viernes, 14 de enero de 2011

DOS NOTICIAS DE CHILE, QUE DAN MUCHO ESPACIO A LA REFLEXIÓN

Se desmoronan los maquillajes para aparecer las realidades. Nos casaron con la mentira y nos obligaron a vivir con ella y por eso cuando nos muestran la verdad es como si el mundo se derrumbara. Ya es imposible creer lo que se lee en términos de verdad, porque los montajes de información y publicidad son tales que lo que sale de centros de poder que interesa al capital siempre es bueno, sin embargo, todo lo que se aprecia de las urgentes medidas que Cuba toma para salir adelante, es como si fuera un genocidio contra su población y no es así, no es verdad.

Por eso quiero presentarles estas dos noticias sin más comentarios y saquen ustedes sus propias conclusiones.

"2011: el año para debatir sobre la calidad del empleo"
Marco Kremerman
Investigador de la Fundación SOL
http://www.fundacionsol.cl.
Durante los últimos días de 2010, el INE publicó las cifras de empleo correspondientes al trimestre septiembre-noviembre y los datos indican que la tasa de desempleo bajó a 7,1% y que durante los últimos 9 meses se han creado 385 mil nuevos puestos de trabajo. El Gobierno celebra las cifras y se felicita porque ya se ha sobrepasado la meta de crear más de 300 mil empleos, sin embargo hay algo que no huele bien y basta con profundizar un poco en el análisis para darse cuenta de lo que se esconde detrás de los grandes números.

Tal como se puede observar en la minuta de empleo que Fundación SOL publica mensualmente, dos de cada tres empleos creados durante los primeros nueve meses de 2010 son trabajos “por cuenta propia”, “personal de servicio doméstico” o “familiar no remunerado”. Ello implica que no están vinculados necesariamente a políticas o planes del gobierno y que no están cubiertos por los sistemas de protección clásicos del trabajo. Se está provocando un gran deterioro del trabajo en Chile. El mercado laboral, como algunos se acostumbraron a llamarle, se está transformando en un lugar en donde todos trabajan, pero muy pocas personas tienen empleo. Se trata de trabajos en general precarios, ya que el 90% de los nuevos trabajos por cuenta propia se encuentran bajo la modalidad de jornada parcial (incluidas aquellas personas que trabajan 1 hora a la semana); y 76% son Trabajadores no Calificados, Operarios y Artesanos y Vendedores del Comercio.

Los empleos asalariados del sector privado sólo han aumentado en 77 mil, lo que representa sólo un 20% de los 385 mil nuevos empleos creados entre enero-marzo y septiembre-noviembre de 2010. Corresponde, además, principalmente a empleo según jornada parcial, subcontratado y suministrado.

Finalmente, si comparamos con el trimestre pasado, las cifras nos indican que se crearon 47 mil nuevos empleos asalariados, sin embargo se puede observar que el año 2009, para el mismo período, se había creado más de 102 mil empleos.

En resumen, mientras la economía nacional crece a tasas mensuales en torno al 6%, los datos muestran que los frutos de ese crecimiento están llegando a muy pocas personas. Si bien se han creado más puestos de trabajo, se trata principalmente de iniciativas individuales, que en buena parte de los casos rayan en la sobrevivencia y no disfrutan de los beneficios de un contrato de trabajo, cotizaciones ni seguro de desempleo. Aún más, los pocos empleos asalariados que se han creado, son más precarios que antes y en muchos casos quedan al margen de derechos básicos como la sindicalización y la negociación colectiva.

El vergonzoso episodio de los 33 mineros, las pésimas condiciones de trabajo de los choferes de buses y las huelgas que los medios de comunicación no cubrieron durante 2010, son un fiel reflejo de la tremenda deuda que Chile tiene con sus trabajadores. Urge que el 2011 sea el año en que se produzca un gran debate sobre la calidad del empleo en nuestro país, discusión que el Gobierno ha evadido en estos meses, pero que será crucial para que Chile pueda alguna vez, de verdad, llegar a ser un país desarrollado.

Del Diario Clarín On Line de Chile
"Aprendamos a leer el diario" por Paul Walder

Los diarios han mutado de mediadores de la realidad en falsos creadores de realidad. No canalizan información; la modelan, la elaboran. Son las grandes maquinarias elaboradoras de los contenidos necesarios para el reforzamiento del statu quo, de un sistema que se expresa en los campos económico, político, social y cultural.

Los diarios envuelven las distintas realidades, las conectan, las procesan, les dan un sentido, que es un valor, un supuesto, o una respuesta a esa realidad. Son globalizadores, porque abarcan gran parte de las realidades, pero también totalitarios: cada mirada a cada una de las áreas de esa realidad es funcional a la marcha y a la reproducción de una institucionalidad. Los diarios son parte útil y oficiosa a esa institucionalidad.

Esta primera afirmación nos puede dar una idea sobre cómo leer los diarios. Ya no como género informativo, sino interpretativo. Podemos decir que los diarios interpretan esa realidad, pero se trata de una traducción libre, una interpretación de los hechos bajo un rígido patrón o modelo. Es la creación de una imagen, con sus centros, su perímetro, sus pliegues, sus zonas luminosas y oscuras, sus héroes y sus villanos. Los diarios crean una representación del mundo en un alto grado de complejidad pero también lleno de contrastes básicos, como la representación del bien y del mal, encarnada ya sea por personas o dirigentes políticos o por ideas.

Pero se trata de una representación espuria. Tras la imagen representada hay un rígido guión, que está ajustado al reforzamiento del statu quo, a la consolidación de un modelo político, económico y social. Los diarios de los grandes consorcios son una herramienta más de aquella maquinaria económica-comercial-financiera que se expresa en todas las áreas no sólo de nuestra vida pública, sino también privada. Junto a la publicidad, los diarios –y por extensión los medios en general- son el motor de lo que tantos autores han denominado alienación.

Como ejemplo bárbaro y extremo de escenificación de esa imagen de la realidad han sido aquellos suplementos dominicales que intentan cristalizar los millares de eventos que han formado el año. Una fotografía nacional que compone aquella imagen ideal. Es la idea de un país, una entelequia que abarca amplios campos de la institucionalidad y la sociedad, pero que sólo expresa una mirada, bien acotada y elaborada, sesgada, exageradamente compuesta. Como aquellos paisajes o retratos de caballete. Y qué vemos en esa imagen. Un país en desarrollo, moderno, en plena expansión, con los conflictos propios de una sólida democracia, con una sana alternancia en el poder, con los mercados funcionando a plena marcha. Un país que innova, aún con problemas pero lleno de oportunidades, conectado con los principales centros comerciales y culturales del mundo. Un modelo, una institucionalidad, bien consolidada, sólo amenazada por una entropía externa, como mapuches, isleños, anarquistas, delincuentes y otros desadaptados.

Al observar esa imagen, sólo podemos ver la expresión de una clase y de la institucionalidad atada a esa clase y a sus poderes. Como si fuera un paisaje de Santiago desde La Dehesa o desde una oficina de El Golf. Lo que se ve es una fracción de lo que hay. ¿Cuál es la funcionalidad de esa representación? Mantener y reforzar un modelo, el sistema político y económico que se instaló y amoldó en Chile durante las últimas décadas del siglo pasado. Todo lo que amenaza ese modelo está omitido o forma parte de las zonas oscuras de aquella imagen.

Los diarios del duopolio son un producto entre la realidad y los intereses de clase. Un producto que es una artificialidad, una relato falsario apuntalado por las grandes corporaciones y sus representantes políticos. Una imagen fantástica, que hemos de ver como tal. Es tan evidente su artificialidad, que la misma embajada de Estados Unidos en Chile, nos hemos informado a través de Wikileaks, ha quedado sorprendida. Sólo en dictaduras que ejercen una férrea censura de la prensa puede hallarse tal nivel de manipulación, omisión y mentira. Al leer estos diarios estamos leyendo una construcción artificial de la realidad, cuyo objetivo final es la comprensión por los lectores como realidad a secas. Aquí radica nuestro ejercicio: observar aquella prensa como medios para el adoctrinamiento del lector.

Un ejercicio que es también un gran desafío. Porque en las condiciones chilenas, esta prensa tiene características de monopolio, lo que en el terreno de la circulación de la información son rasgos totalitarios. Una sola versión, la que se amplifica al saltar al resto de los medios, como la televisión y, en menor medida, la radio, impide ejercer nuestro derecho a una información plural. El mercado, como en muchos otros sectores, ha mutado aquí en monopolio, en una dictadura de la información.

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