No es asunto de la fuga del capo Guzmán, no es por el asesinato de un periodista, o la búsqueda infructuosa hace casi un año de 43 jóvenes desaparecidos, estudiantes normalistas de cuyo paradero no existen ni huellas, sino por la inseguridad social que se vive y las afectaciones al derecho al trabajo y a los derechos humanos laborales.
Ya hemos comprobado que las modificaciones a la ley laboral no han traido el efecto esperado, ni en su generalidad, ni en los temas de violencia laboral, siguen las expectativas de una mayor regulación y protección a los afectados, a las víctimas de tales conductas, tomando en cuenta que otros países van mucho más adelantados en la legislación y en la labor sindical y judicial.
Ahora comprobamos lo siguiente en páginas consultadas en internet.
México: 2 millones de personas se encuentran
en semi-esclavitud
Un informe de una organización
no gubernamental denuncia que 2 millones de jornaleros agrícolas en México son
víctimas de semi-esclavitud y abusos: se ven obligados a trabajar más de 15
horas, sufriendo maltratos y humillaciones por parte de sus patrones.
El informe de
la organización no gubernamental Red de Jornaleros Internos revela que
esta práctica de semi-esclavitud rural tiene lugar en 18 estados de México, y
que el 60% de las víctimas son de origen indígena, que provienen de los estados
más pobres como Guerrero y Oaxaca, informa 'La Jornada'. Además, el 90% de los 2 millones de
jornaleros no cuentan con contrato de trabajo.
El documento indica que los
jornaleros agrícolas padecen condiciones de vida infrahumanas,
trabajando 15 horas al día en promedio (casi el doble de la jornada permitida),
y 8 de cada 10 no pueden acudir al médico en caso de enfermedades y accidentes
ya que no poseen prestaciones ni seguridad social. Por lo tanto, según el
informe, aparte de un sinfín de accidentes y enfermedades entre adultos, al
menos 40 niños han muerto en los campos agrícolas en el período de
2007 a 2015. Los menores de edad sufren de accidentes laborales,
atropellos, picaduras de insectos, desnutrición y falta de atención
médica.
El documento hace hincapié en
que desde Baja California, Sinaloa y Sonora hasta Nayarit, ocurren casos
de jornaleros que trabajan en campos o fincas de empresas nacionales y
extranjeras, donde se ven sometidos a estas condiciones de semi-esclavitud
que son avaladas por funcionarios públicos.
INFANCIA
ROTA, 3 MILLONES DE NIÑOS TRABAJADORES EN MÉXICO
En México hay más de tres
millones de niños trabajadores, según datos de la Organización Internacional
del Trabajo (OIT), a pesar de que las leyes establecen una edad mínima de 14
años para laborar, la situación económica deja a muchos menores sin infancia.
Siendo apenas unos niños,
millones de menores mexicanos ya saben lo que es tener una jornada laboral
pesada. La mayoría de ellos no pudo asistir regularmente a la escuela porque
debe ayudar a sus padres a llevar
dinero a la casa, con lo que el círculo vicioso de su pobreza tiene muy pocas esperanzas de
romperse.
Uno de los trabajos infantiles más crueles y más duros en México son las actividades agropecuarias. El campo mexicano, con una población predominantemente empobrecida, contrata a miles de familias de jornaleros que se ven obligadas a llevar a sus hijos para completar el sustento diario. Normalmente, la familia completa presta sus servicio como peones en la época de siembra y cosecha. Y aunque en México existen organizaciones que tratan de parar la explotación infantil, es bastante difícil luchar contra este flagelo.
Cuando un funcionario del centro de inspección de trabajo va a las plantaciones para verificar si hay niños trabajando y los encuentra, los padres de los menores son los primeros en ocultarlos y justificar su presencia como una "visita".
En las ciudades la situación
es mucho más violenta. Ahí existen instituciones privadas como Ednica, que
trabaja en la atención y prevención de los niños de la calle. Intentan ayudar a
los niños y adolescentes que han hecho de la calle su casa y lugar de trabajo.
En sus instalaciones, los niños pueden leer, jugar, utilizar ordenadores y
completar su educación básica.
Muchos niños trabajan en México para ayudar a sus padres. Pero ¿Dónde está el límite entre el apoyo familiar y la explotación infantil? Es algo que el Estado está intentando definir.
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