¿Cómo se ejerce el poder?
Las clases dominantes instituyen por diversas vías y métodos, un orden social que consagra los privilegios de las minorías propietarias y que a través de una compleja cadena de mediaciones deposita en manos de los capitalistas el control de la economía, la política, la cultura y de prácticamente todos los sectores de la vida social. Y es precisamente esa posibilidad de instituir un orden a través de un complejo sistema de mediaciones lo que garantiza que el dominio de los capitalistas (con sus aliados y sus representantes políticos e ideológicos) pueda, bajo ciertas circunstancias, asumir un ropaje exterior ‘democrático’
¿Cuál es el papel de las mediaciones?
Las mediaciones ocultan la falsa imagen de un consenso muy amplio en torno al orden social vigente y su desigual distribución de recursos, mismo que según sus beneficia-rios, se ratifica en el irrestricto respeto que supuestamente garantiza para el disfrute de las libertades individuales
¿Qué papel cumple la represión?
El orden en el sistema capitalista se sostiene mediante la represión, a través del “castigo y escarmiento pero también ejemplo aleccionador”.
Este orden tuvo y tiene efectos en la conducta desde la más tierna infancia dentro y fue-ra de las instituciones (educacionales, familiares y laborales) Hemos internalizado, in-dependiente de nuestra voluntad, de este modelo, forma parte de la cultura. Su cuestionamiento siempre despierta sospecha y en períodos dictatoriales se agudizó con represión directa sobre el propio cuerpo, tratando de inhibir el pensamiento. En el sistema educativo; al autoritarismo habitual se agregó una consigna: EL SILENCIO ES SALUD.
Asimismo en las relaciones laborales, se puede pensar dentro de ciertos límites. En las negociaciones colectivas, se acuerda los términos en que se vende la fuerza de trabajo. Las medidas de fuerza, toma de establecimientos, corte de calles, se suelen reprimir, pues la propiedad privada es inviolable y “la libertad de uno termina donde empieza la libertad de otro.”
Pero qué es el Estado? Desde este marco conceptual, A. Borón analiza tres dimensiones analíticamente separables.
En primer lugar, el estado capitalista es un estado de clase y, en cuanto tal, “representa” la condensación de las relaciones de dominio y supeditación que existen en un determinado momento del desarrollo social. Esa y no otra es “representatividad” de la vida estatal: no representa la voluntad de todos los/las ciudadanos como pretende el saber convencional de las ciencias socia-les sino el provisorio equilibrio a que se llega en la lucha de clases. Equilibrio que no borra la existencia de una clase dominante, más o menos diversificada o unificada según los casos y su enfrentamiento con las clases dominadas. Y como estado capitalista su lógica de funcionamiento lo lleva a garantizar incesantemente la reproducción de las relaciones capitalistas de producción.(…)
El estado es también un aparato administrativo, político, legal, pero esta superestructura descansa sobre un conjunto de relaciones de fuerzas entre las clases fundamentales, sus aliados y sus representantes políticos (…) Cabe recordar que el estado, en tanto conjunto de aparatos administrativos, burocráticos, legales e institucionales tiene, como su fundamento final y decisivo el
monopolio de la violencia.
En tercer lugar el estado también aparece como un escenario “neutro” dónde se dirimen los grandes enfrentamientos sociales. Apariencia que oculta su esencia clasista para mejor garanti-zar el predominio de la clase dominante.
Nos encontramos con distintas explicaciones del fracaso de la resolución de algunos problemas por la vía legislativa: el reconocimiento del poder que tienen los intereses de los empresarios y la complicidad de una parte importante de los legisladores, una caracterización psicológica de la conducta de los integrantes del Senado y la juventud de la democracia. Todos argumentos insuficientes, aquellos más convincente son los argumentos que reconocen que nuestras riquezas, el petróleo, gas y minerales están en manos de empresas multinacionales, titulando la nota: Que lo parió…25 años de democracia no lograron cambiar el modelo Martínez de Hoz. (18)
Lo realmente grave, es que ni siquiera se pueden aplicar políticas, aunque tengan objetivos limitados como los programas para evitar la mortalidad materna e infantil. De este problema da cuenta Ana Suppa (19) (ex Coordinadora del Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable del Ministerio de Salud de la Nación) a quien le pi-dieron la renuncia “justo cuando hay que dar a conocer las cifras anuales en relación a mortalidad materna e infantil (…) desde nuestra concepción, hay una cuestión funda-mental: achicar el nivel de pobreza y de desigualdad social, para que las y los ciudadanos puedan acceder a la información y los servicios que brinda este programa (PNSS y PR).”
Si la explicación de éstas es la derecha tenemos que reconocer que predominan en la mayoría de actos de este gobierno. Retomando a A. Borón, señala que el concepto de salud no existe en América Latina, “la salud es una cuestión de suerte” y más acertada es la explicación que el poder es una condensación de las relaciones sociales”.
Ester Kandel es autora de División sexual del Trabajo (Dunken, 2006) y Ley de Trabajo de mujeres y menores –Un siglo de su sanción – la doble opresión: reconocimiento tácito. (Dunken, 2008).
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