lunes, 1 de febrero de 2016

TEMAS RELACIONADOS CON LA TEMÁTICA LABORAL Y DE SEGURIDAD Y SALUD DE LOS TRABAJADORES



Aunque en cierto sentido podamos o no estar de acuerdo con algunas conclusiones del segundo artículo en cuanto a la flexiguridad o flexiseguridad como vía de garantizar seguridad en el empleo, pongo en su conocimiento estos temas para debate. 

Desplazarse en bici no sólo ayuda a integrar la actividad física en la vida rutinaria de las personas, sino que también contribuiría a disminuir los niveles de contaminación y ruido
Hoy en día nadie duda de que el movimiento sea vida. Aun así, un tercio de la población adulta mundial es físicamente inactiva. Una de las razones de esta inactividad se debe al modo de transporte escogido a la hora de desplazarnos. Concretamente, desplazarse en coche se asocia al aumento de peso y a la obesidad, debido a su contribución a un estilo de vida sedentario. Por ello, la implementación de políticas de movilidad que promuevan modos de transporte activos, como andar o ir en bicicleta, es crucial para incrementar los niveles de actividad física de la población. Dinamarca y los Países Bajos son ejemplares por sus políticas anticoche —como la reducción de plazas de parking— y probicicleta —como la inversión de la mayor parte de su presupuesto vial en infraestructuras ciclistas—. Estos países cuentan con un 20% de ciclistas, frente otros países, como España, que apenas llegan al 5%.
El estudio TAPAS (siglas en inglés de Transporte, Contaminación Atmosférica y Actividad Física) recogió los patrones de movilidad y los niveles autorreportados de actividad física de 752 adultos de la ciudad de Barcelona durante un año (entre junio del 2011 y mayo del 2012). Con esta información, se quiso determinar si el hecho de ir en bicicleta al trabajo, el desplazamiento que hacemos con más frecuencia, aumentaba el nivel global de actividad física (es decir, se sumaba a otras actividades) o bien sustituía a otras actividades del día a día.
Los resultados, publicados este año en la revista American Journal of Preventive Medicine, muestran cómo la gente que va en bicicleta al trabajo hace dos horas más de actividad física de intensidad moderada a la semana que los que van con coche o moto. Es decir, los niveles de actividad física logrados durante el desplazamiento en bicicleta al trabajo se suman a los niveles haciendo otras actividades no relacionadas con el transporte.
El estudio demuestra cómo la actividad física extra que se hace yendo en bicicleta al trabajo es casi igual a la cantidad mínima recomendada para promover y mantener la salud física (por ejemplo, reduciendo el riesgo de una enfermedad crónica), según organismos como la Asociación Americana del Corazón o la Organización Mundial de la Salud. Esto equivale a 150 minutos repartidos en toda una semana, que equivaldría a 30 minutos al día durante los cinco días laborales de una semana.
Puesto que casi la mitad de los desplazamientos hechos en coche en Europa cubre distancias inferiores a cinco kilómetros, la inclusión de la bicicleta como modo de transporte sería una intervención costo-efectiva, siempre asumiendo la provisión de infraestructura apropiada. Además, ir en bicicleta al trabajo no sólo ayuda a integrar la actividad física en la vida rutinaria de las personas, sino que también constibuiría a disminuir los niveles de contaminación y ruido, los accidentes de tráfico y la ocupación del espacio público.
Fuente: EL PAÍS


El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo insiste en que los países apliquen el 'Programa de Trabajo Decente'
TAGS: Gestión | Global
¿Cómo moviliza la sociedad los fondos para cubrir a una población cada vez mayor que no siempre tiene trabajo, incluir a quienes trabajan fuera del sector formal, dar cabida a los nuevos participantes en el mercado laboral (en particular los migrantes) y proporcionar cobertura a quienes no pueden trabajar? En tales circunstancias, tal vez sea necesario establecer un nuevo contrato social que implique un diálogo a una escala mucho mayor que la que se practicó durante el siglo XX. Es la propuesta lanzada por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en su último informe ‘Trabajo al servicio del desarrollo humano’.
Los autores señalan como Dinamarca está dando pasos en esta dirección, al ofrecer seguridad junto con la actualización y el perfeccionamiento de las competencias en un mercado del trabajo cada vez más flexible. Al respecto señalan como el mercado laboral danés ha incorporado lo que suele conocerse como ‘flexiguridad’ esto es, la coexistencia de la flexibilidad -en forma de bajos costos de ajuste para los empleadores y los empleados- y la seguridad-producto derivado de la sólida red de seguridad social en Dinamarca-, lo que garantiza un alto nivel de cobertura y tasas de reemplazo (con respecto a salarios). El principal objetivo de la flexiguridad es promover la seguridad en el empleo por encima de la seguridad del puesto de trabajo, lo que implica que la protección se centra en los trabajadores y no en sus empleos. Por consiguiente, los empleadores se benefician de todas las ventajas de una mano de obra flexible, al tiempo que los empleados pueden disfrutar de una sólida red de seguridad social que se aplica a través de políticas activas del mercado de trabajo.
El informe se pregunta, y pasa revista en su contenido, sobre la calidad del trabajo en los mismos términos que viene haciendo desde hace varios años la OIT y muchas de las personas que tienen una actividad laboral pero que carecen de elementos cualitativos que acompañen al elemento cuantitativo, ciertamente importante, de la remuneración económica: “¿Es seguro el trabajo¿ ¿Se sienten las personas satisfechas en el trabajo? ¿Hay perspectivas de progreso? ¿Posibilita el empleo un equilibrio flexible entre el trabajo y la vida personal? ¿Hay igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres?”, son cuestiones que plantea el profesor Eduardo Rojo de la Universidad Autónoma de Barcelona.
Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, en una época de producción globalizada, es posible que las políticas y los contratos sociales nacionales ya no sean viables si no tienen en cuenta los compromisos mundiales. Con este objetivo señala que un pacto a escala global requerirá la movilización de todos los interlocutores -trabajadores, empresas y gobiernos- a escala mundial, el respeto efectivo de los derechos de los trabajadores y la preparación para negociar acuerdos en todos los niveles. Ello no requeriría el establecimiento de nuevas instituciones, sino que bastaría con reorientar la atención de los foros internacionales consolidados.
El PNUD insiste en que los países apliquen el Programa de Trabajo Decente que sintetiza en cuatro pilares:
1) Creación de empleo y fomento de la empresa. Implica reconocer que el empleo es una de las principales vías para salir de la pobreza y que la economía debe generar oportunidades para la inversión, el emprendimiento, la creación de empleo y los medios de vida sostenibles.
2) Normas y derechos en el trabajo. Los ciudadanos necesitan oportunidades de representación para participar, expresar sus opiniones a fin de obtener derechos y ser respetados. La labor normativa de la Organización Internacional del Trabajo es esencial para el cumplimiento y la medición del progreso.
3) Protección social. La protección social básica, como la asistencia sanitaria y la seguridad en la jubilación, es un pilar fundamental para participar de forma productiva en la sociedad y la economía.
4) Gobernanza y diálogo social. El diálogo social entre los gobiernos, los trabajadores y las empresas puede resolver importantes problemas económicos y sociales, fomentar una buena gobernanza, establecer relaciones laborales sólidas e impulsar el progreso económico y social.
Fuente: La Celosía

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