Táctica perversa
en la política contra Cuba
Por Isabel García Rodríguez
Por
vigésima quinta ocasión la Resolución “Necesidad de poner fin al bloqueo
económico, comercial y financiero impuesto a Cuba por el Gobierno de Estados
Unidos”, presentada por el gobierno cubano, fue aprobada con total mayoría de
191 votos a favor y 2 abstenciones (Estados Unidos e Israel), en una votación
histórica, que hizo evidente el apoyo mundial a Cuba y manifiesta el reconocimiento
del gobierno norteamericano sobre la existencia del bloqueo como política
genocida contra nuestro pueblo.
Aunque
han querido modificar opiniones con una reciente Directiva Presidencial y un
mediatizado paquete de medidas, el gobierno de Estados Unidos ha reconocido el
fracaso de su táctica, porque reforzó el apoyo interno al gobierno cubano y ha
contribuido a fortificar el consenso y la unidad del pueblo hacia su
Revolución.
Así lo
refiere el planteamiento de la nueva política presentada por el presidente
Obama: “No podemos seguir haciendo lo mismo y esperar un resultado diferente.
No sirve a los intereses de Estados Unidos…” es “importante que se levante el
bloqueo porque constituye un impedimento para que Estados Unidos pueda avanzar
en sus intereses dentro de Cuba”. Y estas mismas líneas quedaron trazadas en la
Directiva Presidencial para la normalización de las relaciones con Cuba, pues
expone de forma tácita el objetivo estratégico de promover cambios en la Isla
que tributen a los intereses estadounidenses.
Por ello
en la sección IV de la Directiva, denominada Panorama Estratégico, reconocen
que en el cambio en su táctica seguirán utilizando una política hostil hacia
Cuba, pues destaca de forma particular la continuidad de las transmisiones
ilegales de radio y televisión, los programas de corte subversivo dirigidos a
“promover la democracia” en Cuba, subvención de la contrarrevolución interna, y
lo más interesante es que su intención con esos proyectos es involucrar una
gama amplia de la sociedad cubana.
Las
restricciones del bloqueo que pudieran eliminarse por decisión ejecutiva, no se
aprovecharán y se expone con claridad que se mantendrá inamovible su posición
en cuanto a la Base Naval de Guantánamo; se utilizarán nuevos métodos
relacionados con los intercambios de todo tipo entre Cuba y Estados Unidos, el
comercio limitado de acuerdo con las mínimas restricciones que se han
modificado hasta ahora, el diálogo y la cooperación con el gobierno de Cuba en
temas de interés mutuo. Al mismo tiempo, plantea el aumento del acceso a
Internet, impulsando la conectividad de los cubanos con el mundo, especialmente
de los jóvenes, para “intercambiar información e ideas”.
¿Sobre
estas bases en el orden estratégico, se pretende lograr la normalización de las
relaciones con Cuba? Es bien difícil. Las sutilezas aparecen entre líneas.
Esta directiva es un entramado de contradicciones. Con demasiada elocuencia la
historia ha mostrado de forma concreta los efectos de la subversión política
ideológica. Se devela el cambio de táctica en los propósitos de sedición del
orden constitucional en Cuba; si antes – y todavía continúa- favorecían la
emigración y la deserción de los profesionales, ahora la política converge con
la de “preparar en Estados Unidos”, de acuerdo al Programa de Verano para
Jóvenes cubanos, a aquellos que se pretenden sirvan a sus intereses. ¿Se
ambiciona utilizar a los jóvenes cubanos nacidos bajo el más férreo, injusto y
genocida bloqueo a que destruyan el proyecto revolucionario que tanto los ha
priorizado?
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