Por su importancia, transcribo las siguientes palabras de un discurso del Presidente cubano, Raúl Castro, pronunciadas el 11 de julio de 2008, que mantienen su plena vigencia con las medidas que se están adoptando para adecuar el sistema económico cubano socialista a las necesidades de la sociedad de trabajadores.
Es muy importante que los ingresos del trabajador se correspondan con su aporte personal
[…] hay que estar consciente de que cada aumento de salario que se apruebe o precio que se establezca debe corresponder con las posibilidades de la economía.
De lo contrario, simplemente aumenta el dinero circulante, suben los precios de manera automática y no hay aumento real del poder adquisitivo. Estas no son cuestiones que se resuelvan con un decreto. En nuestro caso son aún más complejas porque la Revolución no aplica las llamadas "terapias de choque" —que ya empezamos a ver en todos los continentes en estos momentos—, que no son más que cargar sobre el pueblo todas las consecuencias de la crisis. Además subsisten vicios en la mente de cuadros y trabajadores como la indisciplina o la tolerancia ante ella, con incidencia directa en la productividad y la eficiencia.
Que el trabajador se sienta dueño de los medios de producción, no depende solo de explicaciones teóricas —en eso llevamos como 48 años— ni de que su opinión se tenga en cuenta en la actividad laboral. Es muy importante que sus ingresos se correspondan con el aporte personal y el cumplimiento por el centro de trabajo del objeto social para el que se constituyó, es decir, alcanzar la producción o la oferta de servicios que tiene establecido.
En resumen, que cada cual reciba según su trabajo, y para ello deben cumplirse las siguientes premisas insoslayables:
Primero, que ese trabajo realmente aporte lo que todos después demandan recibir.
Segundo, orden, control y rigurosa exigencia que aseguren eficiencia, ahorro y eviten robos o desvíos de recursos.
Tercero, eliminar las gratuidades indebidas y el exceso de subsidios.
Cuarto, un adecuado sistema de impuestos y contribuciones, de forma que todos aportemos al sostenimiento de servicios que se brindan gratuitamente o a precios fuertemente subsidiados, y a financiar actividades como la defensa, la seguridad y el orden interior, la administración pública y otras muchas imprescindibles para el funcionamiento de cualquier país.
[…] Socialismo significa justicia social e igualdad, pero igualdad de derechos, de oportunidades, no de ingresos. Igualdad no es igualitarismo. Este, en última instancia, es también una forma de explotación: la del buen trabajador por el que no lo es, o peor aún, por el vago.
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