“La economía mundial se encuentra sumida en una triple crisis de amplio alcance, que se inició en el mercado inmobiliario de EE UU, se extendió por todo el sistema financiero no regulado, desembocando en una crisis del mercado de créditos que se trasladaría más tarde a una crisis del empleo. Finalmente, ha evolucionado hasta convertirse en un círculo vicioso complejo y pernicioso, donde la caída de los precios de la vivienda y el creciente desempleo se combinan para alimentar la crisis del mercado de créditos. Esta crisis se está extendiendo por las economías industrializadas, emergentes y en desarrollo”[1].
Este es el cuadro actual de la situación de crisis que vive el mundo, que se puede encontrar en cualquier información, declaración, conferencia impartida por los especialistas, incluso defendida por los ideólogos del imperialismo, del capitalismo financiero y de las empresas transnacionales, los grandes consorcios bancarios y crediticios, repetido por todo el mundo desarrollado (e incluso por representantes de los trabajadores), para como siempre terminar culpando a quien sin embargo carga en sus espaldas las consecuencias de esta crisis que ya dura varios años. ¿Por qué?
Un ejemplo muy reciente de lo antes señalado y que ratifica el comprometimiento del futuro desarrollo inclusive de la Europa desarrollado, ha sido la Cumbre Comunidad Europea-América Latina-Caribe que al culminar el día 19 de mayo de 2010, solamente pudo exhibir propuestas de acuerdo de integración similares al Tratado de Libre Comercio de Estados Unidos con México, o más reciente, al Acuerdo de Libre Comercio, ALCA, enterrado en la Cumbre de los Pueblos de Mar del Plata, en Argentina, en el 2006, o los Tratados bilaterales de libre comercio que no han podido concretar acciones dirigidas hacia un verdadero comercio de ventaja mutua para las partes. Además dicha Cumbre estuvo precedida de un ambiente de crisis en Europa comunitaria que ha tratado de resolver la situación mediante políticas de choque neoliberales similares a las que fueron aplicadas en América Latina, cuyos resultados fueron nefastos y no aportaron solución a la crisis.
El ambiente de inseguridad de los ciudadanos sigue latente, porque los paquetes de medidas para garantizar “la salida de la crisis” solamente satisfacen a las transnacionales, a los bancos y al capital, puesto que entre las medidas más socorridas han estado la congelación de los salarios por tres a 5 años, la subida de los precios, el aumento de la edad de jubilación, la reducción de las pensiones y otros beneficios de la seguridad social, la reducción de empleos y el crecimiento del paro y el desempleo.
Entonces, los antecedentes de la crisis más reciente no pueden verse de ningún modo vinculado estrictamente a los tres elementos mencionados en la Declaración a la Cumbre del G20 de abril 2009, presentada por la Agrupación de Sindicatos Globales, no es producto sólo de la crisis inmobiliaria, ni financiera y crediticia ni del empleo que aparecen cual efecto dominó con interdependencia total entre ellas pues se convierten en una relación de causa- efecto. Los antecedentes hay que buscarlos en un período anterior como resultado de la especulación financiera, en el uso de capitales de casino, en economías volátiles y dependientes de factores inducidos como son las guerras para el sostenimiento del capital militar industrial. Aquellas tácticas trajeron las consecuencias actuales y todavía no sabemos hasta dónde podrán llegar las acciones bélicas para apoyar la industria de guerra.
La expansión financiera del capital a toda costa y todo costo ha provocado aceleradamente la crisis ambiental denunciada en América Latina desde la década de los años 80, al utilizarse por los países altamente desarrollados y las multinacionales, como el nuevo actor internacional de aquella década, este territorio para basurero de producciones tóxicas y sucias con total desprecio de la ecología y de la vida y la salud de los propios ciudadanos de estos países. Por eso recordamos la intervención del compañero Fidel en la Cumbre de la Tierra de 1992[2] cuando expresó “una especie está en peligro de extinción: el hombre”. Han pasado 18 años desde la fecha y por tanto mantenemos el criterio de que ya en esos momentos comenzaba una crisis en la explotación de los hidrocarburos y en energía no renovables, agotándose los bosques y dañándose la capa de ozono para todo el planeta.
Parece como si la naturaleza se estuviese cobrando el daño causado por los hombres, con los terremotos, maremotos, huracanes, lluvias torrenciales, sequías permanentes, que han provocado miles de muertes y destrucción de países, enfermedades, miserias y la solidaridad internacional todavía no ha dicho la última palabra.
Ese propio agotamiento de los hidrocarburos trajo aparejado las incursiones militares en varios países so pretexto de la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico y que ahora volvemos a un nuevo ciclo de amenazas con las 7 bases militares concedidas por Colombia a los Estados Unidos en su territorio enfiladas contra toda la América Latina[3].
La especulación de los capitales irreales, emitidos en bonos y papeles sin respaldo productivo real, parecía que iba a contribuir al desarrollo de las economías de los países más pobres, siendo un efecto inverso, iban cavando la fosa para el entierro de las economías nacionales y el empresariado local no competitivo por los costos, los subsidios y otros elementos que se han ido potenciando hasta convertirse en la bola de nieve que en su caída va arrasando con todo lo que encuentra a su paso.
Muchos especialistas, académicos, científicos en sus investigaciones y estudios indican como causa de lo que acontece en el mundo, a la gran ola de corrupción con efecto tsunami, que después de su aparición, ha seguido creciendo y desarrollándose hasta inundar a todos los países, ninguno está exento del blanqueado de dinero proveniente de la droga, el tráfico de influencias, el tráfico de personas y otros males tan viejos y existentes en épocas anteriores que crecen y crecen hasta ser insoportables para los que nada tienen que perder, además de las cadenas que los atan a una vida miserable, de exclusión social y económica. La corrupción ha llevado a la quiebra económica y moral de grandes consorcios, como sucedió comenzado el siglo XXI con las corporaciones Worldcom y Emron que trajeron consigo sucesivos casos de corrupción de otros capitales, empresarios, países, estados y sus gobiernos.
Cuando se discutían las ventajas y desventajas de la creación de un área de libre comercio con los Estados Unidos, siempre se planteaba que una de las grandes desventajas existentes para los países latinoamericanos era la corrupción interna en los gobiernos, la cual ha ido descendiendo con el arribo en el presente siglo de gobiernos progresistas en varios países, a modo de ejemplo, en Nicaragua, Ecuador, Venezuela, Bolivia y gobiernos comprometidos en Paraguay, Uruguay, Argentina y Brasil.
En definitivas, por aquí rondan los antecedentes del descalabro actual. Algunos ni se molestan en buscar soluciones, pues están acostumbrados a los vaivenes cíclicos, de estado de bienestar, crisis, soluciones de choque, regreso al estado de bienestar y sigue el círculo vicioso. Al capitalismo le son consustanciales las crisis, como al desarrollo humano las enfermedades y la muerte. Aunque el conformismo no será la solución a los problemas más acuciantes de la humanidad ni la salida de las crisis.
[3] “Transcurridos ocho años de aventurerismo, demagogia y mentiras en los que murieron miles de soldados norteamericanos y casi un millón de iraquíes en una guerra de conquista por el petróleo de ese país musulmán que nada tenía que ver con el atroz ataque a las Torres Gemelas, el pueblo de Estados Unidos estaba hastiado y avergonzado” (Reflexión de Fidel Castro: Ojalá me equivoque, del 24 de agosto de 2009.
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