lunes, 20 de febrero de 2017

GUATEMALA: CABLES, LAZOS Y PLANCHAS EN EL MALTRATO A NIÑAS Y NIÑOS



Guatemala, febrero (SEMlac).- A la niñez guatemalteca se le corrige a golpes, a patadas, a gritos. Niños y niñas ingresan quemados a las salas de los hospitales, con los huesos rotos y hematomas en el cuerpo porque la madre, el padre, el tío o el padrastro se enojaron.
Un total de 14.000 niños y niñas a su corta edad tuvieron que enterarse el año pasado de lo que era el Ministerio Público (MP), después de que la mano adulta los lastimara sin piedad con alambre eléctrico, palos, lazos, planchas calientes y hasta hierros.
En el peor de los casos, muchas y muchos pequeños contaron cómo eran abusados sexualmente y amenazados de muerte si de su boquita salía una sola palabra.
Y el maltrato se hace más palpable cuando llega al extremo de arrancarles la vida de un tajo.
Parientes cercanos a los niños y niñas tuvieron que llegar a recoger los cuerpos inertes al Instituto Nacional de Ciencias Forenses (INACIF), donde se les reportó la manera en que los pequeños perdieron la vida. Las manos de los médicos forenses tuvieron que trabajar el año pasado sobre los cadáveres de 1.163 menores. El médico forense Sergio Rodas asegura que la mayoría de ellos sufrió asfixia por estrangulamiento, sumersión o suspensión, heridas por arma blanca o por arma de fuego, o un trauma craneoencefálico.
¿Pero por qué la niñez guatemalteca es más vulnerable que la de los otros países de Centroamérica? Leonel Dubón, de Casa Refugio de la Niñez, contesta tajante: porque para el Estado tener menos de 13 años en este país equivale a no existir.
Niñas y niños no son prioridad para el Estado, que viene a preocuparse por las personas jóvenes cuando ya han entrado a formar parte de las pandillas, porque no los protegieron cuando eran pequeños y sufrían violencia intrafamiliar.
De acuerdo con datos reportados por el MP, en 2016 hubo, además de las 14.000 denuncias recibidas por maltrato físico, 7.000 por violencia sexual, algo que tiene preocupadas a las autoridades de esa institución encargada de la persecución penal.
La fiscal General Thelma Aldana, en su afán de llevar a prisión a quienes agredan a un niño o una niña, se vio en la necesidad de abrir una fiscalía que conociera solo hechos de violencia contra la niñez. De hecho, Nery Rodenas, representante de la Oficina de los Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala (ODHAG), tiene en sus manos un documento que demuestra que a Guatemala poco le interesan los niños, ya que invierte en ellos solo 3,1 por ciento de su Producto Interno Bruto respecto a El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panamá, que les asignan a sus pequeños un seis por ciento.
"La forma en cómo la sociedad guatemalteca concibe el ser niño, niña o adolescente está influenciada por una cultura autoritaria, machista, discriminatoria y excluyente, que los visualiza como seres con mínimos derechos y que posterga su pleno goce hasta la mayoría de edad", comenta Rodenas. Año tras año, desde 1998, la ODHAG ha monitoreado la violencia que sufre la niñez guatemalteca.
En estos 18 años, en cada uno de sus informes anuales, nada es más sobresaliente y persistente que los golpes en la casa, los abusos sexuales que ocurren entre las cuatro paredes del hogar y los gritos proferidos a niñas y niños desde que sale hasta que se oculta el sol. De ahí que a Rodenas le disguste que el Estado nunca atienda las recomendaciones de la ODHA de proteger los derechos de la niñez a no ser maltratada ni violentada en sus derechos humanos y con ello evitar una niñez vulnerable.
La Fundación Sobrevivientes, mediante su directora Claudia Hernández, hace su sumatoria y estima que a nivel nacional en 80 por ciento de los hogares guatemaltecos ocurre algún tipo de maltrato, del cual los más afectados son, en su orden, mujeres, niñas, niños y personas de la tercera edad.
Si años atrás se reportaba maltrato y abuso a niñas y niños de cinco a 10 años, Claudia se horroriza de ver que se ha llegado a extremos de tener que realizarles pruebas de maltrato y abuso a bebes de seis meses. El continuo monitoreo sobre la situación de los derechos de la niñez y adolescencia guatemalteca por la ODHAG logró detectar, además, que entre más corta es la edad de las y los menores, más violencia se ejerce en su contra, como consecuencia de su indefensión y dependencia de los adultos
El MP cuenta con expedientes que reportan una niñez golpeada con cables de transmisión de electricidad, cuerpos lacerados con lazos, cintos o palos y manos marcadas porque han sido amarradas a la cama como castigo.
Otras cicatrices más tatúan los cuerpos de la niñez: la planta de los pies o las manos quemadas con planchas o en las hornillas de la estufa; el MP señala a las madres como las principales agresoras.
El padre, padrastro, tío o abuelo se convierte en el maltratador porque, si bien no suelen estar todo el tiempo con las y los infantes, cuando conviven con ellos los insultan, los golpean o abusan de ellos. A Leonel Dubón le decepciona que en este país se hayan creado instituciones para atender la niñez víctima y que no cuentan con un solo centavo para funcionar. Existe una Procuraduría de la niñez, la Secretaría de Bienestar Social de la Presidencia y la Comisión Nacional para la niñez, pero ninguna de ellas puede operar si no cuenta con fondos, destaca.
El ministro de Prevención del Delito del Ministerio de Gobernación, Axel Romero, busca sensibilizar a la niñez de las áreas marginales con actividades para que no se incorporen a grupos delictivos, pero para Claudia Hernández la causa es más estructural, es un problema de atención desde el interior de sus hogares. Marco Antonio Garavito, de la Liga de Higiene Mental, sabe que cuando niños y niñas abusadas alcanzan la pubertad, muchos reproducen los patrones violentos y eso les hace involucrarse en las pandillas.
Actualmente, cerca de 19.000 adolescentes conforman esos grupos criminales que tienen de rodillas a pilotos de transporte, propietarios de negocios y comunidades enteras, ya que, a través del recurso del terror, se agencian de fondos para poder vivir. Extorsionan, amenazan, asesinan a sangre fría si la población no cumple con sus solicitudes.
"Pero qué esperábamos, si ser niño o niña en Guatemala es ser un ciudadano de tercera categoría, el que está al final de la lista de pendientes del Estado", sostiene Dubón.

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