La
reforma laboral y sus peligros
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Rafael Borràs Ensenyat · · · · ·
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26/02/12
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I.- La Reforma Laboral plasmada en el Real Decreto Ley 3/2012, de 10
de febrero, es una auténtica revolución (en este caso conservadora) del
Derecho Laboral español. Un cambio tan radical que se hace sin un diagnóstico
previo del mercado laboral del Reino de España puede provocar peligrosos
efectos colaterales indeseables. De hecho, la última aproximación al análisis
de las trayectorias de fondo de las dinámicas laborares españolas es de enero
del año 2005 en aquel documento que elaboró la Comisión de Expertos para el
Diálogo Social titulado “Más y mejor empleo en un nuevo escenario
socioeconómico: por una flexibilidad y seguridad laborales efectivas”.
Ciertamente ha llovido mucho en los últimos siete años, pero es muy
aconsejable la relectura de este informe para -se esté de acuerdo o no con
sus conclusiones- darse cuenta que las Reformas Laborales de los años 2010 y
2011 se hicieron únicamente para saciar a los insaciables mercados
financieros y la de Mariano Rajoy no tiene otra explicación que una deriva
ideológica ultraconservadora y un vano intento del Gobierno del PP de
conseguir de la troika (UE/BCE/FMI) una cierta flexibilidad en los plazos por
la reducción del déficit público.
La Reforma Laboral no conseguirá ni la
clemencia de las instituciones europeas e internacionales, ni creará empleo.
Sobre lo primero la burocracia ultraliberal de Bruselas acaba de aceptar una
imperceptible rebaja en los objetivos del déficit público español que no hace
más que confirmar su crueldad para con los débiles, y sobre lo segundo –la
creación de empleo- ya proliferan las declaraciones de sus mentores que fían
sus supuestos efectos benéficos para reducir el paro al socorrido “largo
plazo”. Valga como ejemplo lo que acaba de declarar públicamente un tal J.R.
Bauzá: “La reforma laboral dará resultados en meses o años”. Así se ha
referido, claro está a la generación de empleo y no a otros efectos
absolutamente inmediatos, quien, además de ser Presidente del Gobierno de
Baleares, es una promesa de provincias en alza en el seno del PP español.
Como quiera que el reformazo es muy coherente con el regreso a la
pasión desaforada por el cemento, el tocho y el trabajo de baja cualificación, tampoco reducirá la temporalidad
laboral directamente asociada a los problemas del modelo de crecimiento y de
productividad que tiene el mercado laboral español. El peligro es que se
provoque una gran decepción a una sociedad con grados ya elevados de
frustración por la crisis. Obviamente, la mayor frustración será para quien,
en la desesperación de una situación insoportablemente prolongada de paro,
está rozando la peligrosa línea de la exclusión social y siguió creyendo que
la alternancia política en la lógica bipartidista era solución.
II.- Puede ser discutible la intensidad,
pero no lo es que el objetivo principal de la Reforma Laboral del PP es el de
un abaratamiento estructural de los costes laborales. A este fin se dedica la
mayor parte de la ingeniería reformadora: Desde la implantación de unas
normas para la negociación de los convenios colectivos absolutamente sesgadas
a favor de la parte empresarial, al radical abaratamiento del coste de todo
tipo de despido, pasando por la promoción de un tipo de “Guantánamo laboral”
bajo el eufemismo de “Contrato de trabajo por tiempo indefinido de apoyo a
los emprendedores”. Teniendo en cuenta que este contrato tiene un despido
absolutamente libre y totalmente gratuito durante el primer año de la relación
laboral, seguro que será muy empleado por el empresariado. En mi opinión,
esta modalidad de contratación es peor que los famosos “mini Jobs” o “mini
trabajos” de Alemania.
En un contexto de moderación del salario
nominal y de ausencia de crédito, el peligro es de una mayor contracción del
consumo y una profundización de la recesión económica. Otro peligro es que la
introducción de nuevas formas de precariedad -y 365 días en periodo de prueba
lo es- puede agravar la pérdida de productividad del factor trabajo. En
cualquier caso, la inocultada alegría de Miguel Ángel Ordóñez evidencia que
estamos en presencia de la por él insistentemente reivindicada expoliación
del poder adquisitivo de las clases medias y bajas. El Gobernador del Banco
de España y los suyos ganan su particular cruzada a favor de una “devaluación
interna” ante la imposibilidad de empobrecer a la inmensa mayoría mediante
una devaluación de la moneda.
III.- Ni los defensores de la Reforma
Laboral discuten que se han extremado las facilidades para el despido tanto
individual como colectivo, en el sector privado y en el sector público. Si
tomamos en consideración las previsiones sobre ocupación de las instituciones
internacionales (OIT, FMI), europeas y españolas, es fácil concluir que si
ahora es más barato expulsar mano de obra el paro crecerá todavía más y que,
con el mantenimiento de las políticas de austeridad extrema, la proliferación
de los EREs en el sector público promete ser la moda de la próxima primavera.
El peligro cierto es un incremento del paro y un exponencial aumento del
gasto de protección de desempleo que puede poner en cuestión la
sostenibilidad de este mecanismo automático de estabilidad social y
“justificar” un nuevo recorte social. Las impertinencias del dirigente de la
CEOE solicitando que los parados pierdan la prestación económica si rechazan
cualquier oferta de trabajo “aunque se tengan que ir la Laponia” no
deberían achacarse a un calentón de boca. El presidente de la Comisión de
Economía y Política Financiera de la CEOE, José Luis Feito, sabe muy bien que
en Finlandia y en Noruega las relaciones laborares son ciertamente muy
flexibles aunque con una protección social que nada tiene que ver con la del
Reino de España. Por aquellos fríos lares mal funciona eso de la “flexiseguridad”.
Por aquí se impone la “flexiinseguridad”.
IV.- Tengo la impresión de que el cambio
más radical, el que tendrá más recorrido en el tiempo y provocará unos
cambios sociales de más calado son todas las medidas contenidas en el
Capítulo III del RDL. Las medidas diseñadas para favorecer la flexibilidad
interna en las empresas obvian cualquier mecanismo de negociación o pacto
entre los sujetos de las relaciones laborales. Las capacidades de la
dirección de la empresa pasan a ser omnímodas -la alternativa a la aceptación
por parte del trabajador/a es el despido- en materias tales como
clasificación profesional, movilidad funcional, tiempo de trabajo o movilidad
geográfica. De nada ha servido el intento de suavizar esta mercantilización e
individualización de las relaciones laborales que se intentó en el “II
Acuerdo para el empleo y la negociación colectiva 2012-2014” que firmaron
CCOO y UGT con la CEOE el pasado 25 de enero. Con la Reforma Laboral de 2012
el Derecho Laboral y la Acción Sindical son dinamitados como ejes para la
determinación de las condiciones en las que se presta el trabajo en las
empresas. El trabajo es cada vez más mercancía sin ningún derecho y con un
precio que depende del mercado.
El peligro de esta carta blanca al
autoritarismo empresarial es que, a las “fricciones” o “imperfecciones” en la
relación entre la demanda y la oferta de los mercados laborales que analizan
los premios Nobel de Economía del 2010 Peter Diamond, Dale Mortensen y
Christopher Pissarides, se sumen otras nuevas. Es decir, a las ineficiencias
del modelo turbo – capitalista, medidas en paro coyuntural y de larga
duración, dificultades de ligar oferta y demanda, carencia de formación y
habilidades para ocupar un determinado lugar de trabajo, desajustes en
salarios y productividad, etc., ahora se sumarán las derivadas de la gestión
más o menos autoritaria de la empresa.
V.- No hay duda que estamos ante una
Reforma Laboral que nos acerca peligrosamente a una sociedad más
“dickesiniana”, con fuertes retrocesos en la cohesión social y con bastante
menos democracia (atención a la posible regulación restrictiva del derecho de
huelga). Un futuro incierto en el que el riesgo es que los progresistas no
sepamos combatir los peligrosos efectos de esta oleada de ideología conservadora.
Conviene no seguir en Babia y tener presente que, en palabras del maestro
Josep Fontana, “la ofensiva empresarial no se limita... a buscar ventajas
temporales, sino que aspira a una trasformación permanente del sistema
político”. Esta Reforma Laboral es, sin duda, una pieza de importancia
clave de esta transformación neoliberal del sistema.
VI.- El ataque a las clases populares y al
sindicalismo es de tal calibre que aconseja una respuesta inteligente y
meditada que forzosamente ha de ser de movilización y de acumulación de
fuerzas. El éxito de concurrencia en las manifestaciones del domingo 19 de
febrero demuestra que la gente no está dispuesta a permanecer pasiva ante la
agresión. Es posible -y deseable- que las marchas de protesta que se han
convocado en todos los estados de la UE el próximo día 29 sean, en el caso
español, otro clamor contra la Reforma Laboral. Mientras tanto las nuevas
normas laborales van acumulando víctimas. Algunos ejemplos los hemos podido
observar ya: Las pegas que la Administración ha puesto para la publicación
oficial del Convenio Colectivo Estatal de la Construcción –un convenio
negociado y firmado con anterioridad a la entrada en vigor del Real Decreto
Ley 3/2012, de 10 de febrero y en que la dinámica negociadora de las partes
ha querido dotarse de normas y derechos que ahora la Reforma Laboral impide-,
los cambios que una patronal envalentonada y con el BOE en la mano pretende
imponer en el Convenio de Agencias de Viajes cuando lo único que debe hacerse
es la revisión de las tablas salariales. Estos son algunos ejemplos de los
que los medios de comunicación se han hecho eco pero de los despidos baratos,
de los EREs Express “low cost”, o de los contratos con un año de
periodo de prueba se habla menos porque son las victimas invisibles pero
están ahí.
A este victimario y al conjunto de los
amenazados –que somos la mayoría de la ciudadanía- el movimiento sindical,
especialmente CCOO y UGT, nos debe una respuesta en forma de propuesta de
lucha que, sin duda, deberá in
crescendo. En ningún caso cabe la resignación ni la movilización “para
cubrir el expediente”. Este sería el mayor peligro: Que la Revolución
Conservadora del Derecho del Trabajo deslegitimará a los sindicatos. La
Huelga General no puede ser un escenario descartable, pero tampoco puede ser
un punto de llegada de un largo periodo de conflicto social. Convendría
recordar que, tal como escribió Marx en La
ideología alemana, “No es la conciencia la que determina la vida, sino la
vida la que determina la conciencia”. [1] Con la Reforma Laboral del PP la
vida será mucho más dura y precaria para la mayoría de la población. Es muy
probable que el viejo Marx vuelva a tener razón y la conciencia de clase
crezca en la medida que crece el conflicto.
Rafael Borràs Ensenyat fue secretario general de la Federación de Comercio, Hostelería y Turismo
de CCOO de Balears y miembro de la Comisión Ejecutiva de la CS de CCOO de les
Illes Balears. Actualmente trabaja como coordinador de programas de la
Fundación Gadeso
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martes, 28 de febrero de 2012
OTRO SOBRE LA REFORMA LABORAL
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