miércoles, 7 de mayo de 2014

UNA VICTORIA PÍRRICA, PERO EN FIN, ES UN PASO DE AVANCE PARA LAS VÍCTIMAS DE LA VIOLENCIA LABORAL

¿Qué es el suicidio?

Es el último grito de rebeldía de un alma herida que busca amparo en el término de una vida de angustias y desesperación. En este caso les invito a leer el texto anexo, que va haciendo jurisprudencia y se une a los conceptos de considerar el acoso moral como accidente del trabajo. Claro y así entendemos que el acto no es un accidente del trabajo como tal, sino un resultado de una causa relacionada con una violencia extrema ejercida contra una persona que no puede resolver el problema sin ayuda y ante el miedo que le provocan las consecuencias de un acto cometido con o sin intención, pero que considera que tiene relación con su persona, termina por acabar con su vida y dar ese grito de angustia.

Es una pena que hechos como estos sucedan, pero como siempre cito al poeta, "se va haciendo camino al andar" En España, el tribunal reconoce el suicidio como un accidente de trabajo. El Tribunal Superior de Justicia de Cataluña hubo de considerar que el suicidio de un guarda forestal fue un accidente del trabajo causado por la presión que sufría en su empleo.

La justicia aceptó la argumentación expresada por la viuda y los hijos menores de este trabajador fallecido en 2012, en un proceso contra el Departamento de Agricultura del gobierno regional. Las autoridades, según la prensa, se negaron a pagar la pensión de viudez, porque defendían la tesis de que no se trataba de un accidente del trabajo, pero ahora el tribunal hubo de decretar que la viuda y los hijos tienen derecho a esas prestaciones.

El tribunal consideró que el origen de todo estuvo en un incendio sucedido un mes antes del suicidio en la región donde él trabajaba, “que lo dejó obcecado con la idea de que no había hecho las cosas como debía haberlas hecho”. El día de su muerte, la familia lo encontró a eso de las ocho horas de búsqueda, balanceándose de un árbol y la sentencia del tribunal expresó que dejó dos escritos, uno de ellos dirigido a sus superiores donde manifestaba su “preocupación con el incendio de Calviña, diciendo que había destruido su vida y la de su familia, que la administración estaba buscando un chivo expiatorio de no haber realizado los procedimientos correctos y que entonces ese chivo sería él mismo”.

Siendo el responsable de los guardas forestales de la región del incendio, el fallecido “ no vivía su trabajo con ansiedad, pero sí con intensidad, de forma obsesiva y siendo exigente consigo mismo”, así dice la sentencia. El día del incendio estaba libre, sin embargo se presentó a combatir las llamas como voluntario. El hijo contó a la policía que su padre dejó de dormir por las noches y vivía con miedo de ser responsabilizado de los hechos y apresado por tal motivo. Cuando asistió a la consulta médica, le diagnosticaron “un grado de ansiedad moderado por causa del trabajo”, recetándosele ansiolíticos.

El tribunal nota que el fallecido se dirigió directamente a sus jefes en este caso y considera que el diagnóstico médico, unido a su elevado grado de profesionalismo, consiste en “el nexo causal entre el acto de suicidio y su estado de ansiedad”.

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