Prometí a un colega insertar una referencia a la Evaluación de la CSI/TUAC sobre la Declaración de los líderes del G20 y el documento resultante de la Cumbre de Seul que tuvo lugar los días 11 y 12 de noviembre, pasados. Estoy cumpliendo con mi compromiso, no obstante quisiera reflexionar sobre un tema preocupante. Las organizaciones sindicales deben mantenerse como nunca atentas al discurso globalizador y neoliberal de los últimos tiempos, porque siguen siendo declaraciones, programas, metas a cumplir que cuando llega el período del balance, no se ha logrado nada positivo para los trabajadores y sus familias, sino miren los textos resaltados por mí en rojo.
Además hay una tendencia prioritaria a reunir en un mismo discurso los temas financieros, de desarrollo, económicos, medioambientales y del empleo, lo cual sería verdaderamente la solución a los problemas del empleo, sin embargo, las conclusiones desfavorablemente son otras: se apoya la inversión “para el desarrollo del capital”, se resuelven los aspectos financieros “para ahondar más la brecha entre los más ricos y los más pobres, entre el Norte y el Sur”, el empleo sigue estancado y el medio ambiente en un serio peligro para la extinción del ser humano.
Reitero la alerta y a continuación traslado, literalmente, partes de dicho documento referidos a temas relacionados con el empleo.
“…Prosigue la tendencia en el G20 a dar prioridad al recorte del déficit público, dejando de lado una acción coordinada para apoyar la demanda y el empleo en la economía mundial. A pesar de todo, como resultado a la labor de presión de los sindicatos frente a Gobiernos e instituciones internacionales en Seúl, la Declaración de Líderes de Seúl incluye una mención positiva respecto al empleo. Los Líderes manifiestan: “Reconocemos la importancia de hacer frente a las preocupaciones de los más vulnerables. Con este fin, estamos comprometidos a poner el empleo en el centro de la recuperación, proveer protección social y un trabajo digno, y asegurar un crecimiento acelerado en los países de baja renta”. No obstante, el “Plan de Acción de Seúl” respecto a las medidas nacionales, adoptado por la Cumbre, únicamente hace referencia a objetivos de empleo en el contexto de políticas estructurales muy similares a las promovidas antes del estallido de la crisis en 2008.
La OIT por su parte continuará siendo una de las pocas agencias de la ONU con mandato para implementar el trabajo del G20 y se hace referencia a ella en el seguimiento del programa de reforma estructural junto con el FMI, la OCDE y el Banco Mundial. Un hecho significativo en el documento de la Cumbre de Seúl es que por primera vez en la historia se hace referencia a implicar a los sindicatos y a otros grupos en el proceso del G20, pese a que se preste más atención a las consultas con el sector empresarial B-20 – una asimetría que debería corregirse en futuras reuniones del G20.
Es urgente que, cuando Francia asuma la Presidencia del G20 para 2011, el G20 recupere su razón de ser colectiva, antes de recibir una estridente llamada de atención a causa del estancamiento del crecimiento y del retorno a un desempleo galopante. El Presidente francés ha manifestado que sus prioridades incluirían medidas respecto a la tasa sobre las transacciones financieras y la regulación del sector financiero. En los próximos meses, y frente al telón de fondo de una recuperación vacilante, el movimiento sindical deberá presionar a los Líderes del G20 para que vuelvan a hacer gala de un espíritu de cooperación en torno a acciones encaminadas a promover el empleo y la recuperación, en lugar de permitirse caer en la parálisis al tener que hacer frente al pánico en los mercados financieros. Debería organizarse una reunión de Ministros de Trabajo a principios de 2011 y establecer un grupo de trabajo del G20 encargado de supervisar la aplicación de los compromisos sobre empleo.
Empleo y reformas estructurales
La sección sobre “Reformas Estructurales” dirigidas entre otras cosas a “fomentar la creación de empleo” empieza hablando de “reformas al mercado de productos para simplificar la regulación y reducir los obstáculos regulatorios a fin de promover la competencia y mejorar la productividad en sectores clave” y a continuación menciona “reformas en el mercado laboral y el desarrollo de recursos humanos, incluyendo sistemas de beneficios mejor orientados para incrementar la participación; educación y formación para fomentar el empleo en puestos de trabajo de calidad, impulsar la productividad y de esta manera mejorar el crecimiento potencial”. La referencia a “sistemas de beneficios mejor orientados” sólo puede entenderse como una referencia velada a recortar beneficios, es decir un concepto de los mercados laborales desde el punto de vista de los suministros. Las referencias a educación y formación son loables, pero la Estrategia de Formación de la OIT presentada a la Cumbre del G20 en Toronto parece haber caído en el olvido, junto con sus recomendaciones de igualdad de acceso para todos, garantizar mecanismos adecuados de financiación y participación de los interlocutores sociales. De hecho, la Estrategia de Formación de la OIT apenas se menciona en un anexo haciendo referencia específicamente a los países en desarrollo (Anexo II, Plan de Acción Plurianual sobre Desarrollo).
En general, algunas de las medidas antes citadas podrían ser positivas, particularmente las relativas a la educación y la formación o a la protección social. Otras nos llevan de vuelta al programa de desregulación de antes de la crisis, restringiendo beneficios y eliminando “distorsiones”. Esto representa un retroceso respecto a la iteración de la Declaración del G20 de Pittsburgh sobre las políticas de empleo necesarias para lograr la recuperación, incluyendo el respeto de las normas del trabajo, la extensión de los beneficios del crecimiento, al apoyo a los desempleados, la aplicación del Pacto para el Empleo de la OIT y el intercambio de buenas prácticas. Tampoco se menciona la propuesta de Merkel de una Carta para una Actividad Económica Sostenible. Ni se hace referencia en ninguna parte a la Conferencia de la OIT y el FMI en Oslo sobre empleo, crecimiento y cohesión social, mucho menos al seguimiento de sus conclusiones sobre la importancia de un crecimiento basado en los salarios, o a abordar el papel que tuvo la desigualdad en el estallido de la crisis.
Desarrollo
El desarrollo se trata con mayor detenimiento en los documentos preparados por el grupo de trabajo del G20 sobre desarrollo, propuestos por Corea como anfitriona del G20 y aprobados por los Líderes, particularmente el “Consenso de Desarrollo de Seúl para un Crecimiento Compartido” (Anexo I) y el “Plan de Acción Plurianual sobre Desarrollo” (Anexo II), que se basan en nueve pilares clave: “desarrollo de infraestructuras y recursos humanos, inversión privada y creación de empleo, seguridad alimentaria, crecimiento con resiliencia, inclusión financiera, movilización de recursos domésticos e intercambio de conocimientos”.
Resulta positivo que se haga referencia al trabajo decente en la elaboración del contenido de los citados pilares, como un objetivo a lograr a través del desarrollo de recursos humanos. Se vuelve a citar entre los “objetivos rectores” incluidos en el Anexo I, al hacer referencia específicamente a “reducir la pobreza, mejorar los derechos humanos y crear empleos decentes”.
Respecto al papel de la educación, la Declaración de Seúl hace énfasis en los países de rentas bajas, y al respecto incluye dos puntos: “crear indicadores de capacitación comparables internacionalmente” y “mejorar las estrategias nacionales de capacitación empleable” (Anexo II – sección sobre “Desarrollo de Recursos Humanos”). Un elemento positivo es la inclusión de la UNESCO para trabajar en estos dos puntos para la acción, junto con la OIT, la OCDE, el Banco Mundial y los Bancos Multilaterales de Desarrollo. No obstante, las prescripciones políticas no llegan a reconocer el papel de la educación como una inversión con una importancia que vaya más allá del limitado concepto de capacitación para la empleabilidad. La omisión de la educación en tanto que un factor clave en el crecimiento, la prosperidad y la justicia social implica que no se ha respondido a las demandas sindicales.
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