jueves, 22 de diciembre de 2011

CUANTA VERDAD EN ESTE ARTÍCULO. TOMADO DEL BLOG "EL ADVERSARIO OCUBANO"

Dr. Salvador Capote

El tema es tabú para los grandes medios de información de Estados Unidos. Se considera de pésimo gusto mencionar siquiera esta bochornosa cuestión. ¿Cómo puede haber hambre en el país más rico y poderoso del mundo?. ¿Cómo puede haber hambre donde hay tantas personas obesas?. Sin embargo, el hambre existe en este país y ha existido siempre, no por falta de alimentos sino porque el régimen capitalista existente impone situaciones extremas de desigualdad.
En el año 2005, cuando el huracán Katrina azotó New Orleans y puso en el foco de la atención nacional e internacional la miseria extrema de extensos barrios de esa ciudad, el pueblo norteamericano descubrió perplejo que el hambre sí era un grave problema social y no sólo en el Sur sino en todos los cincuenta estados de la nación.
Datos del Departamento de Agricultura de Estados Unidos revelan que 48.8 millones de estadounidenses (uno de cada seis), incluyendo más de 17 millones de niños, enfrentan inseguridad alimentaria o hambre. Precisemos los conceptos para evitar confusiones. El Departamento de Agricultura, basándose en los datos obtenidos por el Buró del Censo, clasifica los núcleos familiares en “seguros” (“food secure”) e “inseguros” (“food insecure”) desde el punto de vista alimentario. Los hogares “inseguros” se definen como aquellos que “en ocasiones” no tienen la capacidad para adquirir suficientes alimentos para todos los miembros de la familia debido a la falta de recursos económicos.
Los hogares “inseguros con hambre” son aquellos en que la incapacidad para obtener alimentos “se prolonga durante un periodo de tiempo considerable”. Sin embargo, en 2006, después que el Katrina puso al descubierto la impotencia de los programas de seguridad alimentaria, la administración de George W. Bush decidió eliminar el hambre pero sólo en los documentos oficiales. A partir de entonces, la palabra hambre fue sustituída por la frase “muy baja seguridad alimentaria” (“very low food security”).
En la última década, el número de personas con hambre o, dicho sea con el eufemismo creado por el presidente Bush, con “muy baja seguridad alimentaria”, prácticamente se duplicó, pasando de 7.7 a más de 15 millones. Pero el problema es peor que el que reflejan las estadísticas pues éstas se basan únicamente en los datos que se obtienen de los núcleos familiares. Por consiguiente, no está incluido el creciente número de personas “sin hogar” (“homeless”) ni tampoco los indocumentados.
Según un informe de “Feeding America” (“Hunger Study 2010”), la organización líder en socorrer el hambre en el país, el número de personas que dependen de sus bancos de alimentos pasó de 25 millones, incluidos 9 millones de niños, en 2006, a 37 millones, con 14 millones de niños, en 2010, un incremento de 46 %. Se ha disparado también el número de personas que reciben cupones de alimentos (“food stamps”), calculados aproximadamente a $1 por comida por día lo que no permite comprar los alimentos más nutritivos que son los más caros y los que aumentan de precio con mayor rapidez.
El panorama es sombrío y es cada vez mayor el número de familias norteamericanas que tienen que escoger entre la compra de alimentos y otras necesidades básicas como la renta y la atención médica.  Si, por una parte, se mantienen los altos niveles de desempleo y el estancamiento de los salarios y, por otra, se materializan los propósitos de los sectores más conservadores y reaccionarios como el movimiento llamado “tea party”, de realizar recortes sustanciales en los programas de asistencia social, es de esperar que veamos cifras aún peores de inseguridad alimentaria y hambre, y debemos recordar que en toda sociedad con niveles tan altos y crecientes de desigualdad como los que existen actualmente en Estados Unidos, la inestabilidad política y las convulsiones sociales no se hacen esperar.

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