viernes, 22 de febrero de 2019

ANTE TANTO ABUSO CONTRA LA INFANCIA Y LA JUVENTUD, EL PAPA FRANCISCO LLAMA A UNA CUMBRE CONTRA LA PEDERASTÍA


Cumbre histórica en el Vaticano para hablar de pederastia
El papa Francisco pidió este jueves a los líderes de la Iglesia de todo el mundo que tomen “medidas concretas” contra la pederastia al abrir en el Vaticano una cumbre histórica sobre el fenómeno que sacude a la institución.
El pueblo de Dios nos mira y se espera no obvias y simples condenas sino establecer medidas concretas y eficaces“, instó el pontífice al hablar ante unos 200 líderes religiosos.
“Escuchemos el grito de los niños que piden justicia”, clamó el papa al invitar a patriarcas, cardenales, arzobispos, obispos y superiores religiosos a encarar la “plaga de los abusos sexuales” cometidos por miembros de la Iglesia.
Se trata de la primera vez en la historia que los líderes de la Iglesia católica se reúnen a pedido del papa para hablar de un crimen odioso, que ha minado la credibilidad de la institución en todos los continentes y que ha sido encubierto y negado durante décadas.
“Pido al Espíritu Santo que nos ayude en estos días a transformar ese mal en una oportunidad para tomar consciencia y como purificación”, dijo.
La jornada se inició con un momento de oración seguido de un desgarrador video con los testimonios de 5 víctimas de los 5 continentes y las palabras de introducción del papa, cuyo pontificado se ha visto ensombrecido por la multiplicación de denuncias en Estados Unidos, Chile, Australia, España.
El pontífice latinoamericano desea cambiar la mentalidad de los obispos con un método muy jesuita, a través de tres días de debates, discursos, reuniones intercaladas con oraciones, pero sobre todo escuchando los conmovedores testimonios de víctimas de abusos sexuales.
“Nuestra comunidad debe saber que lo estamos haciendo seriamente. Vamos aser los paladinos de su seguridad, la de sus hijos y sus jóvenes. Vamos a dar hasta la vida por el rebaño que nos han confiado”, instó a los asistentes el arzobispo maltés Charles Scicluna, entre los mayores expertos sobre el tema y uno de los organizadores de la cumbre.
Desde que estallaron los primeros escándalos hace unos 35 años, la jerarquía de la Iglesia católica ha tomado una serie de medidas preventivas, adoptado leyes, pedido perdón y lanzado condenas, pero sin lograr que desaparezca la llamada “cultura del encubrimiento”, es decir del silencio.
Las leyes canónicas reconocen un vínculo teológico, como el que se tiene con el padre, entre el obispo y sus sacerdotes, lo que representa un aspecto muy difícil de cambiar, explicó el alemán Hans Zollner al hablar de los principios que rigen a los más de 5 000 obispos con los que cuenta hoy en día la Iglesia católica.
“Nuestra falta de respuesta al sufrimiento de las víctimas, llegando a rechazarlas y a encubrir el escándalo para proteger a los autores y a la institución, ha dejado una profunda herida en nuestra relación con aquellos a quienes hemos sido enviados a servir“, reconoció durante las labores el cardenal filipino Luis Antonio Tagle.
Es justamente el tema de la rendición de cuentas el que se abordará el viernes, mientras el sábado se hablará de la transparencia.
El discurso que pronunciará el papa el domingo como conclusión del encuentro genera muchas expectativas.
Pese a la mano dura prometida y a la introducción del delito contra menores al inicio del pontificado, Francisco no ha logrado en estos seis años el apoyo concreto de los episcopados para combatir la pederastia con armas judiciales civiles, con algunas excepciones.
Los organizadores de la cumbre esperan por ello que anuncie una serie de medidas a corto, mediano y largo plazo.
Medidas que para las víctimas y las organizaciones que los representan, no pueden esperar.
“Pedimos que se apliquen con rigor y rápido las leyes que existen. Que se entreguen esos criminales a la justicia civil. No sólo a los que abusan sino también a los que encubren”, clamó el chileno Juan Carlos Cruz, una de las doce víctimas de varias partes del mundo recibidas el miércoles en el Vaticano.
Por ello, paralelamente a la cumbre vaticana, han organizado una contra-cumbre en Roma con víctimas de todos los continentes que cuenta con el apoyo de organizaciones internacionales antipederastia como Snap y Eca, y que incluye conferencias, marchas y vigilias.
“El tiempo de las palabras ha pasado. Queremos actos concretos, ver aplicar medidas contundentes en pocas semanas”, resumió el italiano Francesco Zanardi, de la Red L’Abuso.

¿ACTO FALLIDO O DESPRECIO A LOS POBRES? ASÍ TITULA FREI BETTO ESTAS NOTAS


El día de su toma de posesión, Bolsonaro leyó un discurso en el balcón del Planalto.[1] La versión original del texto, distribuida previamente a los medios de comunicación, contenía la afirmación de que las inversiones en la educación podrían atenuar las diferencias entre ricos y pobres en Brasil.
Nuestro país es el noveno más desigual del mundo, y el primero en la América Latina. El año pasado, según Oxfam, el 1% más rico de la población se apropió de más del 25% de la renta nacional. Y la suma de las riquezas del 5% más rico era igual a la del 95% restante de la población.
Un 80% de los brasileños (165 millones de personas) sobrevivían con entradas inferiores a dos salarios mínimos al mes (1 996 reales).[2] Y el 0,1% de los más ricos concentraba en sus manos el 48% de la riqueza nacional. El 10% más rico se quedaba con el 74% de la riqueza nacional. Y el 50% de la población (104 millones de brasileños) se dividían el 3% de la riqueza del país. Añádase que Brasil es el país más violento del mundo. En 2017 ocurrieron 63 880 asesinatos. La causa principal de la violencia es la desigualdad social.
Esta es la versión del texto entregado a Bolsonaro: “Por primera vez, Brasil priorizará la educación primaria, que es la que realmente transforma el presente y el futuro de nuestros hijos y nietos, al disminuir la desigualdad social”.
Desde lo alto del balcón, Bolsonaro puso un punto después de la palabra “hijos”. Omitió la referencia a la reducción de la desigualdad social. Y al pronunciar su discurso ante el Congreso tampoco tocó el tema del combate a la pobreza.
Al preguntárseles, los asesores del presidente dijeron que había sido un lapso. “Debe habérselo saltado, porque habría sido bueno referirse a la desigualdad”, intentó explicar el general Augusto Heleno. “No es fácil leer un discurso así. De repente, las letras comienzan a confundirse…”, concluyó el militar.
Lo cierto es que Bolsonaro no traicionó su inclinación ideológica: sabe que la desigualdad social es real, pero considera que referirse a ella es una concesión al “marxismo cultural”. Porque hablar de desigualdad implica querer combatirla. Y para eso es necesario buscar sus causas. Son obvias: el sistema económico depredador que hace a los ricos cada vez más ricos y a los pobres cada vez más pobres.
En la apertura de Davos este año, Oxfam dio la noticia de que en 2018 los más ricos del mundo vieron aumentadas sus fortunas en 12%, mientras que la renta de los más pobres disminuyó 11%. Y la Cepal anunció que la miseria creció en la América Latina en los últimos años: en 2017 alcanzaba a 63 millones de personas, poco más del 10% de la población continental.
Ya que no se pretende reducir la desigualdad social, ni siquiera mediante el perfeccionamiento de la educación o el aumento de la oferta de empleo (tema también omitido por el presidente), hay que intentar disimularla. Para ello existen varios recursos ideológicos, ya que no hay milagro que haga desaparecer las favelas, los mendigos, los habitantes de la calle, los cuerpos tumbados en las aceras, en fin, los 100 millones de brasileños que sobreviven con menos de dos salarios mínimos mensuales.
El recurso más empleado para naturalizar la pobreza es el religioso. Las cosas son así porque Dios lo quiere. Pero quien vive conforme a los preceptos de la fe alcanza la prosperidad. Basta con trabajar duro, dejar de fumar y beber, limitar el número de hijos y, si es necesario, practicarse un aborto, como defiende Edir Macedo.
Lo importante de esa inclinación ideológica es aceptar que la riqueza es una bendición divina y que no se debe pretender reducirla mediante políticas que propicien la distribución de la renta. Y la pobreza es una señal de maldición…
El único problema es que no se conoce ningún pueblo que haya soportado la desigualdad por largo tiempo. Hay un momento en que los pobres reciben la ostentación de los ricos como una ofensa. Entonces descubren que son mayoría y que tienen en sus manos un poder que, hasta el día de hoy, ninguna fuerza bélica ha sido capaz de superar.

NUESTRA CONSTITUCIÓN ES EL REFLEJO DE LA JUSTICIA SOCIAL


Este domingo 24 de febrero el pueblo cubano volverá a hacer historia. Millones de ciudadanos acudiremos a las urnas para ejercer el democrático derecho de votar por los destinos de una Constitución que ha sido fruto del más colectivo de los ejercicios de pensamiento. Pocas veces un pueblo de nuestro mundo ha tenido la posibilidad, que responsablemente ejercimos, de debatir y proponer públicamente cambios a la Carta Magna de la nación.
Fruto de ese saber popular es el texto que va a referendo este día histórico de la Patria. En él se mezclan, precisamente, ese legado patriótico que forjaron nuestros bisabuelos, abuelos y padres con la práctica presente y los sueños futuros de la Patria. Podremos blasonar que tendremos una Constitución moderna, fortalecida, abarcadora. Una Constitución que responde a su tiempo, está enraizada en la realidad política, económica y social cubana actual. Un texto de avanzada, que expresa los necesarios cambios que requería su normativa, como reflejo de la madurez, dinámica y grado de desarrollo alcanzado por la sociedad cubana actual.
Una Constitución que reafirma como piedras angulares al socialismo y la justicia social junto a la dignidad y la igualdad plena de todos los seres humanos. Que amplía derechos y reafirma conquistas; a la vez que abre caminos para conquista nuevas, como señal de perdurabilidad y visión de futuro de la Revolución Cubana. Una Constitución que reafirma que todas las personas tienen derecho a la vida, la integridad física y moral, la libertad, la justicia, la seguridad, la paz, la salud, la educación, la cultura, la recreación, el deporte y a su desarrollo integral. Que condena el racismo y las discriminaciones.
Una Constitución que hace valederas formas de propiedad y gestión experimentadas en esto tiempos y que ya son realidades en el panorama socioeconómico del país. Que pone a la Ciencia, la Tecnología y el Conocimiento en los justos lugares que les toca en nuestra concepción social. Que privilegia los derechos de niños, jóvenes, mujeres.
Una Carta Magna que regula de modo expreso derechos esenciales y básicos que quedaban omitidos o no regulados de manera clara en la Constitución precedente, como el derecho a la vida, la integridad física y moral y los derechos inherentes a la personalidad. Que reconoce amparo y cobertura constitucional, que refrenda la prohibición de la tortura, tratos o penas crueles, inhumanas y degradantes, y las desapariciones forzada de las personas. Que introduce nuevos derechos como el derecho al acceso a la información pública y a recibir información veraz, objetiva y oportuna, el derecho al agua, a la alimentación sana y adecuada, a la vivienda adecuada y a un hábitat seguro y saludable, el derecho al medio ambiente sano y equilibrado, el derecho de los consumidores.
Una Constitución que privilegia a los municipios, los cuales adquieren mayor relevancia a partir del reconocimiento de su autonomía, la que ejercen en correspondencia con los intereses de la nación. Al mismo tiempo que se establecen las garantías a los derechos de petición y de participación popular local como expresión genuina del ejercicio y control democrático del poder.
Aquí están mezclados todos nuestros sentires y todos nuestros saberes. Aunque por supuesto, nunca un texto de esta magnitud puede recoger todos los deseos; mas bien sí, todos nuestros consensos. Lo que hemos logrado plasmar en esa Ley de Leyes refleja un crecimiento cualitativo de nuestra sociedad y una madurez consecuente de nuestra Revolución.
Por todos esos valores, por todas esas razones; por lo que significa en estos tiempos defender nuestra Ley, nuestra Independencia, nuestra Soberanía, nuestra Dignidad; porque somos partícipes activos, críticos pero fieles, de la inmensa obra humana que en 60 años hemos construido en medio de los más inimaginables desafíos, este 24 de febrero CUBADEBATE VOTA SÍ.
Y YO, CUBANA, HIJA DE ESTE PUEBLO, TAMBIÉN VOTARÉ SI POR CUBA, SI POR MI CONSTITUCIÓN, SI POR LA PATRIA.