Una fobia se
abre espacio de la mano de las nuevas tecnologías.
Quedarse sin batería justo cuando a uno le
comunican que deberá ser operado urgente de apendicitis es un problema; lo es
cuando te quedas trabado solito en el elevador; lo es si el carro se rompe a
media noche en medio de la autopista...
Pero hay gente para quienes siempre y bajo
cualquier circunstancia, por muy relajados que anden, quedarse sin batería u
olvidar el teléfono móvil es una verdadera tragedia.
Ocurre que se ha ido creando un raro cordón umbilical tecnológico que, a nivel
mundial, mantiene a no pocos enlazados casi patológicamente a sus móviles.
Tal enganche enfermizo ha dado en llamarse
nomofobia, que es el miedo irracional a no poder usar el teléfono móvil. El
nombre deriva de la expresión inglesa no-mobile-phone phobia.
Es una de las fobias más nuevecitas, si se tiene en cuenta que de ella empezó a
hablarse alrededor del año 2012, y fueron los ingleses quienes primero se
pusieron a investigar el asunto. En particular, emprendieron la investigación
la Oficina de Correos de Reino Unido y el Instituto Demoscópico YouGo.
Luego de estudiar a 2 mil 163 sujetos, concluyeron
que el 53% de los usuarios de teléfonos móviles en Reino Unido sienten ansiedad
cuando se agota la batería de su móvil, lo pierden o se quedan sin cobertura.
De ese total, el 58% de los hombres encuestados sufría tales padecimientos, así
como el 48% de las mujeres. La investigación reveló que los niveles de estrés
de quienes sufren nomofobia son equiparables al que puede tener una persona el
día antes de su boda.
El Reino Unido fue pionero en tales indagaciones,
pero investigadores españoles del Centro de Estudios Especializados en
Trastornos de Ansiedad (CEETA) también encontraron que, en su país, cerca del
53% de los usuarios de móviles se sienten ansiosos cuando no pueden usar ese
dispositivo.
En general, los expertos piensan que el perfil del
nomofóbico es el de una persona que tiene poca autoconfianza en sí misma y baja
autoestima, carece de las habilidades sociales necesarias y para la resolución
de conflictos. Para su tiempo de esparcimiento únicamente usa el móvil y parece
incapaz de disfrutar sin él.
Cuando una persona aquejada de nomofobia se ve
privada de su celular por una u otra razón, puede presentar síntomas como:
sensación de ansiedad, taquicardias, dolor de cabeza o de estómago.
En Cuba, donde existen más de 5,4 millones de
líneas de celulares, y de ellas, más de 2,3 millones con acceso a Internet, no
se conocen estudios específicos sobre la nomofobia, al menos, que puedan ser
consultados en línea. Aunque sí, desde variados ángulos, se ha indagado sobre
la interacción con las nuevas tecnologías —lo mismo de los nativos digitales
que de los llamados migrantes digitales— y sus impactos en los más diversos
ámbitos.
Sin duda, fue algo tardía la incorporación de esta Antilla Mayor al mundo de
las TIC, pero —como «no van lejos los de alante, si los de atrás corren bien»—
ya desde marzo último comenzaron en algunos puntos de la Isla las pruebas de
conexión a la 4G en la frecuencia 1800 MHz.
Nuestro contexto y formación resultan bien
diferentes a aquellos otros donde entran en pánico por quedarse sin batería,
sin saldo o sin cobertura. Aquí no será fácil toparse con un nomófobo a la
vuelta de cada esquina.
Están convencidas de ello las investigadoras
cubanas María Isabel Domínguez García e Idania Rego Espinosa, del Centro de
Investigaciones Psicológicas y Sociológicas, quienes, en una reciente
indagación relacionada con las TIC y la juventud capitalina, comentaban:
«El desafío es grande y trasciende la realidad cubana, por ello resulta de gran
interés profundizar en el conocimiento de (...) cómo están incidiendo las TIC
en transformar los universos valorativos de las mujeres y los hombres jóvenes,
y cómo están impactando la conformación de sus identidades...»
El problema no está en las nuevas tecnologías, sino
en el uso que se haga de ellas. Cuba, con sus empeños contra viento y marea por
informatizar el país, está demostrando cuánto de bueno puede alcanzarse entre
gigabytes.