martes, 17 de enero de 2012

INTERESANTES PUNTOS DE VISTA TOMADOS DE PREVENTION WORD

Cómo ir al trabajo y no morir en el intento

En épocas de crisis, muchos empleados ven en peligro su puesto de trabajo, por lo que no pueden permitirse el lujo de ponerse enfermos. Pero, ¿qué hacer cuando es el propio entorno laboral el que se convierte en factor de riesgo? Según datos del Ministerio de Trabajo, el año pasado se registraron en España 10.042 casos de enfermedades causadas o agravadas por el trabajo. Sólo 24 bajas por cada 1.000 trabajadores.

El hecho de que una persona vaya a trabajar estando enferma, y realice un trabajo de peor calidad, supone una pérdida para la empresa de miles de millones de euros. Es el conocido fenómeno del presentismo. El problema se agudiza cuando es el propio entorno laboral el que resulta perjudicial para la salud del trabajador. Tanto es así, que la Organización Mundial de la Salud estableció, en 2007, un Plan Global de Acción para la Salud de los Trabajadores 2008-2017. El informe insta a desarrollar fundamentos para entornos laborales saludables por ética empresarial, por interés empresarial y por ley.

La lista de condicionantes que influyen en el bienestar del trabajador es extensa y comienza incluso antes de llegar al lugar de trabajo.

- Falta de ejercicio. Perjudica también la salud del trabajador y amenaza su productividad. Y es que, según un estudio publicado en 2010 por el Observatorio de Medicina Ocupacional y Medioambiental de EE.UU., que realiza estudios epidemiológicos sobre problemas de salud relacionados con el lugar de trabajo y el medio ambiente, las personas obesas son menos productivas que las que tienen un peso razonable.


- Falta de sueño. Según un estudio realizado este año por la Escuela Médica de Harvard, en EE.UU., puede desencadenar enfermedades, principalmente, si se sostiene en el tiempo. El insomnio no es considerado como causa de enfermedad pero, según el trabajo de Harvard, cada empleado estadounidense cuesta a su empleador unos 1.580 euros anuales de media por el tiempo que malgasta al no estar bien descansado.

- Calidad del aire de la oficina. Un sistema de ventilación defectuoso puede desencadenar desde dolores de cabeza, a náuseas o fatiga. Según un informe emitido en 2008 por el Comité Científico de los Riesgos Sanitarios y Medioambientales de la Comisión Europea, la contaminación del aire, tanto interior, como exterior, influye en la aparición de enfermedades respiratorias.

- Desplazamientos. Según el instituto de opinión Gallup, emplear más de 23 minutos en llegar al lugar de trabajo tiene un impacto negativo en nuestra salud física y mental.

- Ambiente de trabajo. La tensión entre empleados, o entre estos y el jefe, puede provocar estrés laboral no solo en los trabajadores implicados, sino también en sus compañeros. Así lo afirma el autor Michael Leiter en su obra Destierro Burnout: Seis estrategias para mejorar su relación con el trabajo. En él, cifra en 231.000 millones de euros anuales las pérdidas económicas por esta razón.

- Dolor crónico. Según la Oficina de Estadísticas Laborales de EE.UU., largas horas delante del ordenador provocan dolor de espalda crónico o la aparición de afecciones como el síndrome del túnel carpiano (la presión sobre el nervio y los tendones medianos de la muñeca por uso repetitivo de la musculatura del antebrazo), que puede estar ocasionado por estrés laboral y que causa (según este organismo) más bajas que las derivadas de explosiones o incendios.
- Cambios de turno. Se relacionan con alteraciones en el metabolismo: mayor riesgo de diabetes, enfermedades coronarias y obesidad. A ellas se suman problemas mentales o de comportamiento, que pueden provocar insomnio, fatiga y, como consecuencia, pérdida de productividad, al interferir con el ritmo biológico de la persona. Pero también influye negativamente en el nivel de agilidad mental y motivación.

- Jefe tóxico. Aquel directivo que provoca un efecto negativo en sus subordinados. (yo le agrego, acosador, maltratador, burócrata, autócrata, etc.)

- Falta de seguridad en empleo. Los despidos, sean directos o indirectos, no solo afectan a la moral del empleado, creando un clima de desconfianza y falta de lealtad hacia el empleador, sino que, unido al actual contexto económico, favorecen el miedo a perder el trabajo y bloquea al trabajador, según informe realizado en 2008 por el Centro para la Política de Trabajo y la Vida, de EE.UU.

- Más horas no implica mayor productividad. La agencia de trabajo temporal Randstad ha detectado una nueva tendencia en el mercado laboral español: pasar más horas en la oficina, para evitar ser despedido. Para dicha empresa, el perfil de la persona que acude a su trabajo estando enfermo es un varón, menor de 25 años, con estudios básicos y de origen español. El mismo perfil que, según el estudio, ha disminuido más su absentismo injustificado en época de crisis.

03/01/2012 - Yahoo Finanzas


La cuantificación del daño moral en los accidentes laborales


El pasado día 11 de este mes de diciembre ha entrado en vigor la nueva Ley de Jurisdicción Social, la cual entre otras cosas ha establecido la necesidad de crear un Sistema de Valoración de daños derivados de accidente de trabajo y enfermedades profesionales, lo cual implicará que por primera vez se regule el derecho a que se resarza el daño moral como concepto de compensación objetiva e independiente. Regulación contenida en la Disposición Adicional Quinta de la Ley 36/2011 de 10 de octubre en donde se establece para ello un plazo de seis meses.

Para entender lo que es el daño moral, lo podemos definir como una de las consecuencias de padecer una lesión corporal que implique un dolor físico-psíquico e impeditivo para el trabajador dañado. Es por tanto, un concepto que de forma independiente debe ser indemnizado, siempre y cuando exista responsabilidad del empresario como consecuencia de deficiencias u omisiones respecto a las medidas de seguridad y salud en aquellas tareas que el trabajador realizaba cuando se produjo el accidente.

El daño moral no se indemniza a través de las prestaciones de la Seguridad Social, por lo que su reclamación es totalmente independiente y supone pues, un incremento a las mismas. Las empresas pueden asegurar este pago a sus trabajadores, a través de la suscripción de pólizas de responsabilidad civil con entidades aseguradoras privadas, en la que se incluya la cobertura de lo que se conoce como “responsabilidad patronal”. Dicho aseguramiento no tiene carácter obligatorio, pero bien es cierto que en una gran medida las empresas son conocedoras de la obligación de dicho pago en supuestos de responsabilidad de las mismas por falta de medidas de seguridad, por lo que cada vez son más las que acuden a contratar dicha cobertura.

Dado que el daño moral es un concepto de difícil valoración económica, los Tribunales han establecido la posibilidad de utilizar de forma orientativa hasta el momento a falta de una regulación concreta en el ámbito social, el Baremo establecido para los accidentes de tráfico, según las actualizaciones que cada año publica la Dirección General de Seguros y Fondo de Pensiones. De esta manera, si el accidente hubiera tenido lugar en el año 2011, el lesionado tendría derecho a reclamar daño moral respecto a los días en los que se encontró hospitalizado (67,98 €/día), impedido para sus ocupaciones habituales (55,27 €/día) e incluso aquellos días que aún no estando impedido, se está en fase de recuperación (29,75 €/día).

En cuanto a las secuelas permanentes, el daño moral se calculará según el número de puntos asignados a cada una de las secuelas y a tal resultado se le aplicará el valor del punto en € según la proporción que exista entre el número de puntos totales y la edad de la persona perjudicada, todo ello según las Tablas del referido Baremo de tráfico. Por último, también cabría pedir una cantidad supletoria por daño moral en relación a la pérdida de disfrute de la vida (tareas domésticas, ocio, relaciones sociales, deportes, etc…), que las secuelas padecidas le hayan originado.

Lo importante es conocer que estás cantidades mencionadas, no son las que se perciben a través de las prestaciones de la Seguridad Social, puesto que éstas se refieren únicamente al daño patrimonial (no moral) que el accidente ha provocado en el trabajador, esto es, a la pérdida de su posibilidad de trabajar, por lo que la indemnización que pudiera corresponder por daño moral, no puede ser restada o descontada de las mismas.

15/12/2011 - Marta Checa García, Abogada y directora del Despacho Jurídico Checa Abogados. Artículo publicado en Inmodiario.com

Seguridad y Salud en los MBA

El otro día leí un tweet que decía: Cuando la crisis entra por la puerta, la prevención de riesgos salta por la ventana. Y creo que de alguna manera tiene razón.

Lo que ocurre es que independientemente del estado de la economía y mientras la norma no cambie, el empresario debe garantizar la seguridad y salud de sus trabajadores. Es quien tiene la capacidad de poner a disposición los medios necesarios para prevenir los accidentes y además es desde la dirección de donde parte la energía para integrar la actividad preventiva en la empresa, porque si no lo creen ellos, es imposible que el mensaje cale al resto de la organización. Por tanto, la formación de los directivos en prevención de riesgos parece que es una cuestión primordial.


En general, la formación en prevención de los directivos no suele cuestionarse, parece que se da por hecho su conocimiento y sensibilización. Ni siquiera el Plan Nacional de Formación en PRL publicado hace unos días y nacido de la Estrategia Española de Seguridad y Salud 2007 – 2012, se ocupa de ello de forma concreta. Y eso que abarca desde la educación infantil a la universitaria. Pero los empresarios o directivos que se forman, ¿dónde lo hacen?

Muchos de ellos realizan MBAs en escuelas de negocios. Estos másteres de dirección de empresas tratan la estrategia, el marketing, el control de gestión o las finanzas. Y también aspectos relacionados con los RRHH como el talento, el liderazgo, y la motivación, todos ellos considerados importantes para el negocio. Pero en general no dejan hueco para la prevención de riesgos laborales. Y yo me pregunto, ¿acaso esta cuestión no es importante?, ¿no lo es su carácter obligatorio y moral?, ¿no es importante su repercusión en la reducción de costes?. El que no se produzcan accidentes, ¿no mejora la imagen de la empresa y su reputación?, ¿no aumenta la motivación y satisfacción de los empleados, la calidad de los productos y la satisfacción del cliente?

Ahora bien, si la seguridad y salud se incluyera en estos programas, en mi opinión habría que enfocar el mensaje. Al directivo no hay que darle una perspectiva técnica, porque ellos no evalúan los riesgos en el trabajo. Más bien habría que tratar la prevención de riesgos de forma que se pueda alinear con el negocio y no resulte una actividad “sidecar”, paralela a la actividad de la empresa pero sin integrarse en ella. En realidad, debiera parecerse más a una “embarcación de remo”, donde todos tiran en la misma dirección y sentido.

Creo que sería una buena forma de poner el foco en el quid de la cuestión, de concienciar a aquellos que pueden cambiar las cosas.

16/01/2012 - Francisco Violero, Experto en Seguridad y Salud en el Trabajo. Autor del blog www.franciscoviolero.com

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