¿Qué sucesos ocurrieron anoche que dieron lugar a este prolongado análisis?
Dos hechos, a mi juicio, de especial trascendencia:
La partida de la primera Brigada Médica Cubana hacia África a luchar contra
el Ébola.
El brutal asesinato en Caracas, Venezuela, del joven diputado
revolucionario Robert Serra.
Ambos hechos reflejan el espíritu heroico y la capacidad de los procesos
revolucionarios que tienen lugar en la Patria de José Martí y en la cuna de la
libertad de América, la Venezuela heroica de Simón Bolívar y Hugo Chávez.
¡Cuántas asombrosas lecciones encierran estos acontecimientos! Apenas las
palabras alcanzan para expresar el valor moral de tales hechos, ocurridos casi
simultáneamente.
No podría jamás creer que el crimen del joven diputado venezolano sea obra
de la casualidad. Sería tan increíble, y de tal modo ajustado a la práctica de
los peores organismos yankis de inteligencia, que la verdadera casualidad fuera
que el repugnante hecho no hubiera sido realizado intencionalmente, más aún
cuando se ajusta absolutamente a lo previsto y anunciado por los enemigos de la
Revolución Venezolana.
De todas formas me parece absolutamente correcta la posición de las
autoridades venezolanas de plantear la necesidad de investigar cuidadosamente
el carácter del crimen. El pueblo, sin embargo, expresa conmovido su profunda
convicción sobre la naturaleza del brutal hecho de sangre.
El envío de la primera Brigada Médica a Sierra Leona, señalado como uno de
los puntos de mayor presencia de la cruel epidemia de Ébola, es un ejemplo del
cual un país puede enorgullecerse, pues no es posible alcanzar en este instante
un sitial de mayor honor y gloria. Si nadie tuvo la menor duda de que los
cientos de miles de combatientes que fueron a Angola y a otros países de
África o América, prestaron a la humanidad un ejemplo que no podrá borrarse
nunca de la historia humana; menos dudaría que la acción heroica del ejército
de batas blancas ocupará un altísimo lugar de honor en esa historia.
No serán los fabricantes de armas letales los que alcancen merecido honor.
Ojalá el ejemplo de los cubanos que marchan al África prenda también en la
mente y el corazón de otros médicos en el mundo, especialmente de aquellos que
poseen más recursos, practiquen una religión u otra, o la convicción más
profunda del deber de la solidaridad humana.
Es dura la tarea de los que marchan al combate contra el Ébola y por la
supervivencia de otros seres humanos, aun al riesgo de su propia vida. No por
ello debemos dejar de hacer lo imposible por garantizarle, a los que tales
deberes cumplan, el máximo de seguridad en las tareas que desempeñen y en las
medidas a tomar para protegerlos a ellos y a nuestro propio pueblo, de esta u
otras enfermedades y epidemias.
El personal que marcha al África nos está protegiendo también a los que aquí
quedamos, porque lo peor que puede ocurrir es que tal epidemia u otras peores
se extiendan por nuestro continente, o en el seno del pueblo de cualquier país
del mundo, donde un niño, una madre o un ser humano pueda morir. Hay
suficientes médicos en el planeta para que nadie tenga que morir por falta de
asistencia. Es lo que deseo expresar.
¡Honor y gloria para nuestros valerosos combatientes por la salud y la vida!
¡Honor y gloria para el joven revolucionario venezolano Robert Serra junto a
la compañera María Herrera!
Estas ideas las escribí el dos de octubre cuando supe ambas noticias, pero
preferí esperar un día más para que la opinión internacional se informara bien
y pedirle a Granma que lo publicara el sábado.
Fidel Castro Ruz
Octubre 2 de 2014
8 y 47 p.m.
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