La pregunta hecha dice así: ¿Cómo puede el movimiento sindical auxiliar a los trabajadores que sufren acoso?
Responde Margarida Barreto: En primer lugar, los dirigentes deben oir a sus compañeros y por tanto se requiere que los primeros comprendan y conozcan ese nuevo mundo del trabajo en esta nueva configuración, que ha transformado a los trabajadores en nómadas del trabajo y de las relaciones, viviendo en una sociedad sin empleo, con una vida limítrofe y caótica, teniendo que someterse a la explotación. Se necesita que los dirigentes conozcan los nuevos riesgos emergentes, reflexionen sobre la cultura empresarial, que escuchen y comprendan la voz de aquellos que sufren, padecen enfermedades y mueren por el trabajo y en el trabajo. Si no conocen lo que sucede intramuros, la acción se restringe a dirigir al trabajador acosado para que el médico o el departamento jurídico lo reciba, siempre siendo actos y acciones individualizadas, quedando en el olvido las acciones colectivas.
Si no contamos con una práctica comprometida con la clase trabajadora, pocas victorias serán alcanzadas. Digo esto, porque veo en este gran Brasil, muchos dirigentes que ni siquiera saben lo que ocurre dentro de su empresa en la que un día trabajaron y eso los lleva a actitudes de indiferencia con respecto al dolor del otro. Falta reflexión y acción, sueños personales que se mezclen con los colectivos, falta la lucha activa, la organización dentro de los locales de trabajo, la movilización y el compromiso de clase. Pensar en eliminar el acoso moral en las relaciones laborales, atraviesa la lucha por la justicia, por la dignidad, por la generosidad, por el respeto en las relaciones de trabajo, por una nueva forma de organizar el trabajo, en el cual la cultura refuerce la autonomía y la creatividad, para pensar y hacer que la vida de aquellos que producen las riquezas, se privilegie en toda su plenitud.
Un sindicalismo “combativo” no puede defender los intereses del capital, viabilizando la existencia de las empresas que matan y enferman a centenares de trabajadores anualmente, con la disculpa de que se está preservando el empleo. Se trata de la defensa de la vida. No podemos salir de un sindicalismo contestatario y andar hacia uno de “viabilización de las empresas”.
Si ese escenario persiste, estaremos asistiendo al aumento de la explotación en el trabajo que es una cara de la violencia, la intensificación de la flexibilización, movilidad y humillaciones para producir, bajo el mirar pasivo del movimiento sindical.
He aquí una brillante exposición sobre el tema. El movimiento sindical no puede quedar callado y pasivo, se requiere la movilización de las fuerzas internas hacia el combate por un medio ambiente limpio y participativo. Los trabajadores padecen enfermedades innecesarias producto del estrés, el burnout y otros riesgos emergentes e incluso llegan al tope de su existencia, con acciones de suicidio, o muriendo por el trabajo, lo que significa "trabajar hasta morir" conocido por el término japonés de "KAROSHI". En Inglaterra están ahora legislando sobre un nuevo concepto el llamado Homicidio Corporativo, relacionado con la muerte ocasionada al trabajador por el ambiente, las condiciones de trabajo y la poca seguridad en el puesto de trabajo.
Reitero que falta mucho por hacer e investigar, que lo relativo a los factores psicosociales y organizacionales en el medio ambiente laboral, conocido como riesgos emergentes, aún constituyen un tabú en muchos lugares, no se visualizan, se opacan y anulan en favor de los factores "visibles", químicos, eléctricos, físicos, contaminantes, pero hay que recordar que las relaciones interpersonales son también parte del día a día en el trabajo. Gracias Margarida, por la entrega, por las ideas, por la colaboración desinteresada....
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