Justicia social y color cubano: cercanas realidades
PEDRO DE LA HOZ
Entre los que fuera y dentro de Cuba tratan de hallar
fisuras que conduzcan a la desintegración del cuerpo de la nación, el tema de
la racialidad, en tiempos recientes y con intereses aviesos, se ha puesto de
moda.
Pareciera incomodarles la seriedad y el respeto con que diversas instancias tanto gubernamentales como de nuestra sociedad civil han encarado un asunto que requiere atención, toma de conciencia y acciones prácticas para su definitiva solución.
La Revolución nos ha enseñado a asumir
con valentía errores y carencias y a emprender el camino de la rectificación.
En el tema que nos ocupa, como en tantos otros, Fidel dio el ejemplo. Al
intervenir en el Congreso Internacional de Pedagogía 2005, expresó: Dicho
con palabras más crudas y fruto de mis propias observaciones y meditaciones,
habiendo cambiado radicalmente nuestra sociedad, si bien las mujeres, antes
terriblemente discriminadas y a cuyo alcance estaban solo los trabajos más
humillantes, son hoy por sí mismas un decisivo y prestigioso segmento de la
sociedad que constituye el 65 por ciento de la fuerza técnica y científica del
país, la Revolución, más allá de los derechos y garantías alcanzados para todos
los ciudadanos de cualquier etnia y origen, no ha logrado el mismo éxito en la
lucha por erradicar las diferencias en el status social y económico de la
población negra del país, aun cuando en numerosas áreas de gran trascendencia,
entre ellas la educación y la salud, desempeñan un importante papel.
En 1998, la vanguardia intelectual y
artística, en diálogo con el propio Fidel, había advertido durante un Congreso
de la UNEAC, la necesidad de abordar el problema. Durante la primera década de
este siglo fueron adoptados programas destinados a sectores desfavorecidos de
la sociedad con un impacto medible entre los afrodescendientes. El actual
proceso de implementación de los Lineamientos Económicos y Sociales aprobados
por el último Congreso del Partido debe sentar las bases de un desarrollo
sustentable que se traduzca progresivamente en niveles de prosperidad. En su
aplicación a escala local, cada una de las acciones que se emprenden tendrá que
tomar en cuenta la focalización, sin visos paternalistas, de los sectores y
nichos de nuestra sociedad más urgidos de transformaciones y beneficios, en
correspondencia con los aportes y el incremento de la riqueza social.
Para nadie es un secreto que no
existe una relación biunívoca entre base material y conciencia. De ahí la
necesidad de continuar trabajando en el campo de la subjetividad si queremos
desterrar todo vestigio de prejuicio racial. En los últimos años, no sin vencer
obstáculos, cada vez son más significativos los espacios en los que se debaten
los problemas de la población afrodescendiente. El tema ha preocupado y ocupado
a los parlamentarios en las sesiones de las comisiones permanentes de la
Asamblea Nacional y se han realizado audiencias públicas.
Consecuente con los acuerdos de sus
Congresos, la UNEAC ha venido desarrollando mediante la Comisión Aponte no solo
una labor de concientización, sino también de promoción de los aportes de los
afrodescendientes a la forja de la nación y las transformaciones
revolucionarias. Aunque más reciente, no menos
importante resulta el trabajo del capítulo cubano de la Articulación Regional
Afrodescendiente, por la altura y sentido de la responsabilidad con que analiza
y propone soluciones.
La Fundación Nicolás Guillén auspicia
un curso en el programa Universidad para Todos, cuya primera etapa concluyó al
comienzo de este último verano, en el que se ponen de manifiesto las
contribuciones sustantivas de los africanos y afrodescendientes
Estos son apenas algunos de los hitos
en la batalla por la justicia. Todavía, lo sabemos, resultan insuficientes,
pero también inobjetables. El sistema escolar, los medios de comunicación y las
organizaciones que integran nuestro tejido social están en condiciones de
aportar y avanzar mucho más. La igualdad, que en nuestro caso apunta a la
correspondencia entre oportunidades y superación y entre prosperidad material y
crecimiento espiritual, no fraguará mediante la aplicación de mecánicas
acciones afirmativas ni extrapolando experiencias que para nada tienen que ver
con nuestra perspectiva real, sino mediante la comprensión de las complejidades
de un asunto históricamente enraizado y la búsqueda de soluciones integrales
que recorran desde la escala del esclarecimiento y la conceptualización hasta
la sistematización y seguimiento de prácticas económicas, sociales y
culturales.
Todo esto bajo los principios de la
unidad y sin renunciar a los ideales que nos fortalecen y constituyen nuestro
más preciado legado. Al respecto, el sociólogo Fernando Martínez Heredia,
Premio Nacional de Ciencias Sociales, recordó que las actitudes racistas
responden "también a las necesidades ideológicas de los que aspiran a un
regreso mediato al capitalismo, porque el racismo es una naturalización de la
desigualdad entre las personas", lo cual resulta inadmisible para la
inmensa mayoría de los cubanos. Y concluía con una afirmación que compartimos:
"La lucha por la profundización del socialismo en Cuba está obligada a ser
antirracista". Con esa convicción trabajemos para que el
color cubano que tanto defendió Nicolás Guillén como aspiración y la justicia
social más plena sean cada vez más cercanas y promisorias realidades.
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