jueves, 22 de noviembre de 2012

PARECE SACADO DE UNA HISTORIA DE CIENCIA FICCIÓN

Si nos hubiesen  comentado hace 5 años a lo sumo que Europa estaría inmersa en la crisis en que actualmente se encuentra con peligro hasta de su desintegración, de la pérdida de una moneda común y con tantas huelgas y manifestaciones de sus ciudadanos por la pérdida de derechos fundamentales, hubiésemos dicho que ni en historias de ciencia ficción eso sucedería porque parecía irreversible una Unión "tan sólida" que se está "desmerengando" como otrora sucedió con el extinto campo socialista, porque sus bases no estaban cimentadas en la participación popular. Cuando se actúa de espaldas a los pueblos, al final se exigen cuentas y no hay cómo responder. Por eso han sido los resultados de la Cumbre Iberoamericana en que la América Latina está en mejores condiciones pero no solamente por haber superado la crisis anterior, sino porque hoy hay ecos de gobiernos que responden a sus pueblos, como el caso de Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Ecuador, Argentina, Uruguay, el mismo gigante brasileño que se ocupa y preocupa por resolver problemas hasta hace algunos años "imposibles de resolver", y se respira  un aire de protagonismo ciudadano. Quedan sus reductos que más temprano que tarde pasarán a la historia como un mal necesario en su momento, porque la humanidad tiene ansias de justicia. Los dejo con el siguiente artículo publicado en el sitio CUBADEBATE de Cuba.

Cumbre de Cádiz: Penas para Europa y glorias para Latinoamérica

La vigésima segunda Cumbre Iberoamericana, recién celebrada en Cádiz, pasará a la historia como la primera en que sus dos únicos miembros europeos, España y Portugal, tuvieron que bajar la cabeza, y reconocer que Latinoamérica alumbra el camino hacia el progreso, tras acabar con las fracasadas políticas neoliberales impuestas desde Estados Unidos.
Penas para Europa y glorias para América Latina caracterizaron la cita de Cádiz, donde predominaron las posiciones de los países “tercermundistas” de nuestra región, que durante siglos fueron avasallados por el dominio colonial español, y luego por el ahora decadente imperio de Washington, al cual se han sumido siempre los gobernantes de Madrid.
El propio presidente del ejecutivo derechista de España, Mariano Rajoy, tuvo que reconocer públicamente que “es mucho lo que la experiencia de Latinoamérica puede aportar a las naciones europeas”, enfrentadas hoy a una crisis económica sin precedentes, y su población  sometida a recortes sociales de todo tipo, desempleo, represión y violaciones flagrantes de los derechos humanos.
Rajoy, nada confiable, dicho sea de paso, por su sumisión al régimen norteamericano, expresó muy “cariñosamente” que “si en el pasado América Latina fue una oportunidad para Europa, hoy el denominado Viejo Continente es una oportunidad para América Latina”.
Similares declaraciones “amigables” hicieron el Rey de España Juan Carlos y el  Secretario General iberoamericano, Enrique Iglesias, quien señaló que ante las dificultades que viven España y Portugal, los vínculos  de ambos estados con sus similares de Latinoamérica son ahora más necesarios.
Iglesias admitió que América Latina atraviesa hoy por una “década de bonanza”, reflejada en altas tasas de crecimiento, baja inflación, acumulación de reservas, disminución del endeudamiento externo y el dinamismo y diversificación de su comercio exterior.
Lo que no dijeron Rajoy, el monarca Juan Carlos y el Secretario Iberoamericano es que en Latinoamérica predominan actualmente cambios profundos protagonizados por gobiernos progresistas, antiimperialistas, y que nada quieren saber de las recetas neoliberales que Estados Unidos experimentó primero en esta región.
También obviaron que una buena relación con América Latina, especialmente de España, pasa porque Madrid adopte una política exterior independiente de Washington, algo que no ha hecho nunca, por su blandenguería ante las administraciones norteamericanas, las cuales, por cierto, siempre han despreciado a esa nación ibérica.
La Cumbre de Cádiz quizás sirva de enseñanza para que la ex-metrópolis española con muletas aprenda de una vez por todas que su conducta altanera hacia sus antiguas colonias ya pasó a la historia, y son otros tiempos de independencia y soberanía los que se viven en Latinoamérica.

Ojalá Madrid aprenda la lección.

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