Exposición del Dr. Luis Enrique Ramírez
en el VI ENCUENTRO INTERNACIONAL DE ABOGADOS LABORALISTAS Y DEL MOVIMIENTO
SINDICAL (LA HABANA, CUBA, 21 AL 23/03/2012)
Buenas tardes.
Vivimos una coyuntura histórica
llena de paradojas: el sistema capitalista está pasando por una de sus peores
crisis. Sus postulados fundantes están puestos en cuestión (el mercado no
soluciona nada y los Estados deben intervenir fuertemente para salvar al
sistema), pero, curiosamente la solución que se propone es… más capitalismo.
En el mundo laboral el
neoliberalismo regresa con sus mismas recetas y su misma racionalidad, sin
hacerse cargo de su fracaso rotundo en la década del `90: desregulación,
flexibilidad, eliminación de derechos y conquistas, o sea mayor explotación de
la fuerza de trabajo.
Paralelamente, la derecha va ganando
posiciones. Gobierna en varios países y, en Europa, banqueros, economistas y
tecnócratas liberales al servicio del poder económico y financiero mundial,
llegan a los gobiernos.
El sistema capitalista parece
desmoronarse, pero con llamativa facilidad y con total impunidad se plantea un
ajuste estructural apoyado en el despojo de los derechos y conquistas sociales
de los sectores sociales más vulnerables.
Un observador imparcial seguramente
se asombraría por la escasa resistencia con la que avanza esta nueva ofensiva
contra los derechos de la inmensa mayoría de la población mundial.
¿Cómo se explica?
Creo
que una de las causas de este fenómeno es cultural: los sectores sociales
dominantes han tenido y tienen el monopolio de los medios de comunicación.
Desde ahí construyen “la realidad” y venden su propia interpretación del
pasado, del presente y del futuro.
Con
el bombardeo de falsos slogans durante décadas, ganaron la madre de todas la
batallas, la batalla cultural: las víctimas del sistema aceptan su derrota, que
consideran inevitable e inmodificable. Muchos piensan que el capitalismo es
como un hecho de la naturaleza y, por lo tanto, inevitable. O creen que sus
vidas están controladas por poderosas fuerzas, contra las que no es posible
luchar.
Otra
causa radica, en mi opinión, en que la resistencia a esta ofensiva global, es local,
focalizada, parcial, inorgánica. Se advierte claramente la ausencia de un
sujeto colectivo, a nivel regional o planetario, con capacidad y vocación para
enfrentar este nuevo ataque del neoliberalismo contra los derechos de la clase
trabajadora.
Y
esto nos lleva como de la mano a Latinoamérica y la cuestión de su integración.
Siempre hemos dicho que no hay región del planeta en
mejores condiciones para intentar una auténtica integración, que no sea
simplemente económica, sino que sea política, social y cultural.
Además,
es el mandato incumplido de nuestros próceres y de los héroes de las luchas por
nuestra independencia. ¿Cómo se explica esta morosidad en cumplir ese mandato?
Hay intereses foráneos muy poderosos, que quieren mantenernos desunidos, a lo
que se suma la traición y la corrupción de un sector importante de nuestra
clase política.
Nuestro
aporte al proceso de integración regional, es un proyecto de Carta Sociolaboral
Latinoamericana, que pretende diseñar un nuevo modelo de relaciones laborales,
de cara al siglo XXI, apoyado en principios y valores diferentes y contrarios a
los del modelo vigente en la mayoría de nuestros países. Por eso nosotros
hablamos de un cambio de paradigma.
Nuestro
modelo de relaciones laborales tiene como eje la dignidad de la persona que
trabaja en relación de dependencia, lo que lleva a tener que resignificar todos
los conceptos del mundo laboral.
Colocar
a la dignidad de la persona que trabaja por cuenta ajena en el centro del
escenario, no es un capricho. Es la simple consecuencia de reconocer que en el
contrato laboral el trabajador se compromete física, mental, emocional y
espiritualmente y, por lo tanto, no es posible separar lo que se hace, del que
lo hace. Hablar de la dignidad de la persona y tratar como mercancía lo que
hace, es una grosera contradicción.
Por
lo tanto, en el contrato laboral siempre está en juego la dignidad de la
persona que trabaja por cuenta ajena. Y a partir de este reconocimiento,
comienzan a resignificarse todos los conceptos, y se manifiestan como naturales
los derechos de la Carta Sociolaboral
Latinoamericana:
P
Derecho a la libre
circulación por el espacio comunitario, con identidad de derechos laborales y
de la Seguridad
Social;
P Derecho al trabajo, pero al trabajo
digno, no cualquier trabajo;
P Estabilidad laboral efectiva, que
es la madre de todos los demás derechos;
P
Garantías efectivas
de cobro de salario. El hambre de hoy no puede ser reparado mañana;
P
Relaciones
laborales democráticas y participativas. El trabajador como sujeto activo, que
conserva los derechos que tiene como ciudadano;
P
Libertad y democracia
sindical;
P
Justicia del
trabajo rápida y eficiente. No hay mayor flexibilización laboral que una
justicia laboral lenta e ineficiente;
P
La vida y la salud
del trabajador como valores a proteger, sin importar los costos. Hay que
eliminar el “impuesto de sangre” que hoy pagan los trabajadores.
Finalizo: para los latinoamericanos ha llegado la hora
de salir de la trinchera, de luchar por la integración regional y la
emancipación de nuestros pueblos. Para aquellos que crean que es una utopía y
que no podemos ganar, les recordaré lo que decía Ghandi:
“Mañana
tal vez tengamos que sentarnos frente a nuestros hijos y decirles que fuimos
derrotados. Pero no podremos mirarlos a los ojos y decirles que viven así
porque no nos animamos a pelear”.
¡GRACIAS!
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