jueves, 23 de abril de 2015

ESTRATEGIAS DE DESARROLLO PARA CUBA Y PARA EL EMPLEO.

Pongo en su consideración las opiniones vertidas por el Economista José Luis Rodríguez sobre los factores claves para el desarrollo de Cuba en el corto plazo. Por la longitud del trabajo, solamente tomé el final ya que es donde se tratan los aspectos relacionados con el empleo y el desarrollo.

Entre los aspectos a atender a corto plazo en la política económica diseñada en 2011 se destacan, por su importancia, el incremento de la eficiencia económica, la motivación por el trabajo y la distribución del ingreso, así como la creación de las condiciones infraestructurales y productivas que permitan el transito a una etapa superior de desarrollo.
A diferencia de la eliminación del desbalance financiero externo, que opera básicamente en la esfera de las relaciones económicas internacionales, en este caso se trata de aspectos en los que resulta determinante la acción de múltiples actores al interior de la economía nacional.
Con toda la complejidad que pueda presentar el tema financiero externo, la elevación de la eficiencia económica -en la que incide muy directamente la motivación por el trabajo y la distribución del ingreso- y la creación de condiciones infraestructurales y productivas para el avance del país son sin dudas las tareas más difíciles, pero a la vez imprescindibles en estos momentos, con vistas a lograr un crecimiento sostenible.
Como punto de partida para este análisis es necesario comprender que en el incremento de la eficiencia económica incide fundamentalmente el crecimiento de la productividad del trabajo. En la evolución de este indicador en Cuba han influido un conjunto de factores negativos que incluyen desde una estructura económica deformada creada antes de 1959, pasando por políticas económicas que no dieron los frutos esperados, hasta los negativos efectos del bloqueo estadounidense, por lo que se requieren muchos años y esfuerzos para compensar las negativas consecuencias de todo este cúmulo de factores.
De ahí que no sorprenda que, a pesar de lo avanzado, se registre un bajo incremento de la productividad del trabajo, el cual -según algunos estimados- solo alcanzó 0,4% como promedio anual entre 1959 y 2009.
A la luz de la experiencia puede decirse que en el crecimiento de este indicador intervienen dos grandes grupos de factores: por un lado medidas de organización del trabajo y por otro los efectos de las inversiones que incrementen la incidencia de la ciencia y la técnica en la producción de bienes y servicios.
En el período que transcurre a partir de 2009 han preponderado las medidas de organización del trabajo como vía para el incremento de la eficiencia productiva, que, en un estudio realizado en 2007, se estimó podrían incrementar hasta en 60% los niveles de productividad en nuestras condiciones.
Un primer elemento que se tuvo en cuenta fue la reducción del subempleo en el sector estatal, que inicialmente se estimó en torno a un millón 500 mil trabajadores cuyo contenido de trabajo no aseguraba una labor productiva para ocho horas.
Por supuesto, el elemento de mayor complejidad en estos años ha sido encontrar una salida apropiada al excedente laboral identificado, para lo cual la medida más significativa ha sido el crecimiento del empleo en el sector no estatal a través del trabajo por cuenta propia desde 2010 y de las cooperativas no agropecuarias desde 2013. También la distribución en usufructo gratuito de tierras ociosas ha operado en esa dirección.
A su vez, esta racionalización debía tomar en cuenta que alrededor del 51% de los empleados del Estado laboraban en el sector presupuestado, espacio que brinda importantes servicios a la sociedad pero que no crea valor en las mismas condiciones que una empresa. 
De tal modo, luego de un primer momento en que los ritmos de avance resultaron excesivos al plantearse la salida de 500 000 trabajadores en unos seis meses a la altura de 2011, se produjo, de acuerdo con la información del Anuario Estadístico de Cuba, una disminución en cuatro años del 14,7% del empleo estatal (unos 624 000 trabajadores) y se incrementó el empleo no estatal en 57,2%, hasta unas 471 000 personas.
Como consecuencia de estas transformaciones, el empleo fuera del Estado pasó del 16,2 al 26,3% entre 2009 y 2013, proporción que se espera llegue al 30% en el presente año y que pueda alcanzar 35% en el futuro próximo.
A su vez, ha sido notable el adelgazamiento de la estructura del Estado que se ha operado paralelamente a lo anterior, con reducciones del 34% en el número de ministerios y 27% en el de empresas hasta 2013, a lo que se añade una disminución del 20% en la cifra de cooperativas agropecuarias, en un proceso aún no concluido.
Para la medición de los impactos de esta significativa evolución aún no se tiene toda la información factual necesaria para llegar a conclusiones definitivas. No obstante, puede apreciarse que se produce una disminución de la actividad económica en la población, que baja de 75,4% en 2009 a 72,9% del total en 2013, fenómeno concentrado en las mujeres, cuya tasa desciende 3,7 puntos porcentuales.
Por otro lado, la desocupación se eleva de 1,7 a 3,3% en ese período. En este sentido habría que analizar por qué trabajan proporcionalmente menos mujeres y qué relación tiene ese fenómeno con un desempleo que aumenta, pero en una proporción menor que lo que cabría suponer, en lo cual pueden estar incidiendo factores que frenen el empleo femenino, condiciones laborales más favorables del sector no estatal y, por tanto, no demanda de empleo al Estado, o el efecto de las nuevas disposiciones migratorias del país vigentes a partir de 2013, entre otras consideraciones.
En todo caso resulta también notable el incremento del empleo fuera del Estado y particularmente en el caso del trabajo por cuenta propia, que pasó de 143 800 personas en 2009 a 478 951 al cierre de 2014, para un crecimiento de 3,3 veces. No obstante, esta expansión -si bien es una solución de empleo, en general, bien remunerado- no ha dado respuesta a la fuerza de trabajo calificada que resulta excedente en el Estado, algo sobre lo que se volverá más adelante.
Corresponde en estos momentos evaluar en qué medida el volumen de las inversiones y la retribución del trabajo han estado también presentes en esta etapa, antes de valorar el impacto de todo lo que puede haber incidido en el incremento de la productividad que se registra en los últimos cinco años.
1 Sobre estos aspecto puede verse de Jorge Mario Sánchez Egozcue: “Reestructuración incipiente del comercio exterior cubano”, en Economía cubana: Transformaciones y desafíos, Colectivo de autores, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2014.

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