martes, 17 de mayo de 2011

MARCHA EN WALL STREET EXIGE QUE LOS RICOS PAGUEN POR EL DESASTRE ECONÓMICO

Ojalá y lo logren. Falta que hace que no solamente se distribuya la pobreza, sino que la riqueza alcance a todos.

David Brooks . Nueva York.- Diario Online El Clarin, de Chile

Wall Street, gritaba hoy un manifestante al marchar por la zona, mientras la policía impedía que miles de maestros, trabajadores estatales, de mantenimiento y de varios sectores de servicios, inmigrantes, estudiantes y activistas comunitarios se acercaran al monumento del mundo financiero: la Bolsa de Valores de Nueva York.

Los manifestantes –más de 10 mil según algunos cálculos– marcharon por las calles alrededor del sector financiero y político de esta ciudad para exigir que los bancos y los empresarios ricos paguen los costos de la crisis económica que ellos mismos detonaron, y no los trabajadores que enfrentan una ola de despidos y un ataque político a nivel nacional contra sus derechos laborales.

El alcalde Michael Bloomberg propone despedir a más de 5 mil maestros, cerrar varias estaciones de bomberos, reducir servicios para niños y programas para habitantes de la tercera edad, entre otras medidas para «balancear» el presupuesto. Eso sí, se niega tajantemente a incrementar los impuestos a los ricos, sobre todo al sector financiero, con el argumento de que eso tendría un efecto negativo en la economía.

DEMANDAN EMPLEO Y MÁS SERVICIOS PÚBLICOS

Los gobiernos a nivel municipal, estatal y hasta federal aplican la misma receta de austeridad por todo el país, acompañada de un ataque feroz contra los sindicatos y en algunos casos contra los inmigrantes. La historia es la misma: para resolver el déficit presupuestal provocado por la peor crisis financiera y económica desde la gran depresión, la decisión política es trasladar estos costos a los trabajadores.

Esto al mismo tiempo que los ejecutivos y sus empresas disfrutan de una prosperidad sin precedente. El Wall Street Journal reportó que la remuneración para los ejecutivos en jefe de las 350 empresas más grandes del país se incrementaron 11 por ciento, y en valor medio llegan a 9.3 millones de dólares al ser premiados por sus juntas directivas por su gran labor en reducir costos y elevar utilidades.

Esta receta económica es acompañada de una fiera ofensiva política contra trabajadores y sus sindicatos. Fuerzas conservadoras, tanto en el ámbito político como en el empresarial, promueven medidas con el explícito propósito de destruir sindicatos, en particular los del sector público. Iniciativas para lograrlo han sido promovidas en estados como Wisconsin, Michigan, Indiana y Ohio, entre otros, donde además de demandar reducciones en salarios y prestaciones de los trabajadores, se incluyen medidas para anular los derechos de negociación de contratos colectivos.

Dos estados, New Hampshire y Missouri, promueven proyectos de ley para sumarse a los 22 estados que tienen leyes con el nombre orwelliano de «derecho a trabajar», que en verdad limitan severamente la sindicalización al permitir que los trabajadores opten por no integrarse a sindicatos establecidos en el sector privado. En total, 18 estados impulsaron este tipo de iniciativas sólo en el último año, todos con la justificación de que son necesarias para abordar el déficit de sus estados, y casi todas promovidas por legisladores o gobernadores republicanos, reportó el Wall Street Journal. Las leyes tienen el objetivo de debilitar el poder político de los sindicatos que suelen apoyar al Partido Demócrata e iniciativas liberales en este país.

Esto llevó a una rebelión laboral de cientos de miles en Wisconsin a principios de año, a la que se sumaron estudiantes, granjeros, inmigrantes y agrupaciones comunitarias, que durante varias semanas tomaron el Capitolio estatal como parte de una movilización popular sostenida que generó esperanza en este país, y que muchos –incluidos los manifestantes– compararon con lo que ocurría en esos momentos en Egipto. «Protesta como un egipcio», fue una de las consignas.

En California los maestros del gremio California Teachers Association lanzaron esta semana un movimiento llamado «Estado de emergencia» para presionar a legisladores estatales a poner fin a los recortes en educación. El sistema educativo ha sufrido recortes de 20 mil millones de dólares en tres años y 30 mil maestros han sido despedidos en ese estado. Esta semana una empleada federal que está por ser despedida enfrentó al presidente Barack Obama en un foro transmitido por televisión, y le preguntó qué haría él si estuviera en su lugar. Obama respondió que es un momento difícil e intentó dar explicaciones, pero jamás logró responder a la pregunta.

Noam Chomsky escribe que lo que ocurre en Estados Unidos es parte de «una guerra Estado-empresa contra los sindicatos» que se lleva a cabo a nivel mundial dejando a los trabajadores en una condición de precariedad como resultado de «programas de desindicalización, flexibilización y desregulación».

Pero manifestantes hoy también hablan del surgimiento de una respuesta de resistencia y rebelión, y aunque aún no es masiva, sí toma poco a poco dimensiones sorprendentes. Los sindicatos son un contrapeso crucial contra la avaricia empresarial que hundió la economía aquí y amenaza el medio ambiente y el futuro. «Desde Cairo a Madison, los trabajadores están resistiendo y los tiranos están cayendo».

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