sábado, 23 de mayo de 2015

A PROPÓSITO DEL ROL DE LA MUJER Y LA FAMILIA EN LOS ESPACIOS LABORALES

Ayer, viernes, 22 de mayo, en la Mesa Redonda en Cuba se trató el tema "familia y valores" y me llamó la atención que fundamentalmente se hablara de la familia hacia dentro y el rol de los padres y madres en los valores culturales, sociales de los hijos, para su participación en las actividades de la comunidad, en la escuela, pero no se trató el tema de algunos valores necesarios desde la niñez como son el de la disciplina, la solidaridad, la confianza en el otro en los futuros espacios laborales.

Me di, entonces, a la tarea de buscar otros abordajes en las redes globales y encontré que algunos psicólogos, sociólogos, investigadores de los Centros de Investigaciones cubanos, han trabajado en varios conceptos importantes y aunque no tengo todas las respuestas a mis interrogantes, al menos ya vamos acercando el dicho al hecho, sobre todo, el rol de la familia en el enfoque de género y la participación de la mujer en el entorno laboral, su doble inserción "laboral", una extra-muros y otra al interior de su casa. Cuántos temas interesantes se analizan y provocan el interés de la lectura y el fin de encontrar soluciones al mediano plazo a la importancia que tiene, al menos en Cuba, la mujer en los ámbitos laborales, teniendo en cuenta que somos la mitad de la población, el 60% de los cubanos y cubanas con nivel universitario y el 70% del personal de la salud y de la educación. Vale la pena dedicarle tiempo y esfuerzos.

Familias cubanas en transición: enfoques, polémicas y desafíos

 Lisandra Fariñas Acosta

"Si queremos entender la sociedad cubana en materia familiar, tenemos necesariamente que avanzar hacia otras miradas y reconocer la familia en su diversidad y complejidad".

Resolver el divorcio entre lo público (papel social) y lo privado (el hogar), es uno de los principales desafíos de la mujer cubana.

 Así comenzaba su diálogo con Granma la doctora, profesora e investigadora titular del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS), Rosa Campoalegre Septien, a propósito de su participación en el coloquio Familias y género en dinámicas transnacionales y locales, celebrado recientemente en Chile y que organiza el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales. Cuba llevó a debate la ponencia Familias cubanas en transición, apoyada en 30 años de investigación del CIPS y su grupo de estudio sobre la familia.

 Para la investigadora no existe un modelo único de familia cubana, dado que la diversidad y la complejidad familiar son las tendencias rectoras que caracterizan el panorama familiar. "Hoy estamos transitando de un modelo tradicional patriarcal hacia un modelo emergente, con una mayor democratización de las relaciones familiares, que proyecta otros estilos de comunicación y desdibuja roles tradicionales, especialmente en la maternidad y paternidad, las relaciones de pareja y con los hijos".

"No ha sido establecido, no es un modelo que impera, sino que lucha contra las formas tradicionales de relaciones familiares heredadas del modelo patriarcal. Precisamente, la impronta de esta contradicción marca la emergencia de un nuevo modelo más democrático, dialógico, intergeneracional y que se afianza en cambios estructurales".

El tamaño de la familia cubana ha disminuido, lo que ha ido acompañado de un replanteamiento de los propios límites del concepto de familia. "Se fortalece como subsistema de parentesco y lo cohabitacional cede. Así lo demuestran las nuevas configuraciones familiares, donde encontramos las llamadas uniones de techo abierto. El vínculo de la relación familiar y de pareja se mantiene y el espacio tradicional de hogar no", dijo.

En este sentido mencionó el impacto de la migración y la creación del hogar "glocal", que es aquel que se construye por las familias en situación de transnacionalidad cuando uno de los miembros abandona el hogar tradicional. "Sin embargo siguen siendo una familia que estructura nuevas relaciones y estrategias familiares a distancia".

"Una de las cuestiones que distingue a la familia cubana es su creatividad en el diseño de estrategias familiares de enfrentamiento, ante situaciones que convocan el esfuerzo familiar. Estas van desde el papel y la ampliación de la familia como unidad productiva en el sector no estatal hasta otras que refuerzan las redes familiares en Cuba y el exterior".

¿Es bueno o malo este modelo; es lo que queremos? "De-pende siempre de lo que se logre en materia de relaciones familiares y su conexión con la sociedad", puntualizó la investigadora.

Tomé entonces de otra entrevista, esta pregunta tan interesante:

¿Cuál es la perspectiva de la relación familia-sociedad, desde el punto de vista de la función socializadora, formadora del ciudadano que se aspira, en contradicción con un contexto de marcado envejecimiento poblacional, disminución de fuerzas productivas y un escenario económico que demanda mayor productividad para la mejora de condiciones de vida?

Isabel Louro Bernal: Las políticas sociales deben atender mejor la relación familiasociedad en su justa expresión y en sus diferentes ámbitos. En Cuba se están desarrollando acciones a nivel de la dirección del Estado y el Gobierno y en particular en los organismos implicados con la educación y atención a la familia.

No se puede pretender que solamente la familia, como institución social, pueda revertir procesos de envergadura a escala social como el envejecimiento poblacional, la disminución de fuerzas  productivas, los problemas de educación, migración, etc. Estos procesos demográficos, económicos, educativos son expresiones de complejas interacciones sociales. La familia no está aislada de las influencias de los determinantes sociales de los diversos contextos en los que se desarrollan sus integrantes y se enfrenta a la vida cotidiana con las más  crudas expresiones de las crisis sociales, ya que en tanto instancia de intermediación social, en ella impactan los cambios muy rápidamente y con gran intensidad.

No se trata de ver la familia como víctima, tampoco de justificar deformaciones en la formación individual, ilegalidades, ni doble moral. En la familia se cumplen importantes funciones y a ella le toca una buena parte de la construcción social, de la identidad de nación, de la transmisión de valores culturales e históricos, de la formación de un buen ser humano, lo cual no se da en un ideal hipotético, como si la familia no la integraran personas partícipes de la trayectoria de esta sociedad, que refleja los momentos históricos del desarrollo de nuestro modelo social, lo que determina contenidos y formas diversas de cumplir esas funciones, en correspondencia con el estrato social y el modo de vida familiar.

El fomento paulatino de la producción en el país, la capacidad de sostenimiento y desarrollo de la familia, con sus propios esfuerzos y en el territorio nacional, recuperará la posibilidad de establecer proyectos de vida personales y de unidad familiar para un futuro compartido, lo que potenciará la relación familia–sociedad en una dirección muy favorable que impactará otras esferas de la sociedad.

La mejora de las condiciones de vida y trabajo, de educación, salud, seguridad y asistencia social, la estimulación laboral y salarial, la apertura a la inversión y al retorno del emigrado cubano, con políticas inclusivas, de equidad, que atiendan las diferencias, debe estimular la fecundidad, mejorar la calidad de vida familiar, la fragilidad propia de los adultos mayores, revertir procesos de desmotivación por el trabajo y de desarraigo.

Y por último, otro investigador Ramón Rivero Pino dice lo siguiente:

La sociedad cubana debe prestar atención especialmente a:

·         Potenciar la conciencia crítica sobre el rol de hombre y mujer, identificando las expropiaciones que estos han sufrido a través de la historia. El contenido de los roles masculino y femenino ha sido permeado por un conjunto de normas y expectativas socialmente establecidas que han limitado el desarrollo de estos como personalidades autónomas y coherentes.

·         Desarrollar conciencia crítica en relación con la contradicción entre lo asignado culturalmente a la constitución de los roles familiares y lo que de ello favorece o no al desarrollo humano. En este sentido, el contenido de los roles familiares y de género se distancia de las características objetivas observables que favorecen su relación. Es importante lograr que las personas identifiquen los puntos de ruptura entre estos elementos para que estén en capacidad de encontrar las soluciones correspondientes.

·         Generar espacios de reflexión grupal sobre la influencia de la problemática de género en las pautas de crianza familiar (comunicación, límites-autoridad, espacios, entre otras) que permitan cuestionarse algunas distorsiones frecuentes y elaborar posibles vías de solución. Las pautas tradicionales de crianza familiar no influyen siempre positivamente en la relación entre los diferentes miembros de las familias, y específicamente esta dificultad se puede encontrar asociada a los estereotipos de género ya que las formas y estilos educativos respecto al sexo y género varían, lo que genera malestares y hasta sufrimientos que derivan en conductas no deseadas con las consiguientes afectaciones psicológicas y sociales en general.

·         La conciencia crítica grupal en relación con la contradicción entre las potencialidades del poder en nuestro sistema social como vía para promover la equidad de género y el insuficiente despliegue de estas potencialidades en las relaciones entre hombres y mujeres a nivel de vida cotidiana. A nivel de vida cotidiana las diferentes formas del poder: económica, política, ideológica, reproducen los estereotipos y tabúes sexistas, y a pesar de lo jurídicamente proclamado y de lo políticamente llevado a la práctica de nuestro proyecto social, muchas personas no reconocen el contenido de esta contradicción y promueven formas discriminatorias.

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