SOLIDARIDAD CON LOS
TRABAJADORES Y EL PUEBLO PERUANO
Los
abogados laboralistas
latinoamericanos expresamos nuestra más profunda
solidaridad
con los trabajadores y el pueblo peruano, cuyos derechos están siendo avasallados por una feroz ofensiva
del poder económico y financiero local e internacional.
En pleno siglo XXI, el siglo de los Derechos
Humanos, el gobierno de Perú despliega una batería de medidas laborales,
propias de la década del ´90 del siglo pasado.
Nuevamente aparece en escena
la vieja receta de hacerles pagar a los trabajadores el precio del desarrollo
económico. Receta que ha fracasado con anterioridad y que sólo ha servido para aumentar la desigualdad social, la precarización
laboral, la marginación y la pobreza.
Nuevamente vemos como las consecuencias del ajuste estructural se descargan
impiadosas sobre las
espaldas de los trabajadores y de los sectores sociales
más vulnerables, víctimas inocentes
de la austeridad que reclamen los organismos financieros internacionales. Paralelamente se profundiza una estremecedora
concentración del ingreso, que lejos de ser un “daño colateral” del ajuste, responde con lógica a las medidas políticas y
económicas adoptadas.
La globalización capitalista es un dato de la realidad, como reiteradamente
hemos reconocido. No podemos cometer la ingenuidad de negarla, pero no podemos
dejar de decir
que está diseñada
en función de
los concretos intereses de los sectores sociales dominantes en
el planeta, y de su búsqueda
incesante del máximo
beneficio económico posible,
sin límites éticos o morales. Como tampoco podemos dejar de recordar que la supresión de las barreras
y el abatimiento de las fronteras nacionales sólo
alcanza a la circulación de bienes y capitales, pero no a las personas. Por el contrario, día a
día vemos como aumentan las restricciones
a las migraciones y los comportamientos xenófobos.
Esta
globalización produce una enorme presión
en el mundo del trabajo, pretendiendo introducir
profundas
transformaciones en los sistemas de
relaciones laborales, para alcanzar uno de sus objetivos: mano de obra dócil y
barata. Y en esta tarea aparecen muchos gobiernos latinoamericanos, compitiendo
ferozmente para demostrar que han hecho los deberes impuestos por el FMI,
el Banco Mundial, la OCDE, etc., con la esperanza de resultar atractivos a los inversores y
especuladores.
¿Qué podemos hacer los trabajadores, las organizaciones sindicales, los estudiantes y todos los que
estamos comprometidos con la defensa de los derechos e intereses de la clase obrera,
para contrarrestar los
efectos nefastos de la globalización? En primer lugar tomar plena
conciencia de las falsedades del
discurso, que plantea que esa es la única forma posible
de vida para la humanidad. Rechazar
de plano la idea de que el sistema capitalista es como un hecho de la naturaleza y, por lo
tanto, inevitable, tal como pretenden hacernos creer.
En segundo lugar, comprender que la respuesta imprescindiblemente debe ser también global. El internacionalismo que pregonaba el movimiento sindical en sus albores, es hoy una dramática necesidad estratégica. Y, desde nuestro lugar en el mundo, Latinoamérica, la palabra es integración. Pero, como siempre hemos dicho, no una integración que se limite a eliminar algunas barreras aduaneras, sino una integración social, política y cultural, tal como lo imaginaron nuestros héroes de las luchas por la Independencia.
Dr. Luis Enrique Ramírez
Presidente ALAL
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