Más de 75 mil
menores de 20 años fueron asesinados en América Latina y el Caribe solo en
2015, de los cuales el 59 por ciento eran adolescentes entre 15 y 19 años,
refiere Save the Children.
En su más reciente informe, la organización aseguró que cada una de esas muertes representa a otros cientos, incluso miles de niños y niñas que viven en entornos de violencia o abuso, donde enfrentan serias amenazas a su supervivencia y desarrollo sano.
Sobre
el tema, la psicóloga Nilka Magallón afirmó que "como el infante confía en
que quienes tiene a su alrededor lo protegerán, regularmente su inocencia no
los lleva a pensar que lo que le irán hacer o están haciendo es algo malo para
él, hasta cuando ya tienen conciencia de lo que está pasando".
A
este fenómeno se suma otro no menos relevante y generalizado, la violencia
entre los mismos niños y jóvenes, que "en ocasiones puede empezar con
bromas, pero si no es controlada en un ambiente escolar o en el lugar donde
residen, puede convertirse en un acto violento", aseguró la experta.
Según
el estudio En deuda con la niñez, publicado el pasado 1 de junio en ocasión del
Día Internacional de la Infancia, la exposición a la violencia puede provocar
trastornos del comportamiento, depresión y ansiedad, además de afectaciones a
la salud como insomnios y pesadillas.
Precisó
que es en América Latina y el Caribe donde se concentran las tasas más altas de
homicidios infantiles, particularmente en las comunidades en que la actividad
pandilleril resulta frecuente, por lo que el temor a veces impide a los
estudiantes ir a la escuela y a los jóvenes, trabajar.
El
texto también aseveró que la violencia contra la infancia genera daños a la
sociedad, incluidos los costos directos e indirectos que implica el aumento de
los gastos sociales y la pérdida de productividad económica.
A
pesar de ello, la región registra ciertos progresos, entre ellos el incremento
de 87 (1990) a 94 por ciento (2015) de la tasa de matrícula en la escuela
primaria, y la reducción en un 69 por ciento de la mortalidad en menores de
cinco años en igual período.
Sin
embargo, el bienestar no se refleja de manera equitativa, en tanto millones de
menores todavía ven interrumpida su niñez debido a quiénes son o dónde viven,
apuntó el informe de Save the Children.
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