En Honduras ya han asesinados a 25 periodistas
El papelón del presidente Porfirio Lobo no pudo ser mayor, pues en referencia a Villatoro, el día anterior a que apareciera su cadáver, había declarado que el gobierno tenía una prueba de vida.
Ese hombre de radio, de las más escuchadas en el país, fue hallado muerto y su cadáver había sido vestido con uniforme de “Las Cobras”, un organismo policial de antecedentes represivos.
Como Villatoro era un periodista de muchos años en el ejercicio de la
profesión, a la Sociedad Interamericana de Prensa no le quedó más
remedio que emitir un comunicado. No suele ocuparse de estos casos, pero
con aquél hizo una excepción.
La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) expresó ayer su repudio
por el asesinato. “Nuestra indignación por el desenlace trágico en este
caso proviene del lento accionar, la laxitud y el pobre compromiso de
las autoridades, que no han logrado ponerle freno a la violencia”, dijo
el peruano Gustavo Mohme, presidente de la Comisión de Libertad de
Prensa de la SIP.
Sobre Martínez Ávila, en cambio, la SIP hizo el silencio
acostumbrado. Claro, era un hombre joven, de la izquierda, precandidato a
diputado por el departamento de Morazán por el Partido LIBRE que
encabeza la esposa del derrocado Manuel Zelaya,
Xiomara Castro de Zelaya. Erick era de los sectores más combativos de
ese partido legal y el Frente Nacional de Resistencia Popular, y
militaba en la Organización Política Los Necios.
Además de esa currícula polítca de la víctima, poco amigable para la
SIP, se debe consignar que era dirigente de la comunidad lésbica y gay
de Honduras. Justamente su candidatura a diputado por LIBRE había
motivado la mofa discriminatoria del diario El Heraldo, uno de los pilares del golpe de Estado militar-cívico de junio de 2009 y, por supuesto, afiliado a la SIP.
El cable de la agencia AP del 17 de mayo, consignaba: “entre
2003 y 2012, el organismo estatal de derechos humanos registra la
muerte de 29 periodistas, de las cuales 22 han ocurrido durante la
gestión de Lobo, que gobierna desde 2010″.
Otras estadísticas surgen del Comité por la Libre Expresión, C-Libre,
de Honduras, que sin contar a Martínez y Villatoro, afirmó: “desde
noviembre del 2003 a la fecha, C-libre mantiene en sus registros la
muerte violenta de al menos 28 periodistas y comunicadores sociales:
Germán Rivas, Carlos Salgado, Rafael Munguía, Osman Rodrigo López,
Bernardo Rivera Paz, Gabriel Fino Noriega, Nicolás Asfura. Se suman a la
lista, Joseph Hernández, David Meza, Nahún Palacios, Bayardo Mairena,
Manuel de Jesús Juárez, George “Georgino” Orellana, Luis Arturo
Mondragón, Israel Díaz Zelaya, Henry Orlando Suazo, Héctor Francisco
Medina, Luis Mendoza, Luz Marina Paz, Saira Almendares y Fausto Flores
Valle.
El golpismo lo acentuó
Uno de los periodistas radicados en Honduras y que viene siguiendo
puntualmente las violaciones a los derechos humanos del periodismo y los
crímenes que se comenten en su contra es Dick Emanuelsson. De
nacionalidad sueca estuvo como corresponsal varios años en Colombia,
donde sus noticias sobre el comportamiento del Ejército durante la
gestión de Álvaro Uribe lo malquistaron con las FFAA.
Fue amenazado de muerte y debió irse de Bogotá, radicándose en
Tegucigalpa. Fue como salir de Guatemala y caer en Guatepeor.
Emanuelsson reporteó el 7 de mayo a Gilberto Ríos, secretario general de
Los Necios, donde militaba Martínez. Allí se lee que “con el asesinato
del compañero y colega ya son 24 los periodistas asesinados desde el 27
de enero de 2010 cuando el actual régimen de Porfirio Lobo Sosa asumió
el poder”. Unos pocos días más tarde apareció muerto Villatoro,
secuestrado el 9 de mayo; por eso este cronista toma la cifra de 25
periodistas asesinados durante el mandato de Lobo.
Estos crímenes venían de antes, pero el golpe del 28 de junio de 2009, con el títere Roberto Micheletti y sus generales entrenados por el Comando Sur norteamericano, los acentuaron.
Los grupos criminales amparados por el gobierno y las Fuerzas Armadas
no sólo matan a periodistas. Hubo 47 campesinos masacrados en el valle
del Aguán, por sicarios de los propietarios palmeros de allí, como
Miguel Facussé Barjum, que tiene medios de comunicación y otras
empresas. Facussé está acusado de permitir vuelos del narcotráfico en
sus haciendas y esto es sabido, incluso por la DEA y el Departamento de
Estado, que no hacen nada en su contra.
También fueron matados dirigentes políticos, como Santos Alberto
Domínguez Benítez, 24 años, miembro de COPINH, de derechos humanos;
Miguel Angel Barahona, 67, catedrático universitario que impulsaba la
creación del Centro Universitario Regional de El Progreso, y Edilberto
Zolano Mejía, 55, secretario general del Partido Socialista Morazánico.
Todo esto, más lo de Martínez y Villatoro, ocurrió entre el 1 y el 16 de
mayo.
¿Cómo en Colombia?
Primero con Micheletti y luego con Lobo, Honduras se ha convertido en
una plaza donde la vida no vale nada, en general, y la vida de quienes
tienen alguna profesión comprometida o alguna militancia gremial, social
o política, vale menos que nada.
El resultado es que Honduras ha llegado al índice de homicidios más alto del planeta, al menos donde se llevan estadísticas: 86 muertes cada 100.000 habitantes.
El resultado es que Honduras ha llegado al índice de homicidios más alto del planeta, al menos donde se llevan estadísticas: 86 muertes cada 100.000 habitantes.
Ser joven es directamente una invitación al cementerio: 2.092 jóvenes
fueron ultimados durante estos años de Lobo; además se cuentan 400
femicidios, 370 presos calcinados en la cárcel de Comayagua, 42
lesbianas y gays eliminados, los campesinos del Aguán citados más
arriba, etc.
Semejante panorama tiene conexión con los paramilitares colombianos
que operan en Honduras junto a asesores militares israelitas, así como
la mala educación democrática inoculada a las FFAA por los
estadounidenses que cuentan en el país con la base Soto Cano, Palmerola,
más los cursos antiinsurgentes que dieron a los militares hondureños en
la “Escuela de las Américas”.
Los generales golpistas de 2009 secuestraron al presidente
constitucional, Mel Zelaya, y lo llevaron primero a la base de Soto
Cano, antes de deportarlo ilegalmente a Costa Rica.
El panorama de secuestros, torturas, persecución al periodismo y
crímenes contra activistas políticos legales tiene gran parecido a lo
que ocurre en Colombia. Por eso Emauelsson, que conoce bien lo que pasa
en Bogotá, antes con Uribe y ahora Juan M. Santos, planteó días atrás:
“¡El “Síndrome de la Unión Patriótica en Colombia recurre ahora a
Honduras”!
Se refirió así al caso de la guerrilla desmovilizada a mediados de
los ´80, que formó un partido legal, la Unión Patriótica, que fue objeto
de una campaña de aniquilamiento. Cerca de 5.000 militantes de UP,
incluso candidatos a presidente, legisladores y concejales electos,
fueron masacrados por los paramilitares y parapoliciales, eso es, por
los militares y policías mandados de noche por el Estado sin sus
uniformes de rigor.
¿Será entonces que los dueños del poder, las finanzas y la tierra en
Honduras tienen tanto miedo a las elecciones de noviembre de 2013 donde
será candidata Xiomara Castro de Zelaya? ¿Han decidido bañar en sangre
al pueblo hondureño, comenzando por el periodismo, para asegurarse que
en las próximas elecciones el partido LIBRE no pueda competir y nadie
quiera ser candidato en su lista porque sería hombre muerto?
Desde Argentina no es mucho lo que se pueda hacer por aliviar aquella
situación de los colegas, pero al menos se debe hablar del tema, evitar
su invisibilización y el contrabando ideológico. Esto último hicieron
en Enfoques (”La Nación” 20/5) Pablo Sirven y su reporteado Jon Lee
Anderson. A lo largo de dos páginas tamaño sábana, hubo preguntas y
respuestas sobre el ejercicio del periodismo en la región y el mundo,
sin que ni uno ni otro se refiriera a los crímenes de Honduras.
Peor aún, la última pregunta de Sirven fue: “¿Qué piensa de
gobernantes como Cristina Kirchner, Rafael Correa y Hugo Chávez que
hablan de la prensa prácticamente como un poder diabólico?”. Respuesta
de Anderson: “No es saludable que los presidentes estén enfrentados con
la prensa”.
Ese par de periodistas del sistema sigue creyendo que el país más
peligroso para la prensa sería Cuba. Lo cree, pese a que Ernesto Carmona
(Mapocho press), desenmascaró esa mentira recordando que “el último
periodista muerto en Cuba fue Carlos Bastidas Argüello, corresponsal en
viaje ecuatoriano de 23 años, asesinado en 1958 en La Habana por la
dictadura de Batista”.
(Tomado de La Arena)
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