viernes, 10 de febrero de 2017

ME PARECIÓ TAN MOTIVADOR EL TEMA QUE LO TRAIGO A MI BLOG.

No solamente se puede hablar de las relaciones laborales en cuanto a lo que sucede "intramuros", sino hay que también reconocer las implicaciones de otros factores, objetivos y subjetivos, en las motivaciones para asistir todos los días al trabajo. No se trata de extender la jornada más allá del tiempo reglamentado, porque tampoco es considerado "un triunfo laboral" el estado de agotamiento con el que muchas personas terminan en la semana por haber trabajado más tiempo que el establecido con el fin de cumplir una tarea. A veces esto ocurre por no haberse estudiado a profundidad el contenido de trabajo de todos los que se encuentran en un puesto determinado, en una entidad, departamento o área, y simplemente, unos terminan agobiados y otros "extenuados" por no haber hecho nada durante las horas de trabajo. 
Traigo el artículo para continuar analizando en otro momento estas cuestiones que tocan los llamados "factores organizacionales en el medio ambiente laboral".

  ACERCA DEL TRABAJO. ¿CUÁNTO ME CUESTA IR TODOS LOS DÍAS?
Alina M. Lotti. Publicado en www.cubasi.cu

Para algunos significa “una responsabilidad social, un compromiso”. Otros, en cambio, lamentan no tener edad para la jubilación.
Al margen de planes, programas y objetivos, la “filosofía” sobre el trabajo que tiene el director de una entidad de ingeniería y proyectos en el centro del país (Ciego de Ávila) fue lo que más me llamó la atención, pues defiende la idea de que “la gente debe tener todos los días deseos de levantarse y de llegar temprano”, o lo que es igual, “deben estar motivados”.

“Buen salario y alimentación, así como brindar una atención adecuada”, constituye una trilogía indispensable para alcanzar el éxito, según el parecer del directivo.

Si bien para algunas personas el trabajo resulta “superimportante” y a ello condicionan muchos aspectos de la vida, otras sufren, por así decirlo, a la hora de levantarse todos los días para cumplir con este compromiso ciudadano, y lamentan constantemente el no tener la edad para la jubilación.

En ello influyen razones de todo tipo, entre las que no faltan, además de los malos hábitos, la ausencia de responsabilidad y de otros valores morales que se aprenden en el hogar, en la familia y, sobre todo, con el buen ejemplo de los padres y progenitores.

Estudios sobre las motivaciones laborales arrojan aspectos como el hecho de que los empleados deben sentir que son parte de la empresa (u otras entidades y organismos); que sus opiniones son tenidas en cuenta; que aprenden y se superan en relación con la actividad que realizan; en fin, que se sienten partícipes de la labor cotidiana.

Claro que a ello se suman otras no menos importantes, como el salario y el ambiente (físico-emocional) laboral, donde un rol importantísimo lo desempeñan los jefes, así como otras autoridades intermedias.

Propiciar y contribuir a la unidad, generar confianza, comprensión, y expresar interés por la salud y el bienestar de los subordinados “es también un factor indispensable para sentirse estimulados”, señaló una joven que acaba de finalizar su contrato, precisamente por “sufrir” lo contrario en su puesto laboral.

En nuestro país, por ejemplo, el Ministerio de Educación —un sector casi mayoritariamente integrado por mujeres— ha exhortado en los últimos años a mantener en las escuelas la armonía necesaria en claustros de maestros y profesores.

Un titular publicado hace algunos años —hasta cierto punto simpático— por una colega, decía así más o menos: ¿Qué ocurriría si un día las educadoras de los círculos infantiles no asistieran? Analicemos el caso, las consecuencias no serían felices.
 De ahí la importancia de que en las escuelas (de todos los niveles y enseñanzas) el clima sea agradable, que los consejos de dirección tengan en cuenta las dificultades de sus trabajadoras, pues muchas tienen hijos pequeños o ancianos que cuidar.
Y ese llamado a ser flexibles, precisamente, lo que busca es una mayor comprensión para que cada quien, desde el “pedacito que le toca”, pueda cumplir con eficiencia su labor.
Un aspecto no menos importante es la relación subordinado-jefe, y el compromiso moral que se establece entre ambos. “Cuando un dirigente se preocupa por las necesidades de su gente y actúa en correspondencia con ello, cualquiera  trabaja más horas de las que debe”, aseveró Magaly, del sector bancario.
Si el empleado trabaja a gusto, en un ambiente digno; si percibe el afecto de aquellas personas que lo dirigen; si siente que su quehacer cotidiano resulta válido, entonces seguramente lo hará bien, y sus niveles de productividad no serán de los más bajos.
“Al trabajo no se puede ir solo por obligación, al trabajo hay que ir todos los días con la idea de ser útil”, aseguró Daniel, un hombre que, en edad de retiro, aún se mantiene activo.
El asunto tiene mucha tela por donde cortar y merece la pena abordarlo, teniendo en cuenta lo que aporta “el trabajo” desde el plano de la satisfacción individual, profesional, pero también de sus implicaciones para la economía del país.  

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