DESEMPLEO,
TRABAJO PRECARIO Y SALUD
Una característica
sobresaliente del modelo económico neoliberal es el creciente desempleo y la
precarización del trabajo. Existen una gran cantidad de estudios científicos
sobre sus repercusiones en las condiciones de salud, pero generalmente no son
consideradas en la toma de decisiones políticas. Incluso la reunión mundial
sobre determinantes sociales de la salud, realizada en octubre de 2011, apenas
las menciona a pesar de realizarse en medio de la crisis.
La expresión más
dramática e inmediata de esta política son los suicidios. En Grecia
incrementaron 17 por ciento entre 2007 y 2009 y 40 por ciento entre 2010 y
2011, según Lancet. Estos datos deberían llevar a una reflexión sobre la
situación mexicana, donde los suicidios subieron 21 por ciento entre 2006 y
2009, y más porque la mitad ocurre entre jóvenes y uno de cada cuatro en
personas sin trabajo. Esta asociación entre desempleo y suicidio,
particularmente en jóvenes, es sólo uno de los efectos en la salud registrados
en la literatura sobre el tema.
Otros estudios
demuestran que el desempleo, la inseguridad en el trabajo y su precarización
afectan la salud más allá del impacto de la pérdida del ingreso, la caída en la
pobreza o la exclusión de los servicios médicos. Si se controla por estas
variables resulta que los desempleados tienen una tasa de mortalidad más alta y
sufren de una frecuencia mayor de padecimientos crónico-degenerativos y
mentales.
El investigador Harvey
Brenner demuestra en un estudio clásico una asociación inversa entre el ciclo
económico y la mortalidad, es decir, cuando el crecimiento económico se frena
sube la mortalidad y viceversa. Mathers y Schofield (1998) han hecho una
revisión sistemática del tema en distintos trabajos epidemiológicos. Encuentran
cuatro estudios longitudinales o de seguimiento de un grupo que demuestran una
mortalidad de 30 y 50 por ciento más alta entre los desempleados que entre la
población empleada controlando por factores relevantes.
Estas diferencias se
mantienen en relación a la morbilidad tanto en estudios longitudinales como en
poblacionales transversales. Sin embargo, la disparidad de morbilidad tiende a
ser más amplia, del orden de 50 a 100 por ciento. Los problemas más frecuentes
entre los desempleados son padecimientos cardiovasculares y siquiátricos.
También encontraron evidencias de que la morbilidad excedente es más alta entre
trabajadores jóvenes y mayores de 50 años, así como en grupos socio-económicos
vulnerables previo al desempleo.
Resaltan una serie de investigaciones
sobre los trastornos en la salud, debido al cierre de centros de trabajo, que
constituyen una especie de estudios experimentales, ya que sus resultados en
salud son independientes de las características individuales de los
trabajadores. Esto estudios también demuestran un incremento de padecimientos
cardiovasculares y mentales, que incluso se mantienen aun en el caso de
encontrar un nuevo empleo.
La precarización del
trabajo se puede analizar en dos vertientes para comprender los mecanismos que
llevan a una salud también precaria. La primera se refiere al trabajo
propiamente precario realizado por un número grande y creciente de vendedores
ambulantes, trabajadores por día, etcétera, que corresponde a los desempleados
ocultos. La segunda vertiente es el trabajo en empresas terciarizadas o
subrogadas, cada día más frecuentes, que violan sistemáticamente la legislación
sobre el contrato y jornada laborales, las medidas de protección y las
prestaciones. Estos trabajadores están sometidos a una variedad de riesgos como
son: jornadas extenuantes, altos ritmos de trabajo, bajo control sobre su
tarea, amenazas de despido, condiciones ambientales nocivas y alta exposición a
situaciones peligrosas. Así, el impacto en su salud va desde la fatiga crónica
con altos niveles de estrés, que conlleva padecimientos crónico-degenerativos y
cardio-vasculares –infarto, hipertensión y diabetes–, el incremento de
intoxicaciones y cáncer hasta el aumento de accidentes.
Los sindicatos europeos
están en campaña para defender el derecho a un trabajo digno para el
proletariado, crecientemente convertido en "precariado". En México es
urgente visibilizar los efectos patógenos del modelo económico y combatir el
acelerado desgaste físico y síquico de los trabajadores
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