La autora de este artículo es una periodista y comentarista cultural cubana PAQUITA DE ARMAS y ha sido publicado en www.cubadebate.cu
Aplausos para Rompiendo el Silencio, pero queremos
más
He visto,
como el resto de los televidentes sólo los tres primeros capítulos de la serie
Rompiendo el silencio. No pude ver su totalidad, lo que me hubiera gustado para
emitir un mejor juicio, pero creo que el tema de esta propuesta merece la
aprobación de todos los que estamos contra la violencia.
La vida
demuestra que no bastan leyes y acciones frente a los ofensores si no existe
una sanación para las sobrevivientes. Incluso sanación también para los
violadores del derecho humano de la mujer a vivir en armonía y con equidad
dentro de la sociedad.
Buscando
información sobre la serie topé con los criterios de la experta Alda Facio,
abogada, feminista, consultora de las Naciones Unidas, que ha luchado desde las
leyes y el activismo social por una sociedad en que la mujer tenga realmente un
status igual al hombre.
Ella
afirmó en una entrevista: “A la gente se le olvida que la violencia contra las
mujeres no era considerada una violación a los Derechos Humanos, era una
cuestión privada y lo privado no entra en la esfera de los Derechos Humanos,
sólo para las cuestiones que pasaban en lo público”.
En uno de
sus textos Alda razona “Pero donde se ha hecho relativamente poco es en lo que
se refiere a la obligación más general de prevención de la violencia contra las
mujeres, en particular la obligación de transformar las estructuras y los
valores patriarcales que perpetúan y consolidan esta violencia sexista.
Trabajar la violencia como un problema que puede ser resuelto por la vía penal,
únicamente, es un grave error. Porque la vía penal, además de ser ineficiente y
androcéntrica, está centrada en el castigo de los perpetradores, no en la
restitución, rehabilitación o el resarcimiento de las víctimas. Y, más
importante aún, no en el cambio de las estructuras sociales y mentales que
mantienen y hasta promueven esta violencia.”
Y también
encontré “es gracias a que existe esa cultura patriarcal que padres corrientes
y comunes abusan sexualmente de sus hijas. Es gracias a esta cultura que tantos
hombres, corrientes y comunes, inician su vida sexual con una mujer que no está
ahí por su deseo, sino porque necesita dinero. Es gracias a esta cultura que
tantos violadores de niñas son absueltos, porque el o la juez consideró que
ella lo quería. La mayoría de los abusadores sexuales de niñas, de los
violadores sexuales de esposas o novias o de los que pagan por tener sexo, no
son enfermos sexuales. Son hombres corrientes y comunes que están ejerciendo su
masculinidad de conformidad con un conjunto de ideas y estructuras sexistas que
conforman una cultura patriarcal.”
No por
gusto me he extendido en citar a Alda porque la lectura de sus criterios,
reconocidos no sólo en América Latina, sino en el contexto de las Naciones
Unidas, ofrecen una perspectiva de la importancia que tiene la serie Rompiendo
el silencio que se adentra en esta problemática latente en todos los
países, sean del primer mundo o estén en la comunidad primitiva (que aún hay
tribus en tal nivel de desarrollo). Y es que, como apunta Alda, vivimos en una
sociedad patriarcal, incluso en Cuba donde ha existido una revolución en las
mujeres.
Uno de
los aciertos de la propuesta televisiva es su canción tema (Amaury Ramirez
Malberti y Telemari Diaz) porque sitúa al televidente en lo que verá en
cada capítulo que está concebido de forma independiente.
Lucía y
Rolando Chiong se encargan del guión, mientras este último junto a Legna
Pérez, asume la dirección. Tiene un buen y variado elenco tanto generacional
como racial, que muestra el mosaico ese, que es Cuba.
Pero ¿por
qué tantos tipos de violencia en un solo programa, por ejemplo, cuando un
hombre vivía y oprimía a dos mujeres a la vez, y que también usó violencia
contra la hija de una de ellas? ¿por qué dejar inconclusa la relación de las
dos amigas?. Esto sucedió en el primer capítulo, mientras en el segundo había
un tío violador además de un padre violento con su hija invidente
(circunstancialmente) y su mujer, hombre que termina matando a su cuñado. En el
tercero sólo hubo un tipo de violencia, el de músico que no acepta a su mujer
en múltiples quehaceres con los que se realiza.
La
solución en los tres, es decir que las violentadas dejaran de serlo, no
fueron creíbles no existieron los parlamentos o imágenes precisas. Y
además ¿acaso siempre las mujeres se rebelan?
Faltan
más capítulos, por lo pronto me congratulo con Chiong por tratar este
tema y con la televisión por transmitirlo, pero necesito terminar cada historia
con la certeza de que ese es el final. Volveré sobre Rompiendo el
silencio, y espero que acompañada del criterio de estudiosas cubanas.
(Tomado
del Portal de la TV)
Ahora vienen al final
mis criterios compartidos con otras 7 personas que ya habían opinado: “Trabajo
el tema de la violencia pero en la esfera laboral desde hace 15 años y hemos
ido cambiando de supuestos y criterios porque al igual que otros temas, también
cambian cuestiones importantes, no obstante los presupuestos son los mismos
“abuso de poder, de hecho o de derecho”, la persona que abusa de otra lo hace
porque siente superioridad sobre ella y aplica esas tácticas de demeritarla, de
ofenderla, de forzarla a hacer lo que no quiere, de maltratarla de cualquier
manera y al final, la víctima tiene salidas diferentes: abandonar la lucha,
enfrentarse, suicidarse o convertirse en homicida. Lo que no me ha gustado de
la serie que ha llegado en el momento propicio es que termina siempre con un
final semi-abierto, no se dice qué sucedió con el abusador, con el acosador, oi
“los malos duermen bien”, o sucede como en el capítulo de la invidente violada
por el marido de la tía, que es el padre que ejercía violencia verbal y
psicológica sobre las féminas de la casa, pero no supo terminar con el mal
cometido de otra forma que no fuera ejerciendo violencia a su vez y paga con su
libertad. Hay que promover al menos cuáles son las sanciones que esperan a un
intimidador, violador, abusador, aún no hemos visto la violencia física y debe
haber alguna escena de golpes y la ley penal tiene para todos los casos una
respuesta. Las personas deben conocer qué sucede cual termina en Tras la Huella
con las sanciones aplicadas. La mirada hacia la víctima sigue siendo de
condolencia, la pobre, o el pobre, cómo sufre, y esta cuarta entrega es
futurista o simplemente el laissez faire de los padres con posibilidades
económicas o de posición que ocupan con respecto a sus hijos/as y nada creíble
que el vendedor ambulante tuviese acceso desde su domicilio al internet para el
uso del ciberacoso. No obstante, esperemos los demás capítulos a ver si la
dramaturgia se corresponde con la realidad y podamos aplaudir una vez más las
palabras de Alda Facio y perder la timidez para enfrentar los problemas,
tomando los toros por los cuernos. Gracias Paquita por abordar el tema”.
Y ahora he visto unas
palabras sobre otro aspecto de la violencia dichas por Leandro Kernal: “Todo
ataque homofóbico es siempre el choque entre dos gays, el que vive su
sexualidad y el que tiene vergüenza y miedo de su sexualidad”. Otra cara oculta
de la violencia.
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