenado y sus nefastas secuelas --técnicamente comprobadas-- sobre la peligrosa ilusión de que ese rumbo llevaría a la consolidación y la eterna implantación del más feliz de los capitalismos.

Europa no pudo escapar a la debacle hipotecaria de Estados Unidos, al que lo unían cada vez más estrechos lazos de dependencia económica, y se vio atenazada poco a poco en su propia crisis, iniciada en un país de los llamados “periféricos” como Grecia, seguida por Irlanda, Portugal y España hasta trasladarse a los considerados más prósperos y sólidos como Italia.

Evidentemente, las fórmulas de emergencia y rescate que están utilizando la Unión Europea, el Banco Central Europeo, el FMI y el Banco Mundial no están sirviendo ni servirán para detener o paliar la crisis y menos para darle algún tipo de solución. Son más de lo mismo y, por tanto, solo contribuirán a la agudización y la extensión de la crisis.

Los paquetazos neoliberales, por supuesto, no quedarán exentos de consecuencias sociales y políticas de diverso tipo, pues en cada uno de esos países se mostrarán de acuerdo a sus condiciones concretas y características particulares, aunque en definitiva sean consecuencias de la misma crisis que quieren hacer pagar a los trabajadores.

El mundo mira hoy hacia el Viejo Continente, baluarte reciente de la globalización neoliberal, observa y apuesta sobre las probables sagas que tendrán los recortes de salarios y pensiones, la eliminación de prestaciones sociales, los mayores impuestos y los despidos laborales masivos, junto a la privatización de importantes servicios públicos.

El hecho de que, por primera vez en muchos años, se han reunido la crisis económica, el descontento social y la participación en guerras de agresión, otorga a la situación europea actual una serie de rasgos muy peculiares e inéditos, de forma que nadie se halla en posibilidades de predecir el futuro. Lo cierto es que los sabios del capitalismo real parecen desorientados y no aparece la solución creativa tan buscada y necesitada. Todo es más de lo mismo.

En cuanto a Italia, no dejará de ser interesante ver cómo un gobierno precario, desprestigiado y rodeado de escándalos e ilegalidades de todo tipo, logra enfrentar y sobrevivir la profundidad de la crisis, que ahora le toca.

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