Los muros se multiplican en Europa contra el mayor éxodo humano desde la II Guerra Mundial
Refugiados kurdos sirios pasan un niño sobre una cerca en la frontera húngaro-serbia, cerca Ásotthalom, Hungría .- REUTERS / Laszlo Balogh
Poner alambradas de espino a la Europa sin fronteras es la única solución implementada por los Estados miembro de la Unión Europea a la crisis de los refugiados.
Salta a la vista, no obstante, que no merece el nombre de solución.
Desde que estalló la guerra en Siria, hace ya cuatro años, el goteo de refugiados que llegaban a la UE con destino final Alemania o Suecia se ha convertido en una auténtica riada que desborda a los países más pobres. Pero las bombas y las balas no son el único motivo por el que se huye de un país. El hambre, el arma más mortífera del planeta, sigue azotando los países africanos, que sumado a los distintos conflictos armados, ha generado el éxodo que llena de cadáveres el Mediterráneo. El mayor éxodo humano desde la II Guerra Mundial tiene varias etapas hasta su fin, y entre ellas, varios obstáculos que sortear.
Erdine (Grecia-Turquía)
Valla entre la frontera turca y griega, cerca de Erdine.
Lesovo y Kraynovo (Bulgaria-Turquía)
Valla fronteriza entre Turquía y Bulgaria en la localidad de Kraynovo.- FRONTEX
Desde que se levantó la valla de Erdine, Bulgaria pasó de recibir unos cientos de refugiados e inmigrantes al año a contar 11.500 en 2013. Siguiendo el modelo anterior ─criticado por la UE, que tampoco ofrece otra solución─, el Gobierno búlgaro con ayuda económica comunitaria levantó 30 kilómetros de alambre y concertinas en las localidades fronterizas de Lesovo y Kraynovo. 2014 cerró con 6.000 nuevos refugiados en territorio búlgaro. Como parecía que la valla y el control policial funcionaban, el pasado enero, el Gobierno búlgaro aprobó la construcción de 82 kilómetros adicionales. Problema resuelto para Bulgaria, pero no para la UE.
Hungría
Refugiados sirios cruzan debajo de una alambrada con cuchillas e la frontera entre Hungría y Serbia, cerca Röszke.- REUTERS / Laszlo Balogh
Serbia es la etapa común tanto para las personas que se desplazan desde Macedonia (Sur) como para los que llegan desde Bulgaria (Este). En cualquier caso, es un país de tránsito que no ha perdido ni tiempo ni dinero en tratar de frenar la desesperación humana, a diferencia de Macedonia, cuyos policías han cargado duramente contra los miles de refugiados que se agolpaban en la frontera para coger el tren a Serbia, en la localidad de Gevgelija. Hungría es el siguiente destino después de Serbia.
Y ante la postura de Serbia, el Gobierno conservador y nacionalista húngaro no está dispuesto a que ningún extranjero más ─ sólo un 1,5% de su población es extranjera─ se quede rezagado en su país durante la travesía. Serán 135 kilómetros de vallado con una altura de cuatro metros. Su construcción va a marchas forzadas y ya está instalada en algunos pasos. Según datos de la oficina de inmigración húngara, en estos ocho meses de 2015 han recibido 57.000 inmigrantes ilegales (no distingue entre refugiados e inmigrantes). 43.000 llegaron en 2014 frente a los escasos 2.000 en 2012. Aunque el número de extranjeros no ha aumentado.
Ceuta y Melilla (España-Marruecos)
Inmigrantes subsaharianos encaramados a la valla de Melilla.- AFP
Aún así, España reforzó la triple valla ─de doce kilómetros en Melilla y ocho en Ceuta─ para frenar a esos inmigrantes que, pese a sufrir guerras, matanzas y persecuciones en sus países, “no tienen derecho a asilo”, según el ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz.
El CETI melillense se encontraba desbordado (vea aquí las condiciones en las que viven) precisamente de ciudadanos sirios, que no cruzaban saltando la valla, sino pasando la aduana de Marruecos con un pasaporte falso. Eran los sirios más pudientes, ya que esta ruta ─en avión desde Turquía a Argelia─ costaba miles de euros. En cualquier caso, Alemania y los países nórdicos son la meta para todos los que intentan llegar.
Calais (Francia-Inglaterra)
Varios inmigrantes llaman por teléfono cerca de una cerca con alambre de púas, junto al campamento improvisado llamado “La nueva jungla” en Calais, Francia.- REUTERS / Regis Duvignau
Las tragedias de naufragios en aguas libias e italianas durante estos dos últimos años han puesto de manifiesto el problema al que se enfrenta la UE. Aún así, la última reunión de alto nivel para buscar una solución terminó sin ningún acuerdo, y los inmigrantes que no murieron en las aguas del Mediterráneo, tras atravesar Italia, han acabado llamando a las puertas de Reino Unido. El Canal de la Mancha, que comunica por carretera subterránea Francia e Inglaterra, ha ocupado efímeramente las portadas de todos los diarios.
La crisis migratoria de Calais, la región francesa por la que se accede al Canal, ha sido tratada con la misma fórmula fallida. A principios de agosto, el premier británico, David Cameron, y el primer ministro francés, François Hollande, llegaron un acuerdo para frenar lo que Cameron tildó de “plaga”: nuevas vallas con alambre de espino y docenas de cámaras de seguridad adicionales en el extremo francés del Eurotúnel.
(Tomado de Público)
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