América Latina y el Caribe
enfrentan actualmente una crisis de sobrepeso y obesidad que afecta a la región
como una epidemia.
Así lo
expresó en un artículo reciente Eve Crowley, la representante regional adjunta
de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO) en América
Latina y el Caribe.
En el
artículo, Crowley se basa en la publicación de la FAO y de la Organización
Panamericana de la Salud (OPS) sobre el panorama de la seguridad alimentaria y
nutricional, cuyas cifras destacan por cómo se encuentra en materia alimentaria
Latinoamérica.
El 58 por
ciento de los habitantes de la región–lo que se traduce en más de 360 millones
de personas–viven con sobrepeso. Y otros 140 millones son afectados por la
obesidad. Resalta que en todos los países el sobrepeso afecta a por lo menos la
mitad de la población.
En los
últimos veinte años el incremento de la obesidad y del sobrepeso ha sido
rápido, indiferentemente de la condición económica, étnica o lugar de
residencia. Aunque Crowley señala que los lugares en mayor riesgo son aquellos
países donde se consumen más alimentos procesados.
Uno de
los datos resaltantes es que la obesidad parece estar afectando en mayor medida
a las mujeres que a los hombres, con una diferencia de hasta diez puntos
porcentuales en más de veinte países.
La causa,
cita el artículo, es el cambio en los patrones de alimentación. En las últimas
décadas se ha incrementado la urbanización en los países latinoamericanos y
caribeños. Y, junto con la integración de los mercados globales, el consumo de
alimentos ultra procesados–cargados de azúcares y grasas–se ha incrementado en
detrimento de las preparaciones tradicionales basadas en productos locales,
frescos y variados.
Pero la
autora también comparte esperanza. Dice que la experiencia en la región
combatiendo la subnutrición puede ser muy valiosa. Hoy en día los índices de
desnutrición infantil y las tasas de subalimentación son menores que hace dos
décadas. Aunque aún existen 34 millones de personas que no pueden acceder a
alimentos.
Esto
representa una paradoja para América Latina y el Caribe. Pues se trata de una
doble carga entre la obesidad y el hambre.
La
solución propuesta para ambos problemas es, sin embargo, la misma. Promover una
alimentación saludable, que incluye alimentos frescos, nutritivos, sanos y
producidos de forma sostenible. Esta es una propuesta que integra agricultura,
alimentación y salud.
Este
último punto pone la atención sobre los desarrollos agrícolas. Si bien, en
conjunto, la región produce suficientes alimentos para toda su población, los
métodos utilizados están destruyendo los ecosistemas y suelos en los que se
produce.
La
distribución de la riqueza sigue siendo desigual, por lo que muchos padecen
hambre mientras otros deben combatir el sobrepeso. Y el impacto ambiental es
profundo como resultado de esta desigualdad. Crowley cita que 127 millones de
toneladas de alimentos terminan en basureros de la región cada año.
De manera
que se hace necesario que cada gobierno asuma para sí la creación de políticas
públicas para atacar las condiciones que perpetúan el hambre, el sobrepeso y la
obesidad así como sus consecuencias sobre la salud de adultos y niños. Esta
tarea no puede quedar en la “mano indiferente del mercado”. Esto debe
convertirse en una política de Estado
Crowley,
quien es doctora en antropología de la Universidad de Yale, es Representante de
la FAO desde octubre del 2013. Y posee una extensa carrera como parte de esta y
otras organizaciones como el Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola,
el Centro Mundial de Agrosilvicultura y la Unesco.
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