miércoles, 30 de enero de 2013

ALGUNAS IDEAS TOMADAS DE LA INTERVENCIÓN DEL PRESIDENTE PRO TEMPORE DE CELAC

De la Intervención de Raúl Castro Ruz, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de la República de Cuba en la Primera Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), Santiago de Chile, 28 de enero de 2013.


Sea mi primer pensamiento para honrar la memoria de Salvador Allende, insigne latinoamericano y patriota que entregó su vida por la independencia de su nación y la justicia social. Pensamos como él, cuando dijo: “la historia es nuestra y la hacen los pueblos”.

La existencia de la CELAC nos permitió encarar los desafíos del 2012 con más conciencia de quiénes somos y hacia dónde nos dirigimos, en medio de circunstancias convulsas y complejas. Vamos construyendo, en la dura realidad, trabajosamente, el ideal de una América Latina y Caribe diversa, pero unida en un espacio común de independencia política, de control soberano sobre nuestros enormes recursos naturales para avanzar hacia el desarrollo sostenible, la integración regional y el enriquecimiento de nuestra cultura.

Los obstáculos no han sido ni serán menores. Las amenazas a la paz son crecientes y la injerencia en los asuntos de nuestra región continúa. Las trasnacionales, fundamentalmente norteamericanas, no renunciarán al control de los recursos energéticos, hídricos y minerales estratégicos en vías de agotamiento.

El orden económico internacional es injusto y excluyente, atrapado en una crisis global a la que, por ahora, no se vislumbra solución. El cambio climático avanza inexorablemente ante la falta de voluntad política de los gobiernos de los países desarrollados.

Sin nuestra unidad, nada sería posible y todo lo logrado se perdería. En la llamada Cumbre de las Américas de Cartagena, Nuestra América dio un paso decisivo, asentada en el sólido cimiento de Mar del Plata, donde en el 2005, fue derrotada el ALCA. Disipados los cantos de sirenas de Estados Unidos en la Cumbre del 2009, en Trinidad Tobago, América Latina y el Caribe brillaron por su solidez e independencia cuando reclamaron que las Malvinas son argentinas y que el bloqueo y la exclusión de Cuba deben cesar, acontecimiento que el pueblo cubano guardará siempre, con profunda gratitud, en su memoria.

El ejercicio de la autodeterminación y la soberanía de los pueblos y la igualdad soberana de los Estados son principios irrenunciables de la CELAC, establecidos en la Declaración de Caracas. Sabemos que entre nosotros hay pensamientos distintos e, incluso, diferencias, pero la CELAC ha surgido sobre el acervo de doscientos años de lucha por la independencia y se basa en una profunda comunidad de objetivos. No es la CELAC, por tanto, una sucesión de meras reuniones ni coincidencias pragmáticas, sino una visión común de la Patria Grande latinoamericana y caribeña que solo se debe a sus pueblos.

No podemos olvidar que cerca de 170 millones de latinoamericanos y caribeños viven en la pobreza, de ellos 75 millones de niños, 66 millones de personas en la región están en pobreza extrema, de los cuales 34 millones son menores. ¿Qué puede significar para ellos la CELAC?

Es cierto que hemos avanzado en el desarrollo de programas económicos y de desarrollo social al interior de varios países, como Brasil. La experiencia del ALBA y PETROCARIBE en la cooperación solidaria y en la complementariedad entre nuestras naciones, es considerable. La CELAC está en condiciones de trazar su propio concepto de cooperación, adaptado a nuestras realidades y a las mejores experiencias de la última década.

Estamos obligados a alcanzar progresos considerables en la educación como base del desarrollo económico y social. Nada de lo que nos proponemos, desde la disminución de la inequidad hasta la reducción de la brecha tecnológica y digital, sería posible sin ello. La eliminación del analfabetismo, como meta primaria, es totalmente alcanzable. Con políticas adecuadas y cooperación regional, para proveer un mínimo de recursos a los más necesitados, podríamos dar un salto en pocos años.

Podemos también conjugar nuestros esfuerzos contra la drogadicción, como se ha planteado en estos dos últimos días de la reunión, y el tráfico ilícito de estupefacientes.
Ayer se habló aquí de que había drogas en todos los países del continente, quiero aclarar que en Cuba no hay drogas, intentaron introducirla, pero drogas no hay ni habrá.

No podríamos renunciar a la protección de nuestros inmigrantes, víctimas del orden actual de la xenofobia, y de la discriminación que proliferan en el mundo industrializado.
Concluyo con un emocionado homenaje a José Martí, hoy -como decía el compañero Maduro-, en el 160 aniversario de su natalicio. De su pensamiento aprendimos que, en tiempos difíciles como estos, “¡los árboles se han de poner en fila para que no pase el gigante de las siete leguas! Es la hora del recuento, y de la marcha unida, y hemos de andar en cuadro apretado como la plata en las raíces de los Andes”.

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